Gravedad percibida de algunos delitos y probabilidad estimada de denunciarlos: El efecto de las características de la situación delictiva y del sexo

AutorCarmen Herrero Alonso; Eugenio Garrido Martín; Jaume Masip Pallejá; Diana Pérez Arechaederra
Cargo del AutorUniversidad de Salamanca
Páginas347-367

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2. Introducción

La agresión sexual en general y la violación en particular es probablemente uno de los delitos que más controversia suscita en la opinión pública y que más reacciones Page 348 sociales contradictorias genera.1 Por una parte es uno de los delitos que la gente califica como más grave (Howe, 1988). Se considera tan grave e incluso más que el homicidio o que el atentado terrorista (Melia el al., 1992). Se piensa que es el acto más horroroso que una persona puede sufrir y en el que la víctima, además de padecer el delito, queda indefensa ante un sistema de justicia que según los ciudadanos no castiga tan duramente como debiera a los violadores. Por otra, diversos comentarios recogidos de la población a lo largo de nuestro trabajo después de leer o escuchar alguna noticia sobre violación y, sobre todo, los resultados y conclusiones de otros trabajos que hemos realizado (Garrido, 1995, 1997; Garrido y Herrero, 1997, 1999-2000, Herrero y Garrido, 1991, 1993, 1996, 1999, 2000, 2002) reflejan que, al menos en ciertas ocasiones, se cuestionan las conductas de las víctimas, no se les concede plena credibilidad, se las responsabiliza por lo que les ha sucedido o se resta gravedad a los hechos. Una aparente paradoja parece intuirse por tanto en la sociedad respecto al delito de violación.

Las personas que rodean a las víctimas o que pueden llegar a tener algún contacto con ellas no sólo tienen un papel relevante porque le atribuyan o no responsabilidad, condicionando posiblemente el apoyo social recibido o percibido e incidiendo negativamente con ello en el ajuste posterior de la persona sobre la que recae el delito (Burt, 1998; Herrero y Garrido, 1996, 1999, 2002; Perrot y Webber, 1996; Ullman, 1996; Ward, 1995). Las personas que rodean a la víctima y que en un momento dado interactúan con ella son también importantes porque influyen en la toma de decisiones de ésta, principalmente en la decisión respecto a si se denuncia lo ocurrido a la policía o no (Bachman, 1998; Feldman-Summers y Norris, 1984;, Felson et al., 1999; Felson et al., 2002; Felson y Pare, 2005; Fisher et al., 2003; Goudriaan et al., 2004; Greenberg y Ruback, 1992; Ruback, Greenberg y Westcott, 1984).

No es fácil hacer una estimación precisa de la extensión de los delitos sexuales en nuestro país, pues carecemos de encuestas sistemáticas de victimación que proporcionen datos fiables sobre el alcance de los mismos. Las estadísticas de la policía recogen cerca de 4000 denuncias al año. Sin embargo sabemos que una gran proporción de delitos no son denunciados. Se calcula que por cada caso denunciado se producen entre 5 y 10 casos más que no lo son. Los actos comunicados a la policía pueden ser sólo la punta del iceberg (Malamuth, 1988). El hecho de no denunciar el delito tiene consecuencias tan importantes como obvias para las víctimas y para el sistema legal (Feldman-Summers y Norris, 1984; Shapland et al., 1985; Waller, 1990; Greenberg y Ruback, 1992; Bachman, 1993).

Como señalan Greenberg y Ruback (1992) para muchas víctimas la decisión de denunciar un incidente a la policía es el resultado de varias decisiones previas. La víctima debe primero etiquetar el hecho como delito, decidir que es lo suficientemente serio como para implicar a la policía y decidir si denunciar el delito es más ventajoso que otras opciones disponibles (p.181). Los que rodean a la víctima pueden influir de distintos modos en cada una de estas fases. Es un hecho contrastado que las víctimas frecuentemente hablan con otras personas antes de acudir a la policía (Waller, 1990; Greenberg y Ruback, 1992; Fisher et al., 2003). El modo en que se perciba socialmente el delito y como se reaccione hacia las víctimas puede tener importantes consecuencias en sus conductas y decisiones Page 349 posteriores, entre ellas en la decisión de denunciar el delito (Bachean, 1998; Ben- David y Schneider, 2005; Bohner et al., 2006; Clay-Warner y Burt, 2005; Du- Mont et al., 2003; Ford et al., 1998; Garrido y Herrero, 1999-2000; Herrero y Garrido, 2002; Pino, 1999).

