La organización policial: una burocracia ejecutiva

AutorFrancesc Guillén Lasierra
Páginas60-66

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Hemos visto de manera contundente con la declaración de rabaut de Saint-étienne, citada anteriormente, que la policía es concebida por este modelo como una organización que ejecuta órdenes. En consecuencia, para facilitar el estricto cumplimiento de estas órdenes, la organización policial suele tener en este modelo un carácter marcadamente centralizado y jerárquico, sin descartar una cierta militarización que puede llegar, aunque no es necesario para la existencia del modelo, a mantener, como hemos visto antes, cuerpos de policía con estatuto militar como la Gendarmerie en Francia, la Guardia Civil en España, los Carabinieri y la Guardia di Finanze en Italia, la Guarda Nacional Republicana en Portugal u otros muchos cuerpos en américa Latina (Dammert, 2007). Esta tendencia a la militarización favorece, a imagen de las estructuras del ejército, la existencia de pirámides organizacionales muy altas, con muchas categorías y escalas desde la base a la cima. La estructura de la organización ha de permitir un tránsito rápido, fiel y eficaz de las órdenes desde la cúpula hasta la base, ya que, de otra manera, las legítimas prioridades políticas del Gobierno en materia de seguridad no se verían materializadas en la práctica cotidiana de la policía. además ha de existir una estructura

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suficientemente robusta que garantice el férreo control de todos sus miembros. De todas maneras, Wilson (1968) cuestiona que las directrices políticas acaben influyendo de manera efectiva en el día a día de la policía, más allá de favorecer o perjudicar a personas concretas para satisfacer la voluntad política, situación que entra más claramente en lo que el mismo autor califica de influencia partidista, no precisamente legitima, que no en el ámbito de la política con mayúsculas.

En todo caso, la policía ha de ser un instrumento de transmisión clara y efectiva de órdenes que ejecuten fidedignamente lo que les viene preceptuado desde arriba. aunque hemos visto que el trabajo policial presenta unas características que dificultan la aplicación mecánica de mandatos, ya sean de los superiores ya sea de la ley (Loubet del Bayle, 2012), este hecho no afecta al planteamiento teórico del modelo. Esta necesidad de garantizar la predictibilidad de las actuaciones de los agentes de primera línea en coherencia con las órdenes recibidas, facilita la elaboración de los procedimientos normalizados de trabajo. También existen en el modelo profesional pero con alguna diferencia conceptual. En el caso del modelo gubernativo se trata de asegurar que los agentes actuarán de la manera establecida por el cuerpo para garantizar el resultado de sus actuaciones, para tener, de alguna manera, un control sobre ellas. Se trata de garantizar que la organización es la cadena de transmisión descrita por los revolucionarios franceses y se limita a aplicar las decisiones tomadas en la cúpula con el beneplácito de las autoridades políticas. En este modelo los procedimientos normalizados podrían ceder, sin demasiadas dificultades, ante órdenes precisas para un caso concreto. En el caso del modelo profesional, aunque también, como se verá, intentará controlar y homogeneizar las actuaciones policiales, el objetivo será más neutro, con una pretendida base científica, para orientar al profesional, de la misma manera que los médicos elaboran protocolos de actuación para orientar las prácticas profesionales de acuerdo con los mejores criterios (o los más adecuados) de la profesión.

Los procesos de selección de candidatos a policía habrían estado marcados en un principio por criterios políticos, que procuraban que los miembros de la policía gozaran de una cierta confianza política de las autoridades (Loubet del Bayle, 1998; Vollmer, 1936). con el tiempo, debido a la progresiva equiparación de los procesos de selección de la policía con los de los empleos públicos en general y la paulatina democratización y transparencia de la administración, habrían mejorado en imparcialidad y habrían dado paso al establecimiento de criterios más objetivos basados en el mérito y la capacidad, que los aproximaría al modelo profesional en este ámbito. De todas maneras, en los modelos de policía gubernativa aún es habitual en nuestros tiempos que un cambio político comporte cambios importantes en numerosos puestos de la cúpula policial,

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circunstancia que no tendría tantas consecuencias en los otros modelos que se describirán en esta obra. Esto no sucede únicamente en las grandes estructuras nacionales propias de los prototipos de este modelo, sino también a nivel municipal en países que tienen fuerte influencia de este modelo. Por ejemplo, en el caso...

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