Pasión por Walser

El escritor suizo Robert Walser es el héroe moral del doctor Pasavento, el protagonista de mi libro más reciente. Creo que en esa elección del héroe moral, Pasavento y yo coincidimos plenamente. He admirado siempre de Walser la extrema repugnancia que le producía todo tipo de poder y su temprana renuncia a toda esperanza de éxito, de grandeza. Siempre admiré su extraña decisión de querer ser como todo el mundo cuando en realidad no podía ser igual a nadie, porque no deseaba ser nadie, y eso era algo que sin duda le dificultaba aún más querer ser como todo el mundo. Y además siempre admiré esa caligrafía suya que, en el último periodo de su actividad literaria, antes de recluirse en manicomios (cuando se volcó en esos textos de letra minúscula conocidos como microgramas), se fue haciendo cada vez más pequeña, hasta el punto de que le llevó a sustituir el trazo de la pluma por el del lápiz, porque sentía que éste se encontraba «más cerca de la desaparición, del eclipse».

A ese sistema de escritura Walser lo llamó el método del lápiz.A decir verdad, es un sistema altamente original y el lector español podrá saber ahora de él gracias a la publicación de Escrito a lápiz. Microgramas I (1924-1925), con la traducción excepcional de Juan de Sola Llovet. Ese método de Walser consistía en escribir en hojas de almanaque (que solía cortar por la mitad) y en todo otro tipo de papeles -más bien papelillos- que encontraba por ahí; llegó a escribir incluso en el papel de carta con el que cierta revista le había rechazado la publicación de un texto.Como comentara ya el gran Juan José Saer, la constante en la utilización de ese soporte material de papelitos (con la curiosa particularidad en muchos casos de que el texto tiene una extensión que coincide casi al milímetro con el tamaño de la hoja) ha sugerido a los estudiosos de la obra de Walser la hipótesis de que era el tipo de papel y su formato lo que originaba en este narrador el proceso de escritura. ¡Qué desmitificación más grande, por cierto, de los grandes temas de la literatura!

Y es que, como bien señalara Elías Canetti, Walser era un escritor sin motivo, escribía sin ninguna finalidad externa, escribía por escribir y cualquier tema le parecía interesante. Todo estaba bien siempre para él, y quizás esto explique el por qué su literatura -a diferencia de los grandes colosos de su época, como Thomas Mann, por ejemplo- carece de intenciones y de esqueleto. Y es que para él ya estaba bien así, le...

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