Política, ciencia política y escuela de gobierno

AutorPaloma Román Marugán
Cargo del AutorProf. Titular de Ciencia Política Universidad Complutense de Madrid
Páginas36-42
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Política, ciencia política y escuela de gobierno
Paloma Román Marugán
Prof. Titular de Ciencia Política
Universidad Complutense de Madrid
Vivimos en un mundo complejo donde los seres humanos estamos sometidos casi
continuamente a distintas tensiones, con percepción y alcance distinto. Al acercarse a
los fenómenos políticos, se experimenta asimismo esa sensación. Se suele identificar con
algún titular de sobra conocido: por ejemplo, se denomina la crisis de la política. Se habla
casi continuamente de esta cuestión. Por cierto, no es un asunto nuevo, sino que aparece
casi permanentemente así denominado. Casi se puede decir que la política presenta una
crisis que le acompaña desde siglos. Ahora bien, esta crisis de la política, desde mi punto
de vista, es una crisis de identidad, y casi se podría decir de autoidentidad. Por tanto, no
se puede entender tanto de una crisis general de la política, como de una crisis de
comprensión y entendimiento de lo que es y/o debe ser la política.
Al reflexionar mínimamente, se acaba también pensando que la política se vende
cara. Sí, porque a pesar de ser una actividad bien visible, pocas veces se la localiza en su
entorno como tal actividad de regulación del conflicto humano. Se habla de política, pero
se piensa en otra cosa; de ahí esa confusión, que acaba por determinar su escasez; y esta
circunstancia supone la medida del valor de las cosas; de ahí que se insista en que al final
resulta una actividad onerosa.
Siguiendo en ese razonamiento, resulta que la política es una actividad valiosa social
y extremadamente visible, pero nunca claramente definida, y ni siquiera con interés por
conseguirlo. Los intereses que la rodean impiden su definición. Se vive mejor en la
confusión, y eso daña conscientemente el concepto de la política.
En ese mundo de confusión bastante deliberada, la política es confundida por
ejemplo con los políticos, pero no con todos los políticos -si es que este fuera un
colectivo profesional homogéneo; y entendiendo por profesional, la cualidad de aquella
persona que desarrolla su trabajo con capacidad y aplicación relevantes, (DRAE)-. Lo
grave es que se hace coincidir con los malos políticos, poco competentes e incluso
corruptos.
La vinculación que se hace, la mayoría de las veces, tanto desde la perspectiva
deliberada como desde la ignorante, es entre política y políticos malos, corruptos,
ineptos, etc…. ¡Como si no hubiese “malos profesionales” en el resto de las actividades
humanas!
Esta relación es delicada, y desde luego, perniciosa para el concepto de política.
A conciencia o por ignorancia
Por otra parte, también nos asiste la circunstancia de que un puñado de políticos
–y no solo me refiero a los “malos profesionales” antes citados- sino a políticos digamos
que de “mediano rendimiento” (es la mejor categorización que se me ocurre ante su

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