Pobreza, corrupción y seguridad jurídica

AutorJorge F. Malem Seña
Páginas79-96
CAPÍTULO IV
POBREZA, CORRUPCIÓN Y SEGURIDAD JURÍDICA
Hasta aquí se han formulado distintos conceptos de pobreza, corrup-
ción y seguridad jurídica. Se han señalado las principales consecuen-
cias negativas que generan las dos primeras y las que acarrea la falta
de seguridad jurídica. Pero sería un error analizar estos tres fenómenos
como si existieran en solitud, aislado el uno de los otros, independien-
temente de las reglas del mercado o de las normas jurídicas vigentes.
La pobreza, la corrupción y la inseguridad jurídica acontecen siempre
dentro de un contexto histórico-político determinado que las fomentan
o que las limitan. En América Latina, en general, podría armarse que
estos tres elementos no solo conviven cotidianamente sino que se po-
tencian mutuamente. Esta armación no suena extraña a nuestros oídos
desde la época colonial. No es, por tanto, algo nuevo. Por ese motivo,
el panorama hasta aquí expuesto no estaría completo si careciera de, al
menos, un somero examen de cómo estos factores se refuerzan entre sí,
multiplicando exponencialmente sus dañinos resultados. No es un tema
carente de importancia, ya que constituye el paso previo para una mejor
comprensión de cómo opera cada uno de ellos y para diseñar medidas
que tiendan a erradicarlos. En lo que sigue, haré un breve análisis de
cuáles son los efectos por pares de elementos de esta triple relación entre
pobreza, corrupción e inseguridad jurídica, para nalizar con las secue-
las que se vislumbran al vincular estas tres calamidades conjuntamente.
1. PAR POBREZA - CORRUPCIÓN
El par pobreza-corrupción tiene unos efectos ruinosos sobre la
vida de las personas y sobre su anhelo de seguridad jurídica. Según
los diversos índices de Transparencia Internacional, en general reite-
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rados y concordantes, los países más pobres, o que poseen mayores
bolsones de pobreza, son, a su vez, los que padecen más corrupción 1.
Esta armación no implica, sin embargo, sostener que los pobres son
más corruptos que los ricos. Ni supone aceptar que los países ricos, o
desarrollados, están totalmente libres de corrupción. Y tampoco debe
llevar a la idea equivocada de que la única causa de la corrupción sea
la pobreza. No se debe hacer de los pobres criminales, ni a los ricos
decentes, santos o héroes, respecto de la corrupción, o de cualquier
otro delito.
Sí se puede decir, en cambio, que las personas pobres son las que más
sufren los efectos negativos de la corrupción. En primer lugar, porque
suelen ser víctimas propicias de extorsiones por parte de las fuerzas y
cuerpos de seguridad del Estado, ya que carecen de los recursos y de
las competencias necesarias para oponerse o hacer valer sus derechos.
Esto, a su vez, incrementa su decrepitud económica. Estas extorsiones
no solo tienen por nalidad detraer dinero, o los pocos bienes econó-
micos que puedan rapiñar los extorsionadores, sino que, en ocasiones,
el objetivo de la extorsión consiste en exigencias de favores sexuales no
consentidos. Los abusos sexuales y las violaciones no suelen ser infre-
cuentes en estos ámbitos. Ser niña o adolescente no supone un freno a
estos ataques. Aquí el pobre soporta una desgracia adicional a su estado
de carencia, hecho que lo cosica todavía más 2.
Además, si, como se ha señalado, la corrupción degrada los niveles
de crecimiento de un país a largo plazo, quienes sufren sus peores con-
secuencias son los pobres, constreñidos a permanecer en el subdesarro-
llo. En algunos casos extremos, limitados a tener los recursos sucientes
solo para su propia subsistencia. En este contexto, los pobres y los sec-
tores medios se ven obligados a pagar buena parte de los sobre costes
de los bienes y servicios públicos, que son provocados por el importe de
las alícuotas corruptas. Solo para mostrar la magnitud de este problema.
En Rusia, después de la caída del Muro de Berlín, cuando la policía y la
KGB investigaron la corrupción y la acción de las maas que afectaban
al mercado alimenticio, se observó que el precio de los alimentos y de
las bebidas involucrados disminuyó entre el 15 y el 20 por 100. Los ejem-
plos pueden multiplicarse sin mayores esfuerzos 3. No es de extrañar
entonces que la FAO se haya preocupado por hacer frente al fraude y a la
corrupción como fenómenos que atentan contra los valores básicos del
Programa Mundial de Alimentos 4.
1 Somalia es el típico ejemplo.
2 Volveré sobre la violencia que sufren los pobres a manos de funcionarios corruptos, y de
otros, más adelante.
3 Véase, por ejemplo, de entre una bibliografía muy abundante al respecto, Malem Sa,
2000:50 y ss.
4 Véase FAO, Programa Mundial de Alimentos. Periodo de sesiones anuales de la Junta
Directiva. Roma, 25-28 de junio de 2015. Política de lucha contra el fraude y la corrupción, disponi-
ble en internet: http://www.fao.org/3/a-mn307s.pdf, consultado el 21 de junio de 2016.

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