La doctrina de la persecución religiosa en Juan Calvino. Calvinismo, persecución y poder popular

AutorDiego Blázquez Martin
Cargo del AutorUniversidad Carlos III de Madrid
Páginas89-126
III.- LA DOCTRINA DE LA PERSECUCIÓN
RELIGIOSA EN JUAN CALVINO.
CALVINISMO, PERSECUCIÓN Y PODER POPULAR
1.- Introducción
Calvino pertenece a la segunda generación de reformadores, por lo tanto, no
sólo pudo vivir las tensiones que generó en la sociedad europea la ruptura de la
unidad religiosa, sino que él mismo fue víctima de la represión1. Pese a ello, va
a defender la necesidad de la persecución por motivos de conciencia, y la va a
practicar.
Casi toda mi argumentación se centra en la Institución de la Religión Cris-
tiana, una de las casi quinientas obras que escribió Calvino, y un hecho tan sin-
gular creo que requiere alguna justificación. En 1536 Calvino, con 27 años y
recién acabados sus estudios, publica la Institución de la Religión Cristiana2,
que se considera la primera obra sistemática de teología, liturgia y eclesiología
del Protestantismo3; es, en cierto sentido, la suma teológica reformada. Cal-
vino, consciente de la inmediata importancia que alcanzó su obra, mantendrá
una relación muy especial con ella y la convertirá en la obra de su vida, puesto
que permanecerá en constante reformulación por parte de su autor, reflejando,
1Una moderna y seria biografía de Calvino es la del Prof. Bernard Cottret, Calvin,
J.C.Lattès, La Flèche, 1995.
2Juan Calvino, Institución de la religión cristiana (he manejado la edición de la traduc-
ción castellana que en 1597 preparó Cipriano de Valera, sobre la edición de 1559, según la re-
visión realizada por Luis de Usoz y Río en 1858), Fundación Editorial de Literatura Reformada,
Rijswijk, 1968. En adelante las citas de la Institución de la religión cristiana se harán por esta
edición, señalando su localización sistemática y no el número de página.
3François Wendel, Calvin. Sources et évolution de sa pensée religiouse, Labor et fides,
Genevé, 1985. Pp. 79 y ss.
HEREJÍA Y TRAICIÓN90
en sus diferentes ediciones, su evolución personal, sus problemas y retos, por-
que, hablando con lenguaje editorial moderno, Calvino nunca hará reimpresio-
nes de la Institución, siempre serán nuevas ediciones, duplicando en ocasiones
una misma edición al publicar una versión en latín y otra en francés; la especial
relación de Calvino con dicha obra se refleja perfectamente en un solo dato: la
primera edición tenía seis capítulos, la última, de 1559, tendrá ochenta.
La Institución precisamente parte de la admisión de la persecución por
motivos religiosos. En su Prefacio, dedicado al Rey de Francia Francisco I,
Calvino pretende demostrar, en primer lugar, que sus teorías no constituyen
ningún peligro ni para la seguridad del Reino: “Majestad... No hagáis caso de
aquellos vanos rumores con que nuestros adversarios se esfuerzan en poner
miedo, temor..., sobre los cuales jamás se ha oído una palabra nuestra que huela
o vaya a sedición y sobre cuya (nuestra) vida ha sido conocida y apacible en
todo el reino”4; ni tampoco peligro alguno para la religión cristiana: “...nos
aprestamos a confesar que nosotros no hacemos a día de hoy la guerra contra la
Iglesia... Contra esta Iglesia, nosotros ninguna guerra movemos. Porque de
consentimiento y de acuerdo con todo el pueblo de los fieles, reverenciamos y
adoramos a un Dios, y a un Cristo señor nuestro, como siempre fue de todos
adorado”5. Pero, por otro lado, esto tambien significa que en sentido contrario,
admitiría la persecución por motivos de religión cuando ésta pusiera en peligro
bien el Estado, bien la esencia de la religión cristiana. El propio Calvino nos
confirma esta conclusión en uno de sus escasos escritos autobiográficos. En el
Prefacio de su Comentario al libro de los Salmos (1557), afirma que lo que le
llevó a escribir la Institución, fue el hecho de que se acusase a los primeros
reformados franceses de mantener “... toda clase de perversos desvaríos y fal-
sas opiniones”, y de que estaban desbaratando no sólo la religión sino el orden
civil, y por eso habían sido tratados como “anabaptistas y otra gente sedi-
ciosa”6. No niega, pues, que para los anabaptistas y esa otra gente sediciosa
esté justificado el castigo, bien sea por alterar el orden público, bien la buena
religión como siempre fue entendida. Calvino afirma que escribe la Institución
de la Religión Cristiana, “…para levantar estos falsos cargos y calumnias que
se estaban lanzando contra aquellos santos mártires tras su muerte”. Su preten-
sión es negar la primera afirmación, deslegitimando el castigo al negar que sus
fieles y su fe sean de esa naturaleza.
