Sobre la relación entre la participación pasada y futura en la delincuencia

AutorDaniel S. Nagin; Raymond Paternoster
Cargo del AutorCatedráticos de Criminología Universidad Carnegie Mellon; Universidad de Maryland
Páginas421-445

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1. Introducción

Tan sólo existen unas pocas regularidades empíricas bien documentadas en criminología -existe una mayor probabilidad de que los varones cometan delitos que de que lo hagan las mujeres, y los varones son también delincuentes más frecuentes, el índice de arrestos es mayor entre los blancos que entre los negros, y los índices de delitos conjuntos se van elevando con la edad hasta llegar a la primera edad adulta, y descienden a partir de entonces. La interpretación de cada una de estas regularidades ha sido objeto de un amplio análisis y teorización empíricos (por ejemplo, Greenberg, 1985; Hagan, 1989; Hindelang, 1978, 1981; Hirschi y Gottfredson, 1983). Otra regularidad empírica comparablemente documentada es la asociación positiva entre delincuencia pasada y futura. Numerosos estudios empíricos han demostrado que existe una mayor probabilidad de que cometan delitos en el futuro aquellos que empiezan a delinquir a una edad temprana, y los que tienen amplios historiales delictivos (véase Blumstein et al., 1985; Wolfgang et al., 1972).

La observación de que la experiencia pasada de algún evento o conducta especificados está ampliamente correlacionada con la experiencia futura de tal evento o conducta, ha sido puesta de manifiesto en una amplia variedad de contextos. Las personas físicas que, por ejemplo, previamente se hayan visto involucradas en accidentes, hayan experimentado periodos de pobreza, hayan estado desempleadas, o se hayan trasladado, tendrán respectivamente una mayor posibilidad de verse involucradas en accidentes, experimentar un periodo de pobreza, quedar desempleadas o trasladarse en el futuro (Bates y Neyman, 1951; Goodman, 1961; Heckman, 1981b; Feinstein y McFadden, 1988). Heckman (1981b: 150) pone de manifiesto que existen dos explicaciones particularmente distintas para tales regularidades empíricas:

Una de ellas es que las personas que han experimentado el evento están alteradas por su experiencia de que las restricciones, preferencias o precios (o cualquier combinación de los tres) que rigen los resultados futuros, Page 422 están alterados por los acontecimientos pasados. Tal efecto de resultados pasados se conceptúa como dependencia de estado estructural. Una segunda explicación es que las personas difieren en una determinada propensión no medida a la hora de experimentar el acontecimiento, y esta propensión es bien estable en el tiempo o, si cambia, los valores de propensión están autocorrelacionados. Definiendo de un modo amplio, la segunda explicación es consecuencia de la heterogeneidad de la población (énfasis añadido).

En este documento, tratamos de distinguir entre estas dos interpretaciones de la relación entre actividad delictiva pasada y futura1. Como se comentará más adelante, muchas de las principales teorías generales del delito pueden agruparse en términos amplios en dos clasificaciones fundamentalmente diferentes: las que ponen énfasis en la heterogeneidad frente a las que ponen énfasis en los efectos similares de dependencia de estado. Así, la clasificación de las contribuciones relativas de la dependencia de estado frente a la heterogeneidad a la hora de explicar la asociación positiva entre la delincuencia pasada y futura ha tenido implicaciones fundamentales para la teoría criminológica. Por otra parte, el documento demuestra una metodología que no se ha empleado previamente en la investigación criminológica, a pesar de su amplia aplicabilidad a diseños de investigación basados en el análisis de datos longitudinales.

2. Interpretaciones de dependencia de estado y heterogeneidad en materia de relación entre delincuencia pasada y futura

La interpretación relativa a la heterogeneidad de la población, referente a la asociación positiva entre delincuencia pasada y futura es una premisa fundamental de la teoría general del delito de Gottfredson y Hirschi (1990). Éstos ponen de manifiesto que la «investigación competente muestra regularmente que lo que mejor predice el delito es la conducta delictiva previa. En otras palabras, la investigación muestra que las diferencias entre las personas en la probabilidad de que cometan actos delictivos persiste a lo largo del tiempo» (p. 107). Alegan que la conducta delictiva es una manifestación de falta de autocontrol: «las personas que carecen de autocontrol tenderán a ser impulsivas, insensibles, físicas (en oposición a las personas mentales), que adoptan riesgos, cortas de miras, y no verbales, y por tanto tenderán a participar en actos delictivos y actos análogos» (p. 90). Asimismo sostienen que «después de un siglo de investigación, las teorías del delito siguen sin prestar atención al hecho de que las mencionadas diferencias aparecen pronto y permanecen estables durante una gran parte del curso vital» (p. 108, énfasis añadido). Page 423

