Pensar y ordenar el múltiplo

AutorGiovanni Fiandaca
Cargo del AutorProfesor de Derecho Penal, Universidad de Palermo
Páginas135-140

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De reforma del Código penal se puede hablar desde muchos puntos de vista: internos o técnicos, o bien externos o de contexto. Especialmente en Derecho penal, las elecciones político-criminales y técnicas resultan verdaderamente comprensibles y claras solamente si se las examinan en los detalles, no siendo suficiente su enunciación programática. Prefiero por esto (todavía no habiendo traducido la Comisión Grosso sus indicaciones programáticas en un articulado normativo) desarrollar un discurso algo menos técnico: es decir, me pregunto qué significa volver a hablar de reforma del código en el contexto actual de la justicia penal y, además, en el cuadro político-cultural de hoy.

En la aproximación a los males de la justicia penal italiana, ha sido recientemente evocado el mito de Sísifo: evocado, evidentemente, como alegoría del eterno movimiento oscilante entre dos polos prefijados, del tiempo cerrado y sin vía de salida, sin futuro. Como es demasiado fácil intuir, la alusión es a un legislador desprovisto de un auténtico proyecto, sometido a la tiranía de la urgencia y a un exceso de contingencia, oscilante entre impulsos político-criminales contradictorios, privado de la capacidad de sopesar y mediar exigencias contrapuestas en el interior de una perspectiva de larga duración.

Desde este punto de vista, el legislador italiano parece haber renunciado a la función de orientarse al futuro: contraviniendo al proyecto de la modernidad jurídica, en vez de «encadenar la acción del tiempo», se deja subyugar por el tiempo1.

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Este perfil se hace particularmente agudo si, y cuando, retorna en escena el tema de la codificación o recodificación.

Nuestro presente cultural y jurídico aparece, en efecto, caracterizado por el predominio de paradigmas que parecen contradecir, del modo más vistoso, los presupuestos que han hecho históricamente posibles las grandes codificaciones: aludo, además del paradigma de la urgencia o emergencia, a los del pluralismo de los valores y de la complejidad social.

En realidad, para garantizar la estabilidad del sistema penal aun en presencia de los susodichos paradigmas, sin, al mismo tiempo, renunciar a la epistemología simple del tradicional modo de legislar, se precisaría por parte del legislador un acercamiento de tipo simplificador, es decir, aquel tipo de acercamiento que precisamente ha hecho posibles, históricamente, las codificaciones. Por ejemplo Francois Ost, un filósofo del derecho de lengua...

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