La pandemia del covid-19: lecciones para la unión europea en perspectiva constitucional

AutorDueñas Castrillo, Andrés Iván ; Fernández Cañueto, Daniel; Guerrero Vázquez, Pablo ; Moreno González, Gabriel
Páginas193-214
LA PANDEMIA DEL COVID-19: LECCIONES PARA LA UNIÓN
EUROPEA EN PERSPECTIVA CONSTITUCIONAL
LA PANDEMIA DEL COVID-19: LECCIONES PARA LA UNIÓN EUROPEA EN PERSPECTIVA...
ADRIÁN GARCÍA ORTIZ
Profesor Ayudante de Derecho Constitucional
Universidad de Alicante
1. INTRODUCCIÓN. LA PANDEMIA DEL COVID-19 COMO OPORTUNIDAD
PARA UNA MAYOR INTEGRACIÓN EUROPEA
Un siglo después de la pandemia de gripe de 19181, que acabó con la vida
de entre veinte y cincuenta millones de personas y contagió a la tercera parte
de la población mundial, una nueva pandemia azota al mundo. La pandemia
del COVID-192, que sólo en el primer semestre del año 2020 ha contagiado a
11.662.574 personas (1.302.716 en la Unión Europea [UE]) y provocado la
muerte de 539.058 personas (133.873 en la UE)3, constituye sin duda la mayor
amenaza global de las dos primeras décadas del siglo XXI.
Tras la crisis financiera de 2008, el drama de los refugiados, el Brexit o los
ataques al Estado de Derecho por parte de Polonia y Hungría, la pandemia del
COVID-19 representa la enésima crisis a la que debe enfrentarse la UE. Crisis
que, en su relación con dicho nivel supranacional de poder, debe ser entendida
en un doble sentido. En primer lugar, el propio de la lucha contra la pandemia,
1 A diferencia de otros países europeos, que optaron por la censura informativa en el marco de la
Primera Guerra Mundial, la amplia cobertura a las noticias sobre la enfermedad en España desde su inicio
le valió para que, pese a no ser el epicentro, la mayor pandemia del siglo XX fuera conocida como «la gripe
española» (Echeverri, 1993: 22).
2 El COVID-19 fue declarado o cialmente como pandemia por la Organización Mundial de la Salud
(OMS) el 11 de marzo de 2020. Organización Mundial de la Salud (2020), «Alocución de apertura del
Director General de la OMS en la rueda de prensa sobre la COVID-19 celebrada el 11 de marzo de 2020».
Disponible en: https://tinyurl.com/y2wvhrx3). La denominación de la enfermedad es la suma del
acrónimo de coronavirus disease (enfermedad por coronavirus) y el número 19, por ser 2019 el año en el
que apareció el primer caso. La enfermedad es causada por un nuevo tipo de coronavirus, el SARS-CoV-2
(inicialmente llamado 2019-nCoV), detectado por primera vez en diciembre de 2019 en la capital de la
provincia china de Hubei, Wuhan.
3 Datos tomados a 30 de junio de 2020 de la base de datos elaborada por el Johns Hopkins Coronavirus
Resource Center, disponible en: https://coronavirus.jhu.edu/map.html.
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fenómeno que, como la crisis migratoria, tiene su origen en factores exógenos,
no atribuibles al comportamiento de los gobiernos de los Estados miembros, y
que, como la crisis financiera de 2008, supondrá un enorme impacto negativo
en la economía de la que difícilmente podrían salir los Estados miembros indi-
vidualmente (Battaglia, 2020: 186)4.
En segundo lugar, la crisis sanitaria, del mismo modo que las citadas anterior-
mente y como corresponde a un proyecto inacabado en constante construcción,
tensiona los cimientos de una entidad supranacional sobre la que la ciudadanía
deposita grandes esperanzas pero los Estados limitadas competencias. Como
señala Innenarity (2020: 117), «cada crisis nos hace descubrir que Europa no
está suficientemente equipada para hacerle frente». La crisis del COVID-19 –en
sus dimensiones sanitaria, económica y social– sitúa al proceso de construcción
europea, desde un punto de vista institucional y constitucional, en un punto de
inflexión de su existencia, del que la Unión puede salir reforzada o, por el contra-
rio, en peligro de desintegración. Como afirma Farahat (2020: 2),
[d]ominar la crisis y escapar de los sombríos escenarios, dependerá de cómo
se resuelvan las previsibles consecuencias sociales que resultarán del parón
económico absoluto derivado de la contención de la pandemia. En caso de no
hacerse bien, se reforzará todavía más la pérdida de con anza de las institucio-
nes públicas y será previsible un mayor crecimiento de los partidos de derechas
populistas. Pero la crisis del coronavirus también ofrece la oportunidad de
recuperar la con anza perdida y reequilibrar la desigualdad social.
En un contexto de globalización desregulada, la crisis sanitaria constituye
una amenaza inédita para la que únicamente caben instrumentos mundiales de
respuesta política todavía inexistentes. En este sentido, Innenarity (2020: 136)
apunta que
[e]l problema es que nos hemos visto más vulnerables a los riesgos globales
sin haber desarrollado su cientemente los correspondientes procedimientos
de protección. Las cosas que nos protegían (la distancia, la intervención del
Estado, la previsión del futuro, los procedimientos clásicos de defensa) se han
debilitado por distintas razones y ahora apenas nos suministran una protec-
ción su ciente. Los organismos que parecen volver (como el Estado) ya no
protegen y a los que apelamos (como la Unión Europea) todavía no protegen
porque no estaban diseñados para ello.
4 A estas dos crisis –«el impacto físico directo de la epidemia de coronavirus (cuarentenas, sufrimiento
y muerte) y sus efectos económicos»– Žižek (2020: 38) añade una tercera que afecta particularmente
a Europa: «la nueva explosión de violencia en Siria entre Turquía y el régimen de Assad (directamente
apoyado por Rusia). Ambos bandos explotan fríamente el sufrimiento de las personas desplazadas en su
propio bene cio político».

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