Participación ciudadana en las smart cities

AutorFrancisco José Aranda Serna/Javier Belda Iniesta
Páginas157-188

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1. Introducción

Las ciudades se enfrentan en nuestros días a retos muy complejos para lograr los nuevos objetivos de desarrollo urbano. Por ello, los equipos de gobierno locales se encuentran sometidos a una presión creciente e intentan aprovechar cualquier oportunidad disponible para ser más sostenibles, más «inteligentes» y procurar una calidad de vida mejor para sus ciudadanos.

En la era digital actual, la idea que subyace detrás de la Smart City es que lo que caracteriza a un área urbana y a sus funciones no son sólo los atributos e infraestructuras físicas de una ciudad, sino algo menos evidente y no tan fácil de identificar como la calidad de la comunicación del conocimiento y la «infraestructura social» o el capital social e intelectual. El concepto de Smart City emerge en esta nueva actitud y atmósfera urbana, como un recurso o como un marco donde por medio de un uso masivo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) se combinan los factores de producción urbanos «tradicionales» con el capital social y cultural.

La Smart City se puede identificar y clasificar de acuerdo con seis ejes o dimensiones principales. Estos ejes son economía (smart economy), movilidad (smart mobility), medioambiente (smart environment), población (smart people), modo de vida (smart living) y gobernanza (smart governance) Estos seis ejes conectan con las teorías tradicionales y neoclásicas del crecimiento y desarrollo urbano, y se basan en teorías de la competitividad regional, desarrollo sostenible,

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recursos naturales y las TICs y la participación ciudadana en la gobernanza urbana1,2.

En estos términos, la Smart City es algo más que una ciudad digital o inteligente donde la atención se centra principalmente sobre los componentes de las TICs como medio de conexión e intercambio de datos e información dentro del medio urbano. Teniendo en cuenta los «seis ejes» y la atención especial al crecimiento, la sostenibilidad, las TICs y la participación de los ciudadanos en la gobernanza, la Smart City parece más bien una nueva «utopía urbana» basada en la evolución de la ciudad sostenible, en términos de combinación de aspectos medioambientales, sociales y económicos con elementos de capital cultural y social junto al poder de las TICs y sus aplicaciones3.

Una ciudad se puede definir entonces como «smart» cuando la inversión en capital social y humano y las infraestructuras de comunicación tradicionales y las modernas TICs estimulan un desarrollo sostenible y una calidad de vida alta, con una gestión sensata de los recursos naturales y todo ello a través de una gobernanza participativa.

Aunque la democracia es el sistema de gobierno más popular en todo el mundo y se puede decir que la democratización de los estados y de la comunidad mundial ha avanzado en los últimos años, este sistema de gobierno y el modo de vida democrático se está viendo amenazado por una erosión interna que pone en peligro las democracias establecidas en los países de Europa occidental. No es el sistema democrático como sistema de gobierno sino la práctica de la democracia la que está en crisis: los ciudadanos cada vez son más escépticos en relación con la capacidad de los gobiernos democráticos para resolver los problemas cada vez más complejos de la sociedad moderna4.

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Además, los ciudadanos desconfían de que sus voces sean oídas, y son conscientes al mismo tiempo de que la influencia de corporaciones, grupos de presión, asociaciones o alianzas es cada vez mayor. Todo lo anterior conduce a una situación en la que la democracia de primer orden, que comprende el mercado de los votos de los electores, se vea devaluada por la democracia de segundo orden5.

Los ciudadanos, al menos aquellos que tienen interés en participar, los que se denominan «ciudadanos críticos», se encuentran desilusionados y frustrados, lo que se refleja en la cada vez menor participación en los procesos democráticos a todos los niveles, y en la desconexión de la población con los procesos políticos formales como las votaciones, afiliaciones a partidos políticos o el seguimiento de las noticias relacionadas con la política. Para poder reforzar la democracia en su conjunto, se tiene que ampliar la democracia de segundo orden aumentando la participación a todos los niveles para aumentar la influencia de los ciudadanos no organizados sobre los procesos de realización política6.

Los gobiernos también están interesados en reforzar su propia posición frente a estructuras corporativas comprometiéndose con el «resto de la población» que normalmente es la mayoría no organizada. Desde este punto de vista, aumentar la participación no significa implementar la democracia directa, sino más bien llevar a cabo negociaciones con los ciudadanos, lo que también se denomina representación directa o deliberación directa7,8.

