Presentación

AutorFranco Conforti
Páginas21-23
PRESENTACIÓN
Hablar de derecho penal es hablar de violencia, el profesor Franco
Conforti lo sabe bien. Su trayectoria laboral en las instituciones penales como
abogado y como acreditado para juez de lo penal le han llevado a elaborar
conceptos de delito y pena que amplían la conceptualización dogmática. Un
punto de llegada de su trabajo: la humanidad de la respuesta penal; y una
aportación instrumental: la justicia restaurativa.
Comparto con Franco Conforti que si violentos son los comportamientos
delictivos, a veces terribles e irreparables, a veces violenta y también irrepara-
ble, es la gestión que el Estado hace del comportamiento delictivo. En ambas
direcciones están implicados los seres humanos y las instituciones a las que
sirven. Es noble el objetivo de intentar atemperar el sufrimiento, estoy con-
vencida que, a este fin, con mayor o menor eficacia, sirve este libro que tengo
el honor de presentar.
Junto a la innegable necesidad social del sistema penal en las tareas de
prevención delictiva y justicia, aparecen, en su definición y aplicación, disfun-
ciones que generan graves consecuencias en los seres humanos y ponen en
duda su legitimidad; a pesar de que ésta venga sostenida en función de los
objetivos preventivos y de la garantía del principio de proporcionalidad. El co-
nocimiento de las mismas, más allá de la realidad, más o menos perfecta, que
los operadores jurídicos creen conocer en función de su trabajo (universo
emocional o ideológico) es fundamental para valorar la legitimidad de deter-
minadas políticas criminales o instituciones punitivas.
He trabajado durante 17 años como abogada penalista y facilitadora de
procesos restaurativos en delitos graves, también como mediadora en el ámbi-
to familiar y en la ruptura de pareja. Siempre he trabajado desde una mirada:
la de la autocomplacencia a la crítica; de una mirada genérica basada en el
presupuesto del correcto funcionamiento de cada institución, a la agudeza
de atreverme, osadamente, a observar desde otro lado: el de los lugares silen-
ciados y oscurecidos de las instituciones punitivas y de las políticas criminales
seleccionadas; y, como no, desde las voces mudas, o enmudecidas, de quienes
son protagonistas del proceso. Esta mirada es esencial si se quiere garantizar
la convivencia social, el respeto a los derechos humanos, la dignidad y la legiti-

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