Los preceptos de los hijos de Noé

AutorFernando Díaz Esteban
Páginas431-437

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1. El Instinto

El instinto de conservación de las especies animales, entre las que se encuentra la especie humana, tiene dos puntos básicos. El primero es el instinto de conservación individual, pues sin individuos la especie dejaría de existir; el segundo, es el instinto de reproducción, mediante el cual la especie busca su perpetuación. Para los no creyentes, el instinto de conservación es un hecho biológico natural, al que sólo cabe estudiar y analizar. Para los creyentes, en cambio, el instinto posee la transcendencia de la providencia de Dios hacia los hombres, dando a la conservación de la vida la fuerza de un mandato divino y una señal de su amor.

Estos dos principios son, a su vez, origen de otros comportamientos que podríamos llamar sociales, con su carga de deberes y derechos. El individuo tiene derecho a no ser asesinado ni robado por los otros individuos, pero a su vez está obligado a no matar ni a robar a los demás. Por otra parte, la reproducción exige la formación de una pareja que genere los hijos necesarios para la perpetuación de la especie, y eso solamente se consigue en determinadas circunstancias de atracción mutua y de seguridad para toda la familia. En el hombre, la atracción sexual es sublimada por el amor, y la necesidad de la seguridad familiar se garantiza mediante obligaciones de ayuda mutua y de respeto por parte de las distintas familias entre sí.

Las distintas religiones han ido estableciendo el modo de su relación directa con la divinidad mediante ritos y rezos, pero, además, han ido fijando las normas de conducta individual y social del hombre, normas que se ha conside-Page 432rado que han sido dadas, o al menos deducidas, por una comunicación de la Divinidad. En estas normas no pueden faltar los principios que hemos considerados fundamentales en el instinto de conservación de la especie: no matar, no robar, ayudar, respetar. Cada religión irá luego añadiendo más normas a estas primitivas y matizándolas para que estén de acuerdo con su concepto religioso respectivo. La religión judía no es una excepción.

2. El relato bíblico

Recordemos que en la religión judía se parte del relato de la Biblia, según el cual solamente hay un Dios, que ha creado al hombre a su imagen y semejanza, y que a lo largo del devenir histórico ha ido dando a conocer su voluntad a través de intermediarios. Estos intermediarios pertenecen a un pueblo elegido por Él, que es el formado por la descendencia del Patriarca Abraham, el Pueblo Hebreo. El momento más solemne del relato bíblico, del cual todo el pueblo aparece como testigo presencial, es la entrega de los Diez Mandamientos a Moisés en el Monte Sinaí, cuando el pueblo hebreo salía de Egipto, adonde había emigrado desde Mesopotamia, para trasladarse a la tierra que Dios le había prometido, la tierra de Canaán, Palestina. Entre estos Diez Mandamientos están los fundamentales antes mencionados: el no matar, el no robar, el honrar a los padres, el respetar a la mujer del prójimo y el ejercer el acto sexual con decoro. Se añade a ellos otros relativos exclusivamente a ese Dios único, que fijarán las relaciones entre Él y su Pueblo Elegido, de modo que si el Pueblo Hebreo no cumple el pacto, será castigado. Como el pueblo hebreo no cumplió fielmente el pacto con Dios, en castigo fue perdiendo parte de su territorio, su independencia política finalmente y obligado a dispersarse entre las otras naciones. Pero aún así, no quiso renunciar a su Dios, se siguió considerando el Pueblo Elegido y el depositario de los Mandamientos de Dios, acomodándose, como mejor pudo, a las diversas circunstancias de las naciones donde vivía. Sus autoridades religiosas, los rabinos, procuraron, con nuevas leyes, que el legado antiguo y la fe antigua se mantuvieran con la esperanza de que algún día Dios se apiadara de ellos y los reuniera de nuevo en la Tierra Prometida. Para la convivencia humana es necesario que haya un mínimo de normas de conducta en las que...

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