La preparación para el matrimonio en la exhortación apostólica 'amoris laetitia

AutorLourdes Ruano Espina/José Luis Sánchez-Girón, S.J.
Páginas55-77

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1. Contexto y estructura de la exhortación apostólica: la experiencia sinodal

La Exhortación Apostólica “Amoris Laetitia” del Santo Padre Francisco sobre el amor en la familia de 19 de marzo de 2016 recoge no sólo las aportaciones y reflexiones de los dos últimos Sínodos de los Obispos1sobre la familia, que pusieron de manifiesto la realidad y desafíos del matrimonio y la familia en la actualidad para tomar conciencia de su importancia, sino que también añade otras consideraciones para orientar la praxis pastoral y ayudar a las familias en sus necesidades.

Por ello, creo que puede afirmarse que esta Exhortación es consecuencia o el fruto de los dos Sínodos celebrados en 2014 y 2015.

El primero ofreció los resultados de sus reflexiones en la Relatio Synodi titulada “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización”, estructurada, tras una Introducción, en tres partes: I Parte “la escucha: el contexto y los desafíos de la familia”, II Parte “La mirada fija en Cristo: el Evangelio de la familia” y III Parte “La confrontación: perspectivas pastorales”, finalizando con una conclusión.

Aunque todas sus reflexiones resultan especialmente interesantes, porque miran “la realidad de la familia hoy en toda su complejidad, en sus luces y sombras”2, por el cambio antropológico-cultural que influye en todos los aspectos de la vida, por el peligro del individualismo y la crisis de fe, nos

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interesa detenernos en la III Parte que realiza una mención especial a la preparación al matrimonio.

Así, en el número 36 se nos indica que “El matrimonio cristiano es una vocación que se acoge con una adecuada preparación en un itinerario de fe, con un discernimiento maduro, y no hay que considerarlo sólo como una tradición cultural o una exigencia social o jurídica. Por tanto, es preciso realizar itinerarios que acompañen a la persona y a los esposos de modo que a la comunicación de los contenidos de la fe se una la experiencia de vida ofrecida por toda la comunidad eclesial”.

Y posteriormente en su número 39, bajo la rúbrica “Guiar a los prometidos en el camino de preparación al matrimonio”, se recuerda “la compleja realidad social y los desafíos que la familia está llamada a afrontar”. Por ello, hoy se requiere –dicen– “un compromiso mayor de toda la comunidad cristiana para la preparación de los prometidos al matrimonio. Es preciso recordar la importancia de las virtudes. Entre éstas, la castidad resulta condición preciosa para el crecimiento genuino del amor interpersonal. Respecto a esta necesidad, los Padres sinodales eran concordes en subrayar la exigencia de una mayor implicación de toda la comunidad, privilegiando el testimonio de las familias, además de un arraigo de la preparación al matrimonio en el camino de iniciación cristiana, haciendo hincapié en el nexo del matrimonio con el bautismo y los otros sacramentos. Del mismo modo, se puso de relieve la necesidad de programas específicos para la preparación próxima al matrimonio que sean una auténtica experiencia de participación en la vida eclesial y profundicen en los diversos aspectos de la vida familiar”.

Pero, además, la Relatio Synodi, con toda razón, insiste en el número 40 en “Acompañar en los primeros años de la vida matrimonial”, pues éstos son “un período vital y delicado durante el cual los cónyuges crecen en la conciencia de los desafíos y del significado del matrimonio. De aquí la exigencia de un acompañamiento pastoral que continúe después de la celebración del sacramento”3.

Por otra parte, la XIV Asamblea General Ordinaria dedicada a “La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el mundo contemporáneo” está

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distribuida, tras una Introducción, también en tres partes: la I “La Iglesia a la escucha de la familia”, la II “La familia en el plan de Dios” y la III Parte “La misión de la familia”, finalizando con una conclusión.

Es en la III Parte, en concreto en el capítulo I “La formación de la familia” en donde los números 57 y 58 están dedicados a “La preparación al matrimonio”, indicándonos en primer lugar que el matrimonio cristiano “es una verdadera llamada de Dios que exige atento discernimiento, oración constante y una adecuada maduración. Para ello se necesitan itinerarios formativos que acompañen a la persona y a la pareja de modo que a la comunicación de los contenidos de la fe se una la experiencia de vida ofrecida por toda la comunidad eclesial. La eficacia de esta ayuda exige que también se mejore la catequesis prematrimonial –a veces pobre en contenidos– que es parte integrante de la pastoral ordinaria. Asimismo, la pastoral de los novios debe ser parte del esfuerzo general de la comunidad cristiana por presentar de modo adecuado y convincente el mensaje evangélico acerca de la dignidad de la persona, su libertad y el respeto de sus derechos. Deben tenerse en cuenta las tres etapas indicadas por la Familiaris Consortio (cf. 66): la preparación remota, que incluye la transmisión de la fe y los valores cristianos en el seno de la propia familia; la preparación próxima, consistente en los itinerarios de catequesis y las experiencias formativas vividas en la comunidad eclesial; y la preparación inmediata al matrimonio, como parte de un camino más amplio caracterizado por la dimensión vocacional”.

