Presentación

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Decía John Henry Newman que para que haya una universidad basta con pro-fesores con ganas de enseñar y alumnos con ganas de aprender. A primera vista –conforme a lo que se suele decir de la universidad en los medios, muchas

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veces por los mismos universitarios– parece una visión reductiva de la univer-sidad que deja de lado cuestiones como la gobernanza, la financiación e inclu-so la autonomía universitaria. En cambio, el acercamiento de Newman va al corazón del ser de la universidad. No se refiere al presente (ni al pasado, ni al futuro), aquí o allí, de la institución. Para enseñar hay que estudiar, dedicar horas a la investigación (lo que se enseña); eso es precisamente lo que distin-gue al profesor universitario. Así como enseñar es relacional e incluye a los estudiantes, es también importante cómo se enseña, para que los estudiantes aprendan más y mejor. Y hace falta un entorno social e institucional que valo-re lo que se hace en la universidad, estimule a profesores y a alumnos, sin in-tromisiones que (en el mejor de los casos son fruto de la preocupación por el rendimiento a corto plazo) pongan trabas a las libertades académicas. A esta finalidad responde en primera instancia el principio de autonomía universita-ria. Pero la autonomía tiene como correlato la responsabilidad de la comuni-dad universitaria de estar a la altura de la misión que la sociedad le ha enco-mendado durante siglos, también hoy.

Hoy la universidad vive momentos controvertidos, se cuestiona qué es y qué hace, momentos de desconfianza por parte de sectores relevantes de la sociedad sobre qué y cómo se enseña, sobre cómo se gestiona y gobierna. Las crisis financiera y social que sufrimos contribuyen a agravar la situación. Y en todo caso exigen una respuesta más urgente y al mismo tiempo más meditada; no más precipitada. No valen respuestas rutinarias ni simplistas, conservado-ras de un statu quo, no precisamente satisfactorio.

Existen muchos acercamientos posibles al estudio de la universidad. En este monográfico nos ocupamos de algunos de los aspectos que hoy más se discuten: el sentido actual de la autonomía universitaria (Cámara), teniendo presente el debate científico y los pronunciamientos jurisprudenciales que se han producido en nuestro país (Expósito); la búsqueda de un gobierno mejor –o simplemente– de un buen gobierno para la universidad (Martínez) y las relaciones con la sociedad civil y las instituciones públicas, donde los consejos sociales juegan un papel no siempre bien definido (Pons). Las cuestiones an-teriores aparecen ligadas al análisis de la financiación necesaria de la universi-dad (Guerrero). Tampoco se pueden olvidar los problemas jurídicos que sus-citan los métodos habituales de evaluación de la investigación (Rodríguez de Santiago), ni la puesta en marcha del Espacio Europeo de Educación Superior en relación con la docencia (Vidal y Galán et al.), sin dejar de lado las sucesivas

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políticas de profesorado que se han ido impulsando (Andradas y González). Al poner sobre la mesa las cuestiones punzantes en nuestro contexto, no pode-mos evitar mirar hacia Europa, en un doble sentido: hacia la Unión Europea (de dónde procede el impulso para la instauración del EEES) y hacia los países de nuestro alrededor que viven o han vivido situaciones similares y se plan-tean, también, cómo encarar nuevas necesidades (Poggi).

Los autores que participan en este número están vinculados a la universi-dad como profesores, con trayectorias intelectuales y profesionales bien dife-rentes, con perspectivas unas veces más académicas y otras fruto de la expe-riencia en el gobierno universitario, con visiones contrastadas sobre las prio-ridades de la institución. Sus aportaciones ofrecen un acercamiento que, sin agotar los temas que interesan sobre la universidad, contribuyen al debate social iniciado. Tenemos la esperanza de que lo que se dice pueda resultar de utilidad a los responsables políticos y a las autoridades académicas.

Con este número se cierra otra etapa de la Revista catalana de derecho público, iniciada en 2005. A partir del próximo número sólo se publicará en formato electrónico. El reto sigue vigente: configurar un espacio intelectual donde el derecho público se exprese con la máxima libertad y calidad científi-cas a la vez que propicie el diálogo entre universitarios e instituciones públicas catalanas. Quiero acabar con un recuerdo agradecido a los que lo han hecho posible hasta ahora, y los mejores deseos para esta nueva etapa.

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