De modo similar, Wilson y Herrnstein (1985: 41-66) sugieren que las personas difieren respecto a lo que podría llamarse «disposición delictiva» o «propensión delictiva», que comprenden características como la impulsividad, la condicionabilidad y la conciencia. La disposición delictiva es una característica latente (no medida o tan sólo parcialmente mensurable) que varía en las diferentes personas2, y se supone que se trata de una característica duradera de las personas. Señalan «que el delincuente lleva a cabo una conducta delictiva no sólo por las necesidades y circunstancias inmediatas sino por las características personales duraderas; se pueden apreciar algunos atisbos de éstas en su conducta desde la primera infancia en adelante ...» (p. 209, énfasis añadido).

Tanto Gottfredson y Hirschi como Wilson y Herrnstein apelan a una voluminosa producción que muestra una asociación positiva entre delincuencia adolescente / delincuencia adulta, y factores como una supervisión escasa de los padres y el rechazo de los padres en la primera infancia, hermanos delincuentes, delincuencia de los padres, y un CI bajo3.

Puesto que inevitablemente los ingredientes de un escaso autocontrol o, alternativamente, una propensión delictiva van a medirse de un modo incompleto, las teorías de Wilson y Herrnstein y Gottfredson y Hirschi son ejemplos prototípicos de la explicación de heterogeneidad persistente y no observada referente a la asociación positiva entre delincuencia pasada y futura. Específicamente, debido a que se argumenta que las diferencias en disposición individual a la comisión de delitos persisten a lo largo del tiempo, la infracción pasada y presente de la ley están correlacionadas positivamente. Esta interpretación de la asociación positiva entre delincuencia pasada y futura es una variante del argumento familiar de la influencia de la «variable omitida».

La interpretación alternativa -dependencia de estado- implica que el acto de cometer un delito tiene una influencia genuina auténtica en el sentido de que la experiencia de la comisión del delito aumenta la probabilidad de delitos futuros, al cambiar algo sobre las características personales del delincuente o las oportunidades de la vida. La interpretación de la dependencia de estado correspondiente a la asociación positiva entre delincuencia pasada y futura implica que el acto inicial del delito, y quizá los actos delictivos posteriores, reducen lo que podrían haber sido inhibiciones razonablemente efectivas contra el delito futuro.

La interpretación de la dependencia de estado casa con una serie de teorías sobre la delincuencia. La participación delictiva previa puede, por ejemplo, debilitar el vínculo social del individuo con la convencionalidad (Agnew, 1985; Hirschi, 1969). La comisión de actos delictivos puede dañar las relaciones sociales valoradas o las inversiones materiales que una vez sirvieron (aunque fuese de un modo imperfecto) Page 424 para controlar la participación delictiva. Estas explicaciones de la dependencia de estado son coherentes con los hallazgos de estudios de panel acerca de la delincuencia, que establecen que el delito tiene un efecto inverso posterior en los inhibidores de la delincuencia como la vinculación al colegio, la vinculación a otras personas convencionales, el riesgo percibido de sanción, y las creencias morales que condenan la conducta delictiva (Agnew, 1985; Britt y Campbell, 1977; Burkett y Warren, 1987; Massey y Krohn, 1986; Meier et al., 1984; Paternoster et al., 1983). También es posible que los actos criminales o delictivos lleven a los delincuentes a una mayor afinidad con otras personas que también sean violadoras, lo que daría lugar a nuevos delitos. Esta conjetura es coherente con las teorías de la asociación diferencial y del aprendizaje social (Akers, 1985; Sutherland, 1955) y con la literatura empírica existente (Britt y Campbell, 1977; Burkett y Warren, 1987; Ginsberg y Greenley, 1978; Kandel, 1974; Massey y Krohn, 1986; Meier et al., 1984).

Un proceso de dependencia de estado también es compatible con la noción de los teóricos del etiquetado de que las reacciones a supuestos de desviación primaria crean «problemas de ajuste» para los delincuentes, que les llevan a cometer desviaciones adicionales, secundarias (Lemert, 1972: 62-92). Alternativamente, vamos a suponer que la participación delictiva anterior es un indicador del contacto con el sistema de justicia juvenil...

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