El término e-participación se refiere a una serie de procedimientos mediante los cuales los responsables de tomar decisiones consultan con los ciudadanos en un proceso de comunicación para preparar una decisión. La e-participación como parte consustancial del e-gobierno representa un modo de interacción, apoyado electrónicamente, entre el sistema de administración política por una parte, y los ciudadanos y organizaciones no gubernamentales por otra9.

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En esta gobernanza digital, los ciudadanos, las asociaciones y la comunidad pueden participar directamente en el proceso de toma de decisiones explotando la base interactiva de las redes tecnológicas. Los foros, encuestas on-line, consultas, o sistemas de voto electrónico son soluciones tecnológicas que aumentan la implicación de los ciudadanos en un contexto virtual rico en términos de información10.

A continuación vamos a examinar las posibilidades que la Smart City ofrece para la participación ciudadana y los diferentes niveles en los que los ciudadanos pueden participar. Comentaremos la utilización de instrumentos procedentes de campos de la innovación y la estrategia del sector privado, como la innovación y colaboración abierta, como herramientas para la participación ciudadana. Describiremos la función de los ciudadanos como sensores de la ciudad, capaces de enviar informes a la red en relación con acontecimientos que se producen en su entorno y finalmente expondremos algunos ejemplos relevantes de diferentes iniciativas de participación ciudadana.

2. Participación electrónica (e-participación)

La red es un fenómeno nuevo que facilita la comunicación de masas en sociedades equipadas tecnológicamente. Internet, a diferencia de otros medios de masas, facilita formas nuevas de comunicación y participación política en dos sentidos, estimula la interacción entre los ciudadanos y los cargos públicos y proporciona un amplio foro para la discusión de asuntos políticos polémicos. Algunos consideran que el e-gobierno tiene el potencial para convertirse en «una institución que ayude a asegurar una reflexión razonada sobre asuntos políticos y una participación activa de los ciudadanos y de los miembros del gobierno en una democracia deliberativa»11.

Además, las TICs afectan cada vez más a la vida cultural, económica, social y política de millones de ciudadanos en todo el mundo. Los gobiernos locales están estableciendo una presencia cada vez más firme en internet, tanto para difundir información al público como para recibir respuesta de éste. La comunicación entre ciudadanos y candidatos electorales supondrá un gran avance a corto plazo en lo que algunos deno-

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minan la «polisfera», aquella porción de internet dedicada a las actividades políticas tales como el blogueo y la discusión política para estimular la participación ciudadana12.

La participación ciudadana implica tradicionalmente la participación voluntaria en asuntos locales, autonómicos y nacionales que suponen una toma de decisiones gubernamental. La participación ciudadana conlleva una disposición, tanto por parte de los ciudadanos como del gobierno, a aceptar ciertas funciones y responsabilidades cívicas predefinidas. También implica que cada contribución va a ser aceptada, valorada y utilizada posiblemente en la toma de decisiones. La inclusión de representantes de ciudadanos como socios igualitarios en los procesos de toma de decisiones contribuye a una exitosa participación ciudadana. De alguna forma, la participación ciudadana ha jugado un papel significativo en las formas democráticas de gobierno desde la fundación de las sociedades organizadas. Esta ideología de la participación ciudadana enraíza firmemente en los valores políticos democráticos, en especial en relación con el concepto de democracia participativa, y aunque no tiene gran tradición en nuestro país sí que está sólidamente arraigada en Estados Unidos13.

Esta aproximación se basa en un método más participativo de gobierno que nace de la asunción de que las ideas de los ciudadanos tienen que recogerse siempre, no solo antes de unas elecciones. La implicación de la población proporcionando ideas y sugerencias sería una actividad cotidiana que tendría como objetivo una mayor inspiración para tomar decisiones y poder recoger la reacción ciudadana en acciones ya comenzadas.

Las redes tecnológicas están derribando las barreras entre ciudadanos y autoridades locales superando las formas tradicionales de relacionarse y ofreciendo áreas nuevas de expresión civil administradas de forma electrónica. La consideración de estos nuevos aspectos nos permite comprender las posibilidades de transformación de los procesos demo-cráticos y el panorama político...

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