Participación e innovación digital: profundizando en la ciudad inteligente democrática

AutorAlejandra Boni Aristizábal/Aurora López-Fogués/Álvaro Fernández-Baldor Martínez/Gynna Farith Millan Franco/Sergio Belda-Miquel
Páginas61-72

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En los capítulos anteriores hemos analizado cuáles son las visiones dominantes sobre la ciudad inteligente en Santander, Valencia, Bilbao y San Sebastián. También hemos descrito cómo entienden la participación en el diseño de la ciudad inteligente y qué canales y espacios están proponiendo a la ciudadanía para que se involucren activamente. Asimismo, nos hemos referido a cómo las experiencias de ISDC están innovando con la tecnología digital y cómo en sus prácticas involucran a la ciudadanía y se relacionan con la Administración. El estudio arroja una gran diversidad de experiencias, de formas de utilizar la tecnología digital, algunas más y otras menos participativas. También evidencia que existen diversos fines para los que pueden servir las TIC; desde planteamientos extremadamente tecnocráticos y deterministas hasta maneras radicalmente opuestas donde la tecnología digital es el medio para posibilitar una ciudadanía crítica, vigilante, que actúe de contrapoder frente a los poderes públicos y privados.

En este capítulo queremos presentar las conclusiones más relevantes del estudio y proponer sugerencias para las Administraciones públicas, a quienes queremos dirigirnos especialmente porque son parte esencial de la construcción de una ciudad inteligente más participativa y democrática.

6.1. Tecnología digital, ¿para qué? Visiones encontradas de la ciudad inteligente en los ayuntamientos

Como hemos descrito a lo largo de la investigación, la ciudad inteligente, aunque remite siempre a la idea común del uso de las TIC en las urbes, es un paraguas bajo el cual conviven, coexisten o entran en disputa distintas visiones. Nuestros casos ilustran esta naturaleza compleja de la idea de ciudad inteligente, así como la coexistencia y las relaciones conflictivas y desiguales entre las distintas visiones que apuntábamos al comienzo del libro: la tecnocrática, la creativa, la sostenible y la participativa. Todas ellas tienen en

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común la innovación como motor de la ciudad inteligente; en este sentido, las agendas de la innovación y de la smart city van de la mano. Pero, a excepción de esta similitud, las diferencias son más que notables.

En el caso de Santander predomina claramente la visión tecnocrática y la participación de la ciudadanía se concibe mediante el uso de la tecnología digital que proporciona la Administración. En este sentido, la visión de la participación parece fuertemente tecnocrática y más exclusivamente centrada en una perspectiva «de arriba abajo».

Los otros casos ilustran una visión más compleja. En Valencia, la ciudad inteligente se asocia a la transformación urbana ligada a retos que remiten a una ciudad inteligente sostenible, a la par que se habla de la importancia de la innovación y de la participación ciudadana. Todo ello coexiste con la herencia del Gobierno municipal anterior, que defendió una perspectiva tecnocrática de la ciudad inteligente y que aseguró un contrato millonario hasta 2018 a Telefónica para que fuera el cerebro de la ciudad inteligente.

Pero también existen, en el caso valenciano, numerosas referencias a la participación de la ciudadanía no solo como usuaria pasiva de la tecnología digital, sino también como un agente activo. Sin embargo, nuestro estudio ilustra que la manera de concebir el uso del espacio de Las Naves (proyecto estrella municipal para el fomento de la participación ciudadana en lo digital) limita la participación debido a las reglas que para su uso impone la Administración. Es cierto que el uso del espacio lleva aparejado también un acompañamiento por parte de personal experto, pero ciertamente las condiciones de la Administración condicionan los procesos participativos de «abajo arriba». Prueba de esto es que de las siete ISDC entrevistadas solo una está utilizando los espacios de Las Naves. Las demás o solo reciben subvenciones para sus proyectos o prefieren no tener relación con la Administración municipal.

En Bilbao la ciudad inteligente está ligada al carácter industrial de la ciudad, con un claro énfasis en la innovación tecnológica y empresarial. En este sentido, se aproximaría a una visión creativa y tecnocrática de la ciudad inteligente. Pero también hay referencias a la participación ciudadana, ligada a la mejora de determinados barrios. Por consiguiente, podríamos decir que la tecnología digital abre espacios de cogobernanza en áreas de interés estratégico para la urbe, del que hacen uso fundamentalmente el sector empresarial y los espacios de representación ligados a la regeneración urbana de la ciudad.

Asimismo, al igual que en Valencia existen espacios municipales donde la participación ciudadana organizada puede hacer uso de las instalaciones. Sin embargo, su uso es menos restringido que en el caso valenciano. La limitante es el pago de un alquiler pero, a partir de ahí, las organizaciones son soberanas para gestionar el espacio y autoorganizarse. Como hemos podido ver en el capítulo anterior, la utilización autogestionada del espacio ha creado un verdadero ecosistema de innovación digital. Se dan procesos de abajo arriba que además se van retroalimentando de una manera sinérgica. En la investigación no hemos podido profundizar en la tradición asociativa de las organizaciones

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sociales en Bilbao, la cual podría explicar la proliferación de proyectos colectivos, pero sí podemos apreciar cómo la ausencia de normas para el uso del espacio municipal, a excepción del pago del alquiler, ayuda a que surjan procesos de participación de «abajo arriba». Ahora bien, el carácter industrial y emprendedor del Ayuntamiento de Bilbao también puede chocar con la perspectiva participativa. Esto se aprecia en la voluntad municipal de construir el espacio AS-Fabrik Bilbao donde ahora se ubica un lugar de encuentro maker abierto a la ciudadanía. Como apuntábamos en el capítulo 2, la ciudad inteligente también influye en la planificación de la ciudad, y el hecho de querer construir este distrito de la innovación en el lugar donde se expresa la participación ciudadana desde lo digital, ilustra perfectamente la disputa entre las diferentes visiones de la ciudad inteligente que apuntábamos antes.

Por último, el caso de San Sebastián representa la coexistencia más clara entre la perspectiva creativa y la participativa de la ciudad inteligente. La visión de San Sebastián también se basa en la innovación y en el emprendimiento, pero con un mayor énfasis en el potencial creativo de las personas. Por ello, pone a disposición de la ciudadanía, sin restricciones más allá del pago de un alquiler, un espacio de encuentro abierto y colaborativo en un edificio emblemático como el de Tabakalera. Ahora bien, el uso de este espacio —en términos de cantidad de organizaciones que lo emplean— no es tan exitoso como el de Bilbao. Habría que analizar más en profundidad las características de las organizaciones donostiarras en relación con las bilbaínas. Pero, a nuestro juicio, a pesar de la infrautilización del espacio, el ejemplo de San Sebastián es la...

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