La doctrina sobre el poder del principe en Gregorio López Madera

AutorSalustiano de Dios
Páginas309-330

Page 309

1. Introducción

Dentro del homenaje que el Anuario consagra a la memoria del profesor Tomás y Valiente, maestro de historiadores del Derecho, entre cuyos discípulos me encuentro, he escogido un tema que se mueve en lo que era una de sus preocupaciones más persistentes, el estudio del poder político en la Edad Moderna, bien fuese en su funcionamiento, a través de sus instituciones, o en la doctrina jurídico-política. En esta ocasión, mi contribución versará sobre el segundo de los aspectos, el pensamiento jurídico-político, y respecto de un autor, Gregorio López Madera, que si no es muy relevante para la ciencia jurídica en cuanto a calidad y extensión de sus obras, sí es en cambio de interés para comprender los postulados que propugnaban los juristas castellanos en torno al poder regio, y de paso también para conocer cuáles eran las corrientes del tus commune imperantes en su tiempo en la Corona de Castilla.

Como tendremos oportunidad de comprobar, López Madera es un típico letrado al servicio de la monarquía, con un amplio cursus honorum, pero que tuvo inquietudes científicas, de jurista y de amplio hombre de letras, entre ellas la lengua y la historia, que él se esforzó en hacer compatibles, con expresas declaraciones al respecto, en especial en los prólogos de sus libros. Precisamente, esta amplia mentalidad de letrado ya delata actitudes humanistas, que luego tienen ocasión de manifestarse en su doctrina sobre el poder del príncipe, o sobre cuestiones de método jurídico. Si bien tampoco rompe con el mos italicus, pues si menciona con elogio a Budeo, Zasio, Alciato, Connan, Pinel, García de Ercilla, Covarrubias o Vázquez de Menchaca, no deja de prestar alabanzas a Bartolo, Baldo, Palacios Rubios o Gregorio López. E incluso Bodin es objeto de confesa-Page 310da admiración por su parte. La postura de López Madera es en el fondo bastante ecléctica, o de armonía entre contrarios.

Apuntado el objeto, voy a aludir sucintamente al orden expositivo que aquí se seguirá. A estos efectos, para una mejor comprensión del autor, me ha parecido conveniente dedicar unas breves pinceladas a su biogragía, antes de pasar a dar cuenta de su obra y método, para tratar luego de la materia propia de este trabajo: su doctrina sobre el poder regio. Comenzaremos por referirnos a la biografía.

2. Notas biográficas

De Gregorio López Madera existen impresos abundantes testimonios de su vida, de diversa procedencia. Aparte de cuanto de sí mismo dice el autor en sus obras, y de lo que nos refiere un coetáneo suyo, Gil González Dávila1, fuentes en las que debió de inspirarse Nicolás Antonio 2, tenemos la fortuna de poder contar con los datos que nos proporcionan estudios más recientes sobre Consejos, consejeros y letrados, caso de E. Shäfer 3, y sobre todo de J. Fayard4 y de J.M. Pelorson5, elaborados sobre materiales de archivos. De todos los citados nos hemos valido en estas notas.

López Madera es madrileño, de lo que parece sentirse orgulloso6, algo muy coherente en un autor tan entusiasta de las excelencias de su patria, nación y reino. Es madrileño, en Madrid residía la Corte, y tuvo por padre a un servidor del rey, médico de profesión, también llamado Gregorio López Madera. Éste fue protomédico de Carlos V, Felipe II y de su hermano Juan de Austria, pasando luego, por mediación del rey de España, al servicio de Catalina de Austria y de suPage 311 esposo el duque de Saboya7. No es extraño, con estos antecedentes, que su hijo fuera luego un fiel ministro regio.

¿Cómo fueron los estudios y la vida académica de nuestro autor? López Madera estudió leyes y cánones en las Universidades de Salamanca y de Alcalá 8, ostentó los grados de licenciado y de doctor9 y acabó siendo catedrático de Vísperas de Leyes en la Universidad complutense10. Un curriculum académico pleno, muy propicio, por lo demás, para el desempeño de las tareas que acabarían recayendo sobre sus hombros, en parte de carácter ciéntifico, pero sobre todo de gobierno y justicia, como ocurrió en los casos de otros muchos juristas que combinaban ambos menesteres.

En cuanto a su cursus honorum, al servicio del monarca, sigue las trazas de los más distinguidos letrados castellanos, de peldaño en peldaño11: oidor de la Casa de Contratación de Sevilla12, fiscal de la Audiencia y Chancillería de Granada 13, fiscal del Consejo de Hacienda14, alcalde de Casa y Corte, que llegó aPage 312 simultanear algún tiempo con el oficio de corregidor de Toledo 15, y, finalmente, durante numerosos años, consejero de Castilla, de lo que se jubilaría anciano16. Además, desempeñó importantes misiones por encargo del rey, como fue la expulsión de los moriscos de Hornachos, o poner en marcha los regadíos de los campos de Mucia, Cartagena y Lorca17.

