Ser perito
| Autor | Daniel Sanroque |
| Páginas | 13-27 |
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Si de peritos vamos a intentar hablar, lo primero que se debe hacer es centrar ¿quién es perito?, ¿qué hace un perito?, ¿para quién trabaja un perito?,… por eso voy a desgranar esa actividad laboral, siempre desde un punto de vista médico, siguiendo el patrón formativo que, sinceramente creo, todos hemos seguido. Sí, porque, aunque pueda parecer extraño, no conozco a ningún perito médico que no haya seguido este proceso.
Sin duda alguna se hace. Cuando empezamos a estudiar medicina nadie ha oído hablar de la posibilidad de dedicarse al mundo pericial. Sabemos que existen forenses,
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siempre asociando ese nombre a la tanatología (muerte, autopsias,etc.). Pero la Facultad/Universidad, en su afán de preparar y formar a profesionales útiles para la sociedad, no hace ninguna referencia a la medicina de valoración, de seguros, pericial, ni a la labor del inspector médico. La realidad de la Facultad es otra, o así lo recuerdo.
Valga como ejemplo el enunciado de una pregunta de examen de Urología. Empezaba diciendo: «el médico de cabecera le deriva un paciente…». Cuando leí la frase estuve a punto de levantarme y preguntarle al profesor: «perdón, pero ¿no estamos estudiando para ser médicos de cabecera?» Me contuve, deseaba aprobar la asignatura y no me pareció una buena idea enemistarme con quien tenía el poder.
Es muy difícil tener vocación pericial, si no sabes lo que es. Por eso, cuando ya eres licenciado y buscas trabajo, es cuando descubres este mundo laboral. Habitualmente, suele ser a través de una empresa dedicada a la valoración médica o una compañía de seguros que busca inspectores -bonita forma de llamar a un médico al que se le encomienda controlar lesionados-, lo cual conlleva iniciar una actividad sin ninguna formación específica. Son las
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compañías de seguros las que forman a los futuros peritos, ya sea de forma directa (el médico trabaja para ellas) o forman a las empresas que trabajarán para ellas, y éstas se encargan de formar al médico. Bien entendido que lo de formar es un eufemismo, lo que realmente hacen muchas de ellas es adoctrinar en la forma que se ha de peritar, en su beneficio. Como muestra un botón.
Era una reunión, en Barcelona, de peritos de una compañía con el director del departamento de siniestros. Una de esas compañías de seguros grandes, de las que te aseguran que con ellas lo tienes todo arreglado. Se comentaban las cláusulas de una póliza privada de accidentes, en referencia a un caso: un camionero al bajarse de su vehículo se torció el tobillo y se lo rompió. Naturalmente, en este tipo de pólizas no se cubren ni las actitudes negligentes (no utilizar medidas de seguridad, por ejemplo) ni la voluntariedad (autolesiones, intento de suicidio, etc.). En el caso que nos ocupa, se quería dejar al camionero sin cobertura porque «voluntariamente» bajó del camión dando un pequeño salto. Ahí queda el nivel de algunas compañías.
Posteriormente, el que quiere, se forma mediante másters, jornadas, congresos o cursos. Siempre es una forma-
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ción voluntaria. Sin ningún tipo de mecenas. A costa de tiempo y dinero del perito. Un ex-socio me dijo un día, mientras repasaba mi currículum, «a parte de estudiar ¿has hecho algo más?» Posteriormente descubrí que él no había finalizado el máster en valoración de daño corporal, aunque se presenta como experto en la materia.
También existen los ex-forenses. Se trata de aquellos que han trabajado como forenses y se han considerado mal pagados. Así que buscan, en la vía privada, una fuente de ingresos más sustanciosa. Suelen ser terribles. Se consideran poseedores de la verdad absoluta. Incluso algunos hacen piruetas periciales para hacer un informe (y poder facturar). Una de las mayores decepciones que me he llevado fue con uno de estos. Había sido catedrático de Medicina Legal, forense, autor de diversos libros sobre mala praxis médica, que yo había leído y guardaba con todo respeto en la biblioteca. Basándome en sus enseñanzas rechacé un tema contra un cirujano. Había operado a un paciente de hernia inguinal y el paciente falleció de leucemia. Faltaba lo esencial, la relación causa-efecto. Pues el insigne...
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