Y en el número 58, precisamente por el cambio cultural actual, que presenta modelos en contraste con la visión cristiana de la familia, se indica que, aunque la familia “siga siendo el espacio pedagógico privilegiado primario no puede ser el único lugar de educación a la sexualidad. En consecuencia, es preciso estructurar auténticos itinerarios pastorales de apoyo, dirigidos tanto a los sujetos individuales como a las parejas, prestando especial atención a la edad de la pubertad y la adolescencia, en los cuales se ayude a descubrir la belleza de la sexualidad en el amor”.

Por tanto, resulta necesario “una ampliación de los temas formativos en los itinerarios prematrimoniales, de tal manera que éstos lleguen a ser itinerarios de educación a la fe y al amor, integrados en el camino de la iniciación cristiana. … . El itinerario formativo debería asumir la fisionomía de un camino orientado al discernimiento vocacional personal y de pareja, creando una mejor sinergia entre los varios ámbitos pastorales. Los itinerarios de preparación al matrimonio deben ser propuestos por parejas de casados ca-paces de acompañar a los novios antes de las nupcias y en los primeros años de vida matrimonial valorando así la ministerialidad conyugal. Una pastoral

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que favorece las relaciones personales ayudará a la apertura gradual de las mentes y los corazones a la plenitud del plan de Dios”.

Por otra parte, en ambos Sínodos4se insiste en la formación de los presbíteros, y de otros agentes pastorales para que haya una auténtica renovación de la pastoral familiar a la luz del Evangelio de la familia y las enseñanzas del Magisterio.

Todas estas reflexiones han sido recogidas y ampliadas directa o indirectamente en la Exhortación, como luego veremos.

Además, la Exhortación adquiere un sentido especial al ser promulgada en el Año Jubilar de la Misericordia, porque, en primer lugar, es “una propuesta para las familias cristianas, que las estimule a valorar los dones del matrimonio y la familia, y a sostener un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso, la fidelidad o la paciencia. En segundo lugar, porque procura alentar a todos para que sean signos de misericordia y cercanía allí donde la vida familiar no se realiza perfectamente o no se desarrolla con paz y gozo”5.

Esta Exhortación6, tras un preámbulo o introducción dedicado a “La alegría del amor”, que comprende los números 1 a 7, está estructurada en nueve capítulos: el primero, “A la luz de la palabra”7, el segundo, “Realidad y desafíos de las familias”8; el tercero dedicado a “La mirada puesta en Jesús: vocación de la familia”9; el cuarto titulado “El amor en el matrimonio”10; el

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quinto, “Amor que se vuelve fecundo”11; el sexto está dedicado a “Algunas perspectivas pastorales”12; el séptimo lleva por título “Fortalecer la educación de los hijos”13; el octavo, “Acompañar, discernir, e integrar la fragilidad”14y el noveno se dedica a la “Espiritualidad matrimonial y familiar”15. Finaliza con la Oración a la Sagrada Familia.

2. La realidad del matrimonio y la familia

¿Por qué es importante conocer cuál es la realidad actual del matrimonio y la familia? Porque es necesario conocer el contexto en el que debe desarrollarse la preparación al matrimonio. Vivimos en una sociedad compleja y para poder ayudar a las familias conviene tener en cuenta cuál es su realidad presente, la realidad concreta, llena de luces y sombras.

Si tenemos en cuenta lo publicado en los medios de comunicación, en las estadísticas del Consejo General del Poder Judicial, y del Instituto Nacional de Estadística se nos ofrecen unos datos preocupantes: hay un descenso estrepitoso en la celebración de matrimonios desde hace aproximadamente diez años, afectando fundamentalmente a los matrimonios canónicos; se observa un considerable incremento de divorcios y un aumento del número de uniones de hecho.

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¿Por qué está ocurriendo esto? ¿Cuáles son los factores o las causas que han contribuido a este deterioro del matrimonio en nuestra época?

A grandes rasgos podríamos decir que la familia de hoy, teniendo en cuenta lo explicitado en Amoris Laetitia16, está...

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