4Se trata de la traducción original de Cipriano de Valera, por eso en ocasiones hay giros
poco comprensibles. En este caso quiere decir que en su doctrina no hay nada sedicioso. Ibídem,
p. XXXIX.
5Ibídem, p. XXXIV.
6Juan Calvino, “Preface of the Commentary of The Book of Salms”, The Protestant Re-
formation, op. cit., p. 111. (La traducción es mía)
III.- LA DOCTRINA DE LA PERSECUCIÓN RELIGIOSA EN JUAN CALVINO. ... 91
2.- La justificación de la persecución religiosa de Calvino
Encontramos diversas razones en el pensamiento de Calvino que justifican
y legitiman la persecución por causa de religión, tan fuertes que incluso podría-
mos decir que la exigen. En primer lugar, la justificación de la persecución
parte de la concepción que Calvino tiene de Dios. Si la central preocupación de
Lutero era la salvación del hombre a través de Cristo, Dios es el eje, el centro de
la teología, de la filosofía y de la propuesta política de Calvino7. Esta concep-
ción de Dios, nos conducirá a su Ley, que es la forma en que, para Calvino, se
ha revelado al hombre, y que contiene los mandatos que Dios nos ha dado. Y
concluiremos con los instrumentos que desarrollan la voluntad de Dios, expre-
sada en su Ley: la Iglesia y el Magistrado. A pesar de que Calvino sigue la doc-
trina agustiniana de los dos reinos, pues cree necesario para comprender la vida
del hombre diferenciar “las cosas terrenas”, u orden social, y “las cosas celes-
tiales”8, restablece el principio de indivisibilidad del mundo terreno y espiri-
tual, y la doctrina de la separación de esferas se basa en la superioridad de la
esfera espiritual sobre la temporal, lo cual será la base que justifique la persecu-
ción religiosa. Por otro lado, en la teología de Calvino se encuentra presente
con más fuerza que en Lutero la concepción comunitaria de la sociedad y de la
salvación, lo que le llevará a exigir, no sólo la comunión con todos los presu-
puestos dogmáticos a todos los miembros, sino también un determinado com-
portamiento personal acorde con los mandatos de Dios que, en su pensamiento
y en su política, se convierten en dogma.
A) Dios, Rey del Mundo
Dios es para Calvino un gobernante real, constante, presente y consciente
del mundo terreno: “Dios, después de crear con su potencia el mundo y
cuanto hay en él, lo gobierna y mantiene todo con su providencia”9. Sin
embargo, no es un Dios directamente aprehensible y visible, sino un Dios que
podemos conocer más por su “autoridad” que por su “majestad”10. Calvino
considera que Dios se revela a los hombres a través de sus Leyes, que son las
Escrituras; como señala Delumeau, es “un Dios absolutamente trascendente
pero revelado por las Escrituras”11. Dios es un gobernante que impone sus
7Vid. G.R. Elton. La Europa de la Reforma, op. cit., p. 255-257.
8Libro II, Cap. 2. 13.
9Libro I, Cap. 16:, en especial números 4-9.
10 François Wendel, Calvin et l´Humanisme, PUF, Paris, 1976. Pp. 88-90.
11 Vid. J. Delumeau/ T. Wanegffelen. Naissance et afirmation de la Réforme (2ª ed),
PUF, Paris 1997. Pp. 99 y ss.

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