Pastrana, presidente. Comienza el proceso del Caguán. Promesas y escaramuzas. Los sucesos de Mitú

AutorJaime Contreras
Páginas259-272

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CAPÍTULO 15.

PASTRANA, PRESIDENTE. COMIENZA EL PROCESO DEL CAGUÁN. PROMESAS Y ESCARAMUZAS. LOS

SUCESOS DE MITÚ

Fuera cual fuera el resultado final de los comicios, Marulanda había fijado su posición para unas obligadas conversaciones con el nuevo presidente que se mostraba seguro de presentarse a ellas desde una posición fuerte y convencido que la necesidad de una negociación se abría paso en muchos sectores de la población, algunos de ellos, con evidente influencia social y económica en el país. Los éxitos armados de la FARC demostraban que no podía descartarse la posibilidad de un triunfo, aunque no fuera inmediato, de esta organización. Parece que fue en la sede colombiana del PNUD (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo) lugar al que concurrían, con frecuencia empresarios, políticos, académicos reconocidos e, incluso, personas bien vistas en medios militares, donde, en los dos últimos años de la presidencia de Samper, se fue creando un cierto clima en favor de iniciar, otra vez, un acercamiento entre la guerrilla y el gobierno. Desempeñó un singular papel en este ambiente del PNUD, el senador Álvaro Leiva, figura destacada del Partido Conservador, antiguo ministro de Minas y Energía con Betancur que, en diferentes ocasiones, había realizado tareas de intermediación con grupos insurgentes, como lo hizo con el M-19, cuando el secuestro de Álvaro Gómez. Firmemente convencido de la necesidad de iniciar, esta vez con mayores esperanzas de éxito, negociaciones con la guerrilla, Leiva trabajó muy directamente con Pastrana en la campaña electoral y fue, quizás, quien influyó más para que el candidato conservador entendiese la necesidad de añadir a su programa, la idea de hablar con Marulanda340. Parece que fue por entonces, cuando, a instancias de Álvaro Leiva, los “funcionarios” del PNUD, habían contactado con “Raúl Reyes”, jefe del Comité Internacional de las FARC que, a la sazón, se encontraba en México con su esposa Olga Marín, también compañera de guerrilla. En aquel encuentro este miembro del Secretariado trasmitió, a los “emisarios” del candidato conservador, la disposición de la organización subversiva para iniciar un proceso de negociación.

340Edgar Téllez/Oscar Montes /Jorge Lesmes. Diario íntimo de un fracaso. Historia no contada de un proceso de paz con las Farc. Planta. Bogotá. 2002, pp. 18-20.

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JAIME CONTRERAS

Para sorpresa de sus interlocutores, Raúl Reyes indicó que la guerrilla vería muy bien si este nuevo tiempo político se abría con el visto bueno, aunque fuera implícito, de los EE.UU; e indicaba, igualmente, que el tema de los cultivos ilícitos fuera un punto básico en el transcurso de las conversaciones.

Todo ello, no obstante, Pastrana, en todo el tiempo electoral, fue cauto con este tema de los diálogos. Empero aquella fue una larga y durísima campaña, en la que, tanto el Proceso 8000, como la corrupción fueron los temas estrellas y las armas arrojadizas de la confrontación electoral. Existía también, un fenómeno social importante que, por entonces, se extendió por todo el país; se trataba de un movimiento ciudadano, dinamizado por miles de jóvenes, que hacía público su hartazgo respecto del clima de violencia que anegaba a toda la sociedad colombiana; esta movilización de la sociedad civil se concretó, durante los primeros meses de1998, ya en plena campaña, en una organización denominada Mandato Ciudadano por la Paz, la Vida y la Libertad que llegó a concretarse en un Consejo Nacional de Paz341. Lo verdaderamente interesante de dicha entidad es que logró que el rechazo a la violencia terrorista (repudio de las “pescas milagrosas” y rechazo frontal a la proliferación de secuestros y a la toma armada de municipios) se ahormase en torno a un programa de paz al que acompañaban un conjunto de medidas de política social. Todo este conjunto de proposiciones no pudo ser eludido por los candidatos, y sus promotores lograron convertirse en el centro de los debates presidenciales; no puede negarse que fue, entonces, el candidato conservador el que mejor supo conectar con el anhelo de paz de aquella oleada popular que los jóvenes colombianos protagonizaban. Pastrana, en aquella ocasión, sabedor de la debilidad institucional que el proceso 8000 había causado al sistema político y al propio estado, apostó por abanderar el ansia popular de paz. Es verdad que, en alguna ocasión anterior, Pastrana, en un tono un tanto mitinero, había hablado de un nuevo horizonte de negociación en el que no podría descartarse llegar a un acuerdo, con la guerrilla en el que figurase la posibilidad de “permitir” que, ésta, se asentase, por un tiempo determinado, en alguna zona que sería entendida como “área de distensión”; tal concesión gubernativa debía ser comprendida como prueba de buena voluntad, en aras de encontrar un espacio de paz. Ahora las propuestas que presentaba el Mandato Ciudadano pasaron a formar parte sustancial de su programa presidencial; y, así, llevado de un impulso, un tanto desmedido a juicio de algunos de sus colaboradores, el candidato conservador, en una ocasión, ante las cámaras, había manifestado que “si hay que ir al monte para hacer la paz, estoy dispuesto a hacerlo” Con tales mensajes, llegaba Pastrana a los comicios en clara disputa con la formación liberal.

