El peculiar estatus de Ildefonso Cerdà como ingeniero de Caminos, Canales y Puertos

AutorJoan Amenós Álamo
Cargo del AutorProfesor titular de Derecho Administrativo. Universidad Autónoma de Barcelona
Páginas53-66

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I Introducción

La doctrina jurídico-urbanística ha señalado de forma unánime (Baño León, 2009, págs. 42 y ss.; Bassols Coma,1973; Lora-Tamayo, 2007) la influencia de las doctrinas y de la praxis de Cerdà en la Ley del Suelo de 1956. En algún caso, se ha advertido que la incidencia podría haberse verificado antes si se hubiese aprobado el Proyecto de Ley General para la Reforma, Saneamiento, Ensanche y otras Mejoras de las Poblaciones, de Posada Herrera, presentado en 1861 y retirado a causa de diferentes presiones políticas (Bassols Coma, 1973). Desde otro punto de vista, se ha advertido que, precisamente, la Ley de 1956 vino a vulnerar algunos de los postulados originales de Cerdà, que ya habían empezado a concretarse en la práctica legislativa y ejecutiva (Parada, 1997, págs. 306 y ss.).

No es el momento de comparar las deudas del articulado de nuestra primera ley urbanística con la imponente obra del maestro catalán, condensada en su Teoría general de la urbanización y aplicación de sus principios y doctrinas a la reforma y ensanche de Barcelona1. Baste decir que sus principales aportaciones giran en torno a la financiación de la operación de crecimiento urbano, a la reparcelación y a lo que luego se llamó "sistema de compensación".

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Ahora bien, estas luminosas ideas no nacieron en un laboratorio académico, sino que se cocieron a pie de obra, apegadas al proceso de ensanche de Barcelona (aunque es cierto que Cerdà anotó también alguna intervención relevante en la articulación de la expansión de Madrid). Tuvo, pues, este proceso conjunto de escritura y transformación urbana un sesgo específico de experimento. Un experimento, por cierto, polémico desde el primer día. Es sabido que contó -hasta su definitiva imposición gubernamental- con la radical oposición de las autoridades de Barcelona y de las fuerzas vivas de la ciudad. Un experimento -y ahí queremos llamar la atención- que no hubiera sido posible sin un requisito preexistente: la condición de Ildefonso Cerdà como miembro del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos.

Estamos hablando de una condición, como vamos a ver, un tanto peculiar, ya que en las fases decisivas de creación teórica y aplicación práctica Cerdà ya se había dado de baja en dicho Cuerpo. Sin embargo, no por ello el resto de sus integrantes le consideraba un extraño, sino que le mantuvo el título de "ser uno de los nuestros". Los Ingenieros de Caminos avanzaban, así, una de las prácticas corporativas más extendidas en determinados cuerpos de élite de la Administración española, que no excluyen de la originaria familia funcionarial al miembro que se ha dado de baja o se halla en excedencia2. Veámoslo con más calma.

II La relevancia del cuerpo de ingenieros de caminos, canales y puertos. Cerdà, miembro del cuerpo
1. Los cuerpos de funcionarios

Como ha recordado Parada (2005, págs. 443-444), a lo largo del siglo xix se fueron estructurando los funcionarios en cuerpos jerarquizados de ámbito y gestión departamental. Su creación se hacía siempre en función de las características de cada servicio y articulando sus derechos y deberes en relación con los cometidos del sector administrativo concreto que tenían a su cargo. No hubo, pues, una voluntad de regulación general del servicio al Estado (al menos, en la primera mitad del siglo xix).

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2. El Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos

El Cuerpo de Ingenieros de Caminos ya era un antecedente en esta dirección, puesto que había nacido durante el Antiguo Régimen. Así, ya en el siglo xvni alrededor de un millar de ingenieros militares dirigieron las obras públicas en España y se precisó su Estatuto con la aprobación, en 1718, de la primera ordenanza del Cuerpo de Ingenieros Militares (Magrinyà, 2009). Posteriormente, se configura ya específicamente un Cuerpo de Ingenieros de ámbito civil en virtud de Real Orden de 12 de junio de 1799, bajo el nombre de Inspección General de Caminos. Igualmente, se estableció poco después una escuela especial de dicho Cuerpo (aunque sufrió en pocos años diversos cierres y avatares).