En todas estas tareas de oficial real parece que fue muy diligente. En Toledo, de corregidor, de creer a González Dávila, edificó puentes, puertas, muros y edificios públicos18. El propio González Dávila nos cuenta cómo Felipe III felicitó a López Madera por su actuación en la expulsión de los moriscos 19, muy enérgica 20. Como decidido fue su proceder en la detención de Ramírez de Prado, consejero de Hacienda21, y en general toda su actuación de alcalde estuvo marcada por la rectitud y severidad, hasta el punto de merecerle la persecución de Rodrigo Calderón 22. Quevedo no olvidaría esto último, sin duda, y le dedicó grandes elogios 23.

Los esfuerzos de López Madera, que vivió en tiempos de Felipe II, Felipe III y Felipe IV, no quedaron sin recompensa social y económica, con cuya referencia vamos a finalizar estos rasgos biográficos. Sabemos sobre el particular que fue caballero de Santiago24, que poseía mayorazgos 25 y llegó a adquirir un patrimo-Page 313nio de cierta consideración26. Otro signo de su posición social, pero también de su sensibilidad cultural, es el hecho de que lograra reunir cuadros de pintores de fama, como Tiziano, Basano, Rafael y Pantoja 27.

3. Obras y método

Seis obras llegó a publicar López Madera, de diversa naturaleza. Iniciaremos la relación por sus obras de Derecho, o de Derecho y política. La primera de ellas, Animadversionum turis civilis, es de naturaleza estrictamente jurídica y escrita toda en latín. Aparece dividida en treinta y seis capítulos y trata con brevedad de diversas cuestiones de Derecho, entre ellas, de la posición del príncipe en relación con los contratos y la ley. Suele arrancar en cada capítulo con una ley de Derecho romano y su pretensión es la de aclarar su verdadero sentido 28. Está precedida de un importante prefacio de cariz metodológico.

La segunda de sus obras29 es un opúsculo, titulado Discurso sobre la justificación de los censos30, que inaugura una práctica que ya no abandonará, la de escribir los textos en castellano y las notas al margen en latín, salvo cuando se trata de resúmenes o relaciones, que también redacta en castellano. Elabora estas páginas con finalidad arbitrista, la de encontrar remedio a la necesidad y carestía que sufren los reinos de Castilla, una de cuyas causas sería el alto precio de censos y juros. Sin embargo, si se usase de ellos conforme razón y justicia, asegura, se convertirían en provechosos y necesarios, ejemplificando con los censos llamados de a catorce y al quitar. Sus argumentos encuentran apoyo en juristas de distinto signo, pero asimismo en filósofos morales, particularmente Plutarco.Page 314

Tal vez el libro más ambicioso de López Madera, y desde luego el más conocido y citado, es el llamado Excelencias de la Monarquía y Reyno de España, su tercera obra, que da pie, a su vez, a otros libros donde glosa excelencias varias. Fue sometido a un proceso de revisión y nueva redacción, que provocó añadidos de consideración a la edición inicial, entre ellos el prólogo31. Su naturaleza es jurídico-política y de él destaca para nuestros propósitos su doctrina sobre la soberanía del rey, sobre el poder absoluto y soberano del monarca. La intención del autor al escribir la obra era mostrar que el rey y el reino de España eran superiores, al menos en antigüedad, al rey y reino de Francia.

Poco después de las Excelencias de la Monarquía pasa a escribir de forma no menos excelente y apologética sobre unas reliquias y documentos descubiertos en el Monte Sacro de Granada, que él extiende a otras reflexiones, como era la antigüedad de la lengua castellana o española, anterior al latín y al vizcaíno, a su entender32. Ya no es un libro de Derecho, aunque cite a numerosos juristas. A nuestros efectos, lo más llamativo de esta obra, en su segunda y tercera ediciones, es la existencia de un prólogo, donde reflexiona con detenimiento sobre la naturaleza y método de sus trabajos33.

Sus últimas obras son de carácter hagiográfico y religioso, sobre san Juan Bautista y la Inmaculada, si bien no dejan de tener cierto interés de tipo metódico, al margen de algún esperpento, como hacer asimilable la tarea de san Juan Bautista a la de un secretario de Estado de su tiempo34.

¿Qué podemos decir de su método de trabajo? Como hemos ya apuntado, López Madera tiene rasgos humanistas, que le diferencian de los seguidores del mos italicus, pese a que luego las distancias no sean tantas, como para calificarlo de ecléctico, de vía media entre contrarios35. Por de pronto, es de valorar su pretensión de dar explicaciones tanto de su método científico como del objeto, lengua y orden expositivo de sus obras, lo que le aleja de la generalidad de los juristas castellanos, poco propensos a tales manifestaciones. Se observa en losPage 315 prefacios y prólogos del autor, pero también en el cuerpo de sus libros. Algo que él tiene a gala, desde la primera página de su prefacio a las Animadversionum, aparte de que estas justificaciones también han de verse como explícita defensa...

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