En la convocatoria para la primera vuelta, que tuvo lugar el 31 de mayo de 1998, los votos emitidos resultaron repartirse en torno a tres formaciones; el Partido Liberal de Horacio Serpa, que alcanzó el 34.5%., la Gran Alianza para el Cambio, que lideraba el conservador Andrés Pastrana, que acabó muy cerca con un 34.3% de los votos, y la formación, Sí Colombia, dirigida por la candidata Sanin Posadas que consiguió un digno 26.8%. Todo quedaba para la segunda convocatoria a celebrar veinte días después, en medio de una dura hostilidad entre los dos candidatos mayoritarios.

341S. E. Torres Chaves. “La participación de la Sociedad Civil en el Proceso de Paz del Caguán. (1998-2002) Reflexiones para la actualidad; en www: academia.edu/12159718/ la_participacion de_la_sociedad_( última vista 31 agosto 2016) .

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FARC-EP: INSURGENCIA, TERRORISMO Y NARCOTRÁFICO EN COLOMBIA

Se me llenó la copa. El país está cansado de las mentiras del Dr. Horacio Serpa”, Tal fue la queja que el conservador Andrés Pastrana denunció ante las cámaras de TV, el 13 de abril de este año, en plena campaña, denunciando, ante los electores colombianos, la persistente hostilidad y el cinismo de que era objeto por parte de su oponente y del gobierno liberal que lo patrocinaba. Fue una denuncia que muchos medios interpretaron como la respuesta de un candidato ganador ante el nerviosismo desesperado del candidato liberal, que no había sido capaz de hacer propuestas serias que corrigiesen los múltiples errores en los que había incurrido la administración de Samper. La estrategia del gobierno de acusar al candidato conservador, de manera permanente y reiterada, de pretender iniciar, en caso de llegar a la presidencia, un sistemático proceso de privatizaciones que habría de destruir todo el sistema social de seguridad levantado por los liberales, se volvió en contra de Serpa y condujo a éste a cometer un cúmulo de precipitados errores, el principal de los cuales tuvo lugar cuando, a poco menos de unos días para la segunda vuelta, miembros del Secretariado de la FARC aparecieron, de manera abierta, ante los medios de comunicación, para informar de la reunión realizada con un emisario del candidato Dr. Andrés Pastrana; estos guerrilleros, cuyo nombre ya resultaba algo familiar para muchos colombianos, aparecían con su rostro descubierto, manifestando su satisfacción por dicho encuentro. Las FARC, ante la sorpresa general, no ocultaban sus preferencias, mientras en el Partido Liberal no daban crédito ante el semejante espectáculo de ver al partido de la oposición “coqueteando”, según decían algunos, con la organización terrorista342.

Y si las FARC no habían tenido reparos en “interferir”, desde sus intereses, en la carrera electoral, las AUC (Autodefensas de Colombia) de Carlos Castaño también se aprestaban a hacer lo mismo, según era la percepción que, en los mandos de estas fuerzas, se tenía respecto de un posible proceso negociador que la siguiente administración debería iniciar con ellos. Por eso, a pocos extrañó la declaración de Castaño cuando, públicamente, expresó su preferencia de voto, la suya y las de sus autodefensas; porque si, para la primera vuelta, había señalado a sus gentes que el candidato preferido debería ser el Dr. Serpa, a pesar de los desplantes que éste había tenido con las autodefensas desde su ministerio, ahora, llegado el momento decisivo de la segunda vuelta, se “ordenó” que todos los votantes de sus áreas de influencia, incluidos los que simpatizaban por el partido liberal, orientasen sus votos hacia el candidato conservador. Parecía que el estado mayor de las AUC había llegado a la conclusión que el Dr. Pastrana, una vez iniciadas las conversaciones con la guerrilla, no tendría más remedio que iniciar, también, conversaciones con ellos, siguiendo la inercia del proceso, porque todos sabían en Colombia, las FARC también, que no había otra solución para los “paras” que sentarlos, igualmente, en la mesa.

El 21 de junio de 1998 los colombianos acudieron, por segunda vez a las urnas, para inclinarse por el candidato conservador, que lideraba una coalición, la Alianza para el Cambio; el resultado, un 51% para el ganador, fue muy ajustado e indicaba la profunda división en la que el país había caído. Pero Pastrana se puso rápidamente manos a la obra, y el día 9 de julio, apenas habían pasado 15 días de su triunfo electoral, el país supo, en los noticieros, que el presidente electo, que todavía no había tomado posesión de su cargo, se había reunido en el Sur del país, en un campamento de los insurgentes de las FARC, con su jefe Manuel Marulanda Vélez, persona declarada en...

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