Personalidad emprendedora y genero.

AutorYurrebaso Macho, Amaia
CargoMONOGR

[en] Entrepreneur personality and gender

Sumario. 1. Introducción. 2. Personalidad emprendedora. 2.1. Locus de control. 2.2. Autoeficacia. 2.3. Propensión al riesgo. 2.4. Proactividad. 2.5. Intención emprendedora. 3. Método. 3.1. Participantes. 3.2. Procedimiento. 3.3. Instrumento. 3.4. Resultados. 4. Discusión. 5. Conclusiones.

Introducción

El Global Entrepreneurship Monitor (GEM), en su último análisis, muestra en España un índice de Actividad Emprendedora Total (TEA) en la población de entre 18 y 64 años del 5,2%. En concreto, el 2,3% se corresponde con personas con negocios nacientes (hasta 3 meses) y el 2,9% por personas con negocios nuevos (de entre 3 y 42 meses) (GEM,2017).

En cuanto a género, el índice TEA muestra una mayor participación masculina frente a la femenina (55,7% y 44,3% respectivamente). Sin embargo, aunque dichas diferencias entre hombres y mujeres han existido a lo largo de los años, su intensidad va disminuyendo progresivamente (GEM, 2016).

La literatura científica apoya los datos proporcionados por GEM, ya que en los últimos años se han podido recoger numerosos resultados que corroboran dichas cifras. Fuentes y Sánchez (2010) apostillan que los dirigentes de empresas de la Unión Europea (UE) continúan siendo varones (entre un 65% y 75%). En el caso español, sólo el 32,9% de las mujeres ocupan puestos de dirigente en empresas privadas o de la administración pública. Asimismo, Allen, Elam, Langowitz y Dean (2008) apuntan en su estudio realizado con una muestra belga, que existe una ratio de cuatro hombres por cada mujer emprendedora. Autores como Mueller y Conway Dato-on (2013) destacan la brecha de género que existe en la última década y puntualizan las diferencias de género en la orientación emprendedora y en la motivación, deseo e intención para convertirse en un emprendedor. Por otro lado, Brush (1992) afirma que incluso cuando las personas tienen un contexto similar, existe una mayor prevalencia en la intención emprendedora en hombres que en mujeres en gran cantidad de culturas. Zhang et al. (2009), por su parte, abogan que las mujeres son discriminadas en la intención emprendedora y que tienen que lidiar con mayores dificultades que los hombres en el proceso de emprender. De igual forma, Do Pa?o et al. (2015) concluyen que la intención emprendedora es significativamente menor en mujeres que en hombres, así como su conducta emprendedora, sus características y actitudes personales.

Desde una perspectiva psicológica la conducta emprendedora puede analizarse desde varias orientaciones teóricas, destacando la cognitiva, la orientación de la conducta y la de la personalidad como más fructíferas a tal fin (Sánchez, 2010; SuárezÁlvarez, 2016; Yurrebaso, 2012).

Desde el marco de la personalidad emprendedora, numerosos investigadores ponen en su punto de mira el análisis de las diferentes competencias y capacida des necesarias para emprender de forma exitosa. Las investigaciones pretenden encontrar una serie de rasgos que sirvan como modelos explicativos de la conducta emprendedora, dirigiendo sus esfuerzos a la identificación y diferenciación de los emprendedores, con respecto a quienes no lo son (Lee-Ross, 2015 (en Campos Vázquez, 2017); Moriano, 2005; Sánchez, 2010; Suárez-Álvarez y Pedrosa, 2016; Vantilborgh, Joly y Pepermans 2015; Yurrebaso, 2012).

Teniendo en cuenta los hallazgos en la mayoría de estudios que resaltan la disparidad de género tanto en la iniciativa como en la propia conducta emprendedora, este estudio se plantea si las diferencias de género pueden ser explicadas en base a la personalidad. Los rasgos específicos que se analizarán son los recogidos en el COE7. Dichos rasgos son: Proactividad, Autoeficacia, Locus de Control y Propensión al riesgo (Sánchez, 2010). Éstos son identificados como más significativos por diferentes autores como Korunka, Frank, Lueger y Mugler (2003), quienes señalan en sus investigaciones la propensión al riesgo y el locus de control, entre otros, como factores determinantes en la personalidad emprendedora. Propuesta compartida por Vecchio (2003), quien añade la autoeficacia como dimensión cognitiva determinante en la actividad emprendedora. Además, Moriano, Palací y Trejo proponen el rasgo de proactividad como factor determinante en las competencias de un emprendedor (2001). Otros estudios internacionales también avalan dichos factores como se pone de manifiesto en las investigaciones sobre el locus de control de Sesen (2013), de propensión al riesgo de Xiazhou (2015) y de proactividad de Muñoz-Bullón, Sánzhez-Bueno y Vos-Saz (2015), entre otros.

Se adopta, en definitiva, una visión psicosocial del perfil del emprendedor que incluye otras dimensiones cognitivas, además de los rasgos de personalidad, como la autoeficacia y la intención emprendedora, apoyados en la idea de que los hombres tienen mayor sensación de eficacia que las mujeres (Bagheri y Akmaliah, 2014; De la Cruz et al., 2014) y una mayor intención de emprender (Morales-Alonso et al., 2015).

