Precisiones terminológicas, fuentes y propuestas de discurso ético

AutorLuis Bueno Ochoa
Cargo del AutorAbogado
Páginas17-39
CAPÍTULO 1
Precisiones terminológicas, fuentes
y propuestas de discurso ético
I. ÉTICA, MORAL Y DEONTOLOGÍA
Con carácter previo, se considera oportuno dar cuenta de cuál es el
contexto en el que se gesta y tiene acogida el recorrido que ahora empie-
za acerca de los aspectos éticos de la abogacía.
Ni que decir tiene que es el contexto occidental al que se va a hacer
alusión en todo momento. Con miras a tratar de definir, siquiera sea
introductoria e indicativamente, a qué nos referimos, se considera pro-
cedente recurrir a una cita clásica de Xavier Zubiri (1898-1983) com-
prendida en su obra Naturaleza, Historia, Dios (1944):
«La metafísica griega, el derecho romano y la religión de Israel (de-
jando de lado su origen y destino divinos) son los tres productos
más gigantescos del espíritu humano […] Solo la ciencia moderna
puede equipararse en grandeza a aquellos tres legados».
Despejada, pues, esa triple, si no cuádruple, identidad occidental
que más tarde, incidiendo en la vertiente sociopolítica, llamaremos de-
moliberal, convendrá ahora apelar a una doble distinción que también
cuenta con virtualidad introductoria.
Pues bien, de acuerdo con la distinción formulada por José Ortega
y Gasset (1883-1955), inspirada en David Hume (1711-1776), y com-
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prendida en Ideas y creencias (1940), tenemos que Grecia fue la civili-
zación de las ideas (orientación especulativa asentada en el logos –razón
teórica–) mientras Roma fue la civilización de las creencias (orientación
pragmática que se verifica a través del ius y la pax romana como razón
práctica).
La contraposición entre las ideas, o sea, la «vida intelectual», y las
creencias, o sea, la «vida viviente» o «vida real», podría sintetizarse, de
acuerdo con la precedente distinción orteguiana, en el sentido siguiente:
mientras «las ideas se tienen», esto es, las ideas «se utilizan para desig-
nar todo aquello que en nuestra vida aparece como resultado de nuestra
ocupación intelectual»; en cambio, «en las creencias se está», es decir, las
creencias «se nos presentan con el carácter opuesto [… y] constituyen la
base de nuestra vida, el terreno sobre el que acontece».
La interacción ideas-creencias, o, dicho de otra forma, el desdobla-
miento entre vida intelectual-vida viviente/real, permite establecer un
nuevo paralelismo que remite, otra vez, a los orígenes de la civilización
occidental, esto es, a Grecia y Roma. Fernando Prieto (1933-2006), en
su Manual de historia de las teorías políticas (2006), lo expresaba en los
términos siguientes:
«Recordando ahora la distinción entre ideas y creencias en el sen-
tido en que la estableció Hume y entre nosotros divulgó en un bri-
llante ensayo Ortega, decimos que Grecia fue el país de las “ideas
y Roma fue el país de las “creencias. Y estas son precisamente las
que más influyen en la práctica. En Grecia los filósofos buscaron
solución a los problemas especulativos. Los romanos se plantearon
problemas prácticos, concretos: la organización del ejército, la cons-
trucción de caminos, la administración de las provincias…».
Por lo expuesto, queda perfilada, pues, la distinción entre la orienta-
ción teórica (razón teórica y/o especulativa) que remite al logos, por una
parte; y, por otra, la orientación práctica (razón práctica y/o instrumen-
tal) que remite al ius. Una conocida cita de Johann Wolfgang von Goethe
(1749-1832) ayudará a resaltar dicho desdoblamiento: Grau, teurer Fre-
und, ist alle Theorie / Und grün des Lebens goldner Baum («Gris, mi queri-
do amigo, es toda teoría, / y verde el dorado árbol de la vida»).

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