Distintas investigaciones sugieren que en la decisión de denunciar un delito o en la intención comunicada de hacerlo por las potenciales víctimas intervienen múltiples variables relacionadas principalmente con los resultados percibidos, con las expectativas sociales al respecto y con algunas características del delito, pero no tanto con las de las víctimas (Feldmam- Summers y Ashworth, 1981; Feldmam- Summers y Norris, 1984; Greenberg y Ruback, 1992). Las expectativas sociales pueden estimular o desalentar el que se denuncie. El consejo que dan los demás parece ser uno de los más importantes predictores de la decisión de denunciar. Entre las características del delito, la relación víctima-agresor, la presencia de armas, la fuerza física empleada por el agresor o el hecho de que la víctima reciba atención médica por los daños sufridos pueden ser variables relevantes (Bachman et al., 1992; Bachman, 1993; 1995, 1998; Baumer et al., 2003; Du-Mont et al., 2003; Feldmam-Summers y Ashworth, 1981; Feldmam-Summers y Norris, 1984; Felson y Pere, 2005; Felson et al., 1999; Nelson et al., 2000, 2002 Fisher et al., 2003;Fisher et al., 2005; Greenberg y Ruback, 1992; Lizotte, 1985; Pollard, 1995; Ruback, 1993; Ruback y Ivie, 1988; Ruback y Menard, 2001; Skelton y Burkhart, 1980). Estas características son importantes porque pueden ayudar a la víctima y también a los demás a definir si lo que ha ocurrido es delito, si es lo suficientemente grave y si merece la pena denunciarlo. Además, algunas de estas características pueden influir en las creencias sobre la validez de la denuncia (Feldman-Summers y Palmer, 1980; Fisher et al., 2003) e incluso en las conductas o reacciones exhibidas por las personas que trabajan en las instancias del sistema legal (La Free, 1989; Kerstetter, 1990; Kerstetter y Van Winke, 1990).

Dada la importancia que los referidos trabajos han concedido a la influencia que en la toma de decisiones de las víctimas tienen las personas que las rodean, cualquiera de nosotros potencialmente, habría que concluir de acuerdo con Greenberg y Ruback (1992) «...that the real «gatekeepers» (of the legal system) are those people with whom victims consult in the moments immediately after the crime...» (p. 243). De este modo, es necesario seguir investigando y conocer las variables que expliquen las creencias o expectativas que tienen las personas respecto a si la víctima comunicará o no lo sucedido a familiares o amigos y a la policía. Este precisamente constituye el principal objetivo del presente trabajo, el cual forma parte de una investigación más amplia sobre percepción social de la violación, reacciones hacia sus víctimas y percepción de justicia.

En el presente estudio se plantea que las creencias o expectativas de los sujetos de la población general (por lo tanto, no solo estudiantes) respecto a si la víctima comunicará lo sucedido o no variarán en función de las características de la situación delictiva y de las características del sujeto que mantiene tales creencias. Nos centraremos fundamentalmente en las primeras y, de entre las segundas, el sexo de los sujetos también ocupará nuestra atención.

Se podría plantear que independientemente de lo que el Código Penal tipifica como tal, las personas han formado su propio concepto, su propio esquema Page 350 de lo que constituye este delito. Los sujetos parecen tener un estereotipo, una imagen ideal de cómo se produce una violación y, en definitiva, de qué elementos consta (Burgess, 1987; Ryan, 1988; Burt, 1991; 1998; Byrne et al., 1999; Bechhofer y Parrot, 1991; du Mont et al., 2003; Ford et al., 1998; Garrido y Herrero, 1997, 1999-2000; Herrero y Garrido, 1991, 1993; 1999; 2002). Muy probablemente los juicios que los sujetos emiten sobre la violación y sus víctimas, y entre ellos sus creencias o expectativas respecto a la denuncia, dependen del grado de correspondencia existente entre las características de un caso particular de violación al que los sujetos se enfrentan en un momento dado y esa imagen que se han formado. En definitiva se mantienen unas creencias y conceptos sobre la violación que constituyen el filtro a través del cual se interpreta este delito y, lo que es más importante, se reacciona hacia él y sus víctimas.

De este modo, y teniendo en cuenta resultados previos sobre atribución de responsabilidad para el delito (Herrero y Garrido, 2002 para una revisión sobre esta cuestión), se postulaba que las creencias o expectativas de los sujetos de la población respecto a la comunicación de los hechos delictivos por parte de la víctima variarían dependiendo de que tales hechos constituyan un robo o una violación (R/V), de que la situación delictiva sea estereotipada o no estereotipada (EST/NEST) y de si la víctima en tal situación reacciona de un modo estereotipado o no (Ester/Nester). Así mismo, puesto que las expectativas sociales respecto a la denuncia han mostrado estar relacionadas con la probabilidad percibida del delito y, sobre todo, con la gravedad otorgada al mismo (Greenberg y Ruback, 1992), estábamos interesados en analizar la influencia de las características de la situación delictiva (tipo de delito, tipo de situación delictiva y tipo de reacción de la víctima) en la probabilidad percibida del delito y en los juicios de gravedad que emiten los sujetos.

Finalmente, y puesto que algunos estudios sobre violación han mostrado que esa primera persona con la que habla la víctima antes de decidir si denunciará los hechos muy probablemente es su marido, novio o compañero, estábamos muy interesados en explorar la...

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