Se pretende analizar si existen o no diferencias en cuanto al género en la personalidad emprendedora y, en su caso, determinar cuáles son, así como las causas y consecuencias de las mismas.

  1. Personalidad emprendedora

    2.1. Locus de control

    Uno de los temas más estudiados en el emprendimiento es el locus de control. Rotter (1966) lo define como la creencia en que las acciones que uno realiza determinan los resultados que uno hace. Quienes tienen un locus de control interno alto, piensan que son capaces de controlar los resultados de sus acciones, por lo que dedicarán más esfuerzo y persistencia hacia aquéllos que son deseados (Sánchez, 2010). En esta línea, Ferreira et al. (2012) comparten la idea de que el locus de control interno es uno de los rasgos de la personalidad asociados al emprendimiento.

    Diferentes autores centran sus investigaciones en la determinación de las diferencias de género en el locus de control interno. Xiaozhou et al. (2015) afirman que existen diferencias significativas y apoyan la idea de que los hombres obtienen puntuaciones más altas que las mujeres en este rasgo. Estos datos coinciden con los resultados alcanzados por Maes, Leroy y Seis (2014), quienes pudieron comprobar en su estudio que, aunque tanto hombres como mujeres pueden experimentar una falta de control a la hora de convertirse en emprendedor, las mujeres disponen de un menor control interno en comparación con los hombres. Esta diferencia es atribuida a la idea estereotipada de que los hombres tienen mayores habilidades para emprender, haciendo de este modo a la mujer menos segura de sí misma (Maes et al. 2014; Xiaozhou, 2015).

    2.2. Autoeficacia

    La autoeficacia es entendida como la convicción individual para organizar y ejecutar acciones para producir los resultados deseables, ejerciendo así influencia en las situaciones que afectan a la propia vida (Bandura, 1986). Son numerosos los estudios que ponen de manifiesto cómo aquellos individuos con alta autoeficacia correlacionan con altos niveles de intención emprendedora y además están más preparados para el futuro como emprendedores (Chen et al., 1998; Zhao et al., 2005). Barnir et al. (2011) y Carr y Sequeira (2007), en la misma línea, subrayan la importancia que juega la autoeficacia en la intención emprendedora y en la influencia de otros factores como las experiencias familiares empresariales o la educación.

    Investigaciones centradas en las diferencias de autoeficacia en base a género ponen de manifiesto una menor confianza de las mujeres en sus propias capacidades para emprender que los hombres, lo que merma, sin duda, su intencionalidad emprendedora (Alonso, Galvegórriz y Hernández, 2006; Bagheri y Akmaliah, 2014; Drnovsek, Wincent y Cardon, 2010; Langowitz y Minniti, 2007; Oliveira, Moriano y Salazar, 2013; Sánchez, Lanero, Yurrebaso y Villanueva, 2007; Saurav Pathak, Goltz y Buche, 2013; Wilson, Kickul y Marlino, 2007).

    Bagheri y Akmaliah (2014) subrayan el papel del género como variable significativa en la relación entre autoeficacia e intención emprendedora. Sus resultados apuntan que la autoeficacia masculina tiene mayor contribución que la femenina en dicha intención, corroborando así la tesis de Barnir et al. (2011), quienes asumían que la confianza de los hombres en sus habilidades contribuye mayormente en sus intenciones emprendedoras. Por otro lado, Bagheri y Akmaliah (2014) destacan que la autoeficacia de las mujeres tiene un menor impacto en sus intenciones a la hora de convertirse en emprendedoras. Esto sustenta la idea propuesta por Verheul et al., (2012), que propone que las mujeres perciben mayores impedimentos y barreras económicas, así como dificultades administrativas en el proceso de establecer su propio negocio en comparación con los hombres. Por último, Arshad et al. (2016) señalan cómo [...] estos efectos están moderados por el género en la manera en la que la autoeficacia afecta de manera más positiva en la actitud emprendedora en los hombres que en las mujeres" (Arshad et al., en Bandura y Cervone, 1983: 1018).

    2.3. Propensión al riesgo

    Das y Teng (1997) definen la propensión al riesgo como el rasgo de la personalidad que determina la tendencia y disposición del individuo a asumir riesgos. Los individuos con puntuaciones altas en esta dimensión estarán inclinados a comportamientos de alto riesgo, es decir, considerarán las alternativas cuyas consecuencias finales puedan alejarse de su marco de expectativas de resultados. Por su parte, los sujetos con baja propensión al riesgo tenderán a comportamientos de bajo riesgo y evitarán las alternativas que puedan causar resultados que varíen mucho de sus expectativas iniciales. No es necesario esclarecer que toda actividad emprendedora implica incertidumbre y correr cierto tipo de riesgos. Diferentes autores señalan que el riesgo puede inhibir el deseo de iniciar actividades complejas como la emprendedora, por cuanto que ésta puede implicar un fracaso, y es habitual...

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