Por R.D. De 30 de abril de 1835 se ordena la formación del Cuerpo de Ingenieros Civiles, compuesto por dos secciones: la de ingenieros de caminos, canales y puertos y la de ingenieros de minas (Nieto, 2006, pág. 371). También integrarán la Corporación los ingenieros geógrafos y los ingenieros de bosques. Finalmente, el Decreto sobre promoción de obras públicas, publicado el 10 de octubre de 1846, les dio las competencias en dicha materia (v. Magrinyà, 2009, y la bibliografía allí citada). En conclusión, suele afirmarse que los ingenieros civiles operan como indiscutibles protagonistas de las obras públicas a lo largo del siglo xix.

En definitiva, pues, el de ingenieros de caminos, canales y puertos era quizás el más relevante de los "cuerpos facultativos", que disfrutaban de un régimen diferente al de la denominada carrera administrativa ordinaria (Nieto, 2006, pág. 371). No se trataba solo de una mejor retribución, sino de un sistema peculiar de ingreso y de ascenso cuyo modelo ya había sido creado por la R.O. De 21 de septiembre de 1833 para los ingenieros de minas.

En concreto, dicha R.O. Estableció una escala de categorías personales que dependía del lugar que se ocupaba en el escalafón general del Cuerpo. En este escalafón había cuatro categorías, "ordenadas de tal manera que para llegar a la superior había que haber estado previamente en la inferior, formándose así un ritmo secuencial y cerrado, que es la clave de una carrera funcionarial" (Nieto, 2006, pág. 372). De este modo, en la primera categoría venían a ingresar los alumnos con mejores calificaciones en la escuela. Posteriormente, "iban ascendiendo por riguroso orden de antigüedad hasta llegar a los dos últimos escalones en los que ya no operaba automáticamente la antigüedad sino que se valoraba también el mérito distinguido, la ciencia sobresaliente y los servicios relevantes" (Nieto, 2006, pág. 372). Se conseguía así una estabilidad efectiva en el Cuerpo y, por otra parte, el requisito de la antigüedad bloqueaba el arribismo de candidatos noveles (incluso pertenecientes al Cuerpo). Esto permitió, según Nieto (2006, pág. 372), que quedaran al margen de las turbulencias políticas y de la contaminación partidista, cosa que también se dificultaba por la exigencia de conocimientos técnicos especializados.

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3. La carrera funcionarial de Ildefonso Cerdà

Estapé (2001, págs. 37 y ss.) ha estudiado ya con precisión la hoja de servicios de Ildefonso Cerdà como ingeniero de caminos. Baste decir ahora que formaba parte de la promoción de 1841 de la escuela corporativa (que fue dirigida por Juan Subercase desde 1837 a 1849). Ya el 15 de diciembre de 1839 había sido nombrado por Real Orden Aspirante 2.º. Desde 1841 realizó trabajos en distintas provincias: Murcia, Teruel, Tarragona, Gerona y Barcelona (Flo-rensà, 1959, y Jara, 1959).

En 1849, solicitó a S.M. La reina el retiro por motivos de carácter familiar. En la citada hoja de servicios se concretan estas razones: "fallecimiento de su hermano mayor, cuyos intereses le era necesario defender, su propio casamiento y también el fallecimiento de un cuñado" (citado por Estapé, 2001, pág. 39). En definitiva, sus beneficios hereditarios le permitían a partir de ese momento una situación económica más desahogada. Además, la nueva situación profesional le dotaba de una mayor libertad para llevar adelante sus empeños teóricos y pragmáticos sobre la cuestión de la urbanización.

La hoja de servicios concluye indicando que "en 24 de noviembre de 1849, por real orden, se le admite la renuncia que hizo de su destino, sin que dicha separación voluntaria del servicio le produzca nota desfavorable en la buena opinión que ha gozado durante su permanencia en el Cuerpo" (transcrito por Estapé, 2001, pág. 39).

Iniciará después Cerdà una ajetreada carrera política, con diversos compromisos cívicos e incluso alguna actuación casi legendaria. Fue elegido diputado para el Congreso en 1850 y luego, varias veces, regidor del...

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