Organismos de Inteligencia en América Latina

AutorJuan Rial
CargoConsultor para organismos internacionales
Páginas69-89

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1. Informacion e Inteligencia, un proceso de cambio

Normalmente, suele haber muchos prejuicios sobre la actividad de inteligencia, derivados de las operaciones realizadas, muchas veces al amparo del secreto, y cuyos resultados en más de un caso han conllevado la violación de normas de Derecho establecidas. Sin embargo, es una actividad imprescindible para todo Estado y aun para organizaciones privadas, habiéndose extendido mucho su campo de acción en los últimos decenios.

El concepto de inteligencia es elusivo, pues supone que se puede realizar la labor poniendo énfasis en la disponibilidad extensiva de informaciones de «fuente abierta». Pero, al mismo tiempo, en un campo más reducido, es vista de alguna manera como una práctica reservada o secreta, con sus propias reglas, cultura y estándares profesionales. Es, por lo tanto, una forma de conocimiento, que al mismo tiempo refiere a la organización que lo produce y a la actividad de la misma para lograrlo.

En el modelo de inteligencia tradicional, el proceso es guiado por un/os analista/s, que fijan el curso de las actividades a los efectos de lograr un co-Page 70nocimiento sobre patrones globales de las amenazas en curso o potenciales al Estado, adquiridas por la recopilación, evaluación, análisis, integración e interpretación de la información. La función del analista en este modelo, incluye evaluar la fiabilidad de la información, determinar qué acción deberá tomarse, determinar quién podría utilizar mejor el producto de inteligencia y evaluar el riesgo de diseminación. Actualmente, la disponibilidad creciente de información inconclusa, gran parte de ésta disponible electrónicamente, conlleva algunos cambios significativos en el analista tradicional y en el papel del usuario y su relación con ella.

El proceso de desarrollar la inteligencia asume muy diversas formas, todas las cuales son definidas por la relación entre quienes analizan la información y los que la utilizan. Sin embargo, uno de los problemas más serios se presenta cuando es el mismo organismo o el mismo mando el que tiene capacidad de obtener, analizar y diseminar información y, al mismo tiempo, montar operativos a partir de esa información. Si bien un sistema cerrado asegura contra la pérdida de datos relevantes, el secreto también puede conducir a abusos y a actividades contrarias al Derecho. Muchos de los servicios de información e inteligencia adolecían de este problema y aún no lo han resuelto.

Hoy en día, en la era de la información, la recopilación de información original no es tan difícil como había sido tradicionalmente. El tema crucial del momento presente es cómo encontrar la información necesaria en un océano de datos, y cómo evaluar su fiabilidad. Como resultado, la función del análisis de inteligencia está pasando por un cambio muy fuerte. La noción de que el centro del proceso de inteligencia es el juicio del analista, con respecto a quién necesita el producto y cómo deberá ser difundido, no es tan aceptada sin cuestionar nada, como una vez lo fue. Sin embargo, incluso con los cambios en la perspectiva hacia la relación de analista/usuario, existe un acuerdo acerca del valor del análisis de inteligencia, ya que más y más información se vuelve disponible.

Siempre se necesita hacer una distinción entre «información» e «inteligencia». Información es el producto en bruto, al cual los encargados de formular la política y los sistemas operativos tienen el acceso más fácil. En la «era de la información», el reto es que ésta tenga sentido. Por otro lado, la inteligencia es la información evaluada en lo que respecta a su fiabilidad y su validez, e interpretada en el contexto del que más sabe. Es un entendimientoPage 71 de sucesos, derivados de materia prima, que puede ser utilizado por el usuario final para tomar decisiones. Para resumir, se pueden indicar los siguientes elementos clave:

  1. «Inteligencia» es el mejor análisis disponible de información sobre temas globales o puntales a partir del cual pueden tomarse las decisiones y basarse los planes.

  2. La «función de la inteligencia» incluye recopilar, reunir, evaluar y analizar información en nombre de los encargados de tomar las decisiones.

  3. Desde la perspectiva tradicional del proceso de inteligencia dirigido por el/los analista/s, el trabajo sustancial es el juicio que proporciona la función analítica sobre la información. Desde la perspectiva del usuario, la clave está en el significado de ese análisis.

  4. La inteligencia no se produce espontáneamente como resultado de un proceso normal de administración pública, sino que presupone procesos complicados, no siempre rutinarios. La información que comprende la materia prima para el análisis de inteligencia varía de la información abierta (accesible fácilmente para cualquiera), a la información que lleva niveles variados de restricción, con reglas para su protección y manejo. La información restringida puede relacionarse con la seguridad nacional o derivarse de fuentes que pueden comprometer la seguridad nacional o poner en peligro vidas humanas si se revelan.

  5. Generalmente se distingue entre inteligencia estratégica y táctica. La inteligencia estratégica se relaciona con el planeamiento general, usualmente de largo alcance, y la inteligencia táctica, se relaciona con asuntos operativos locales, que usualmente requieren de acción inmediata.

  6. La información y la inteligencia suelen ser el producto de la acción de diversas agencias que compiten entre sí. Si bien puede existir un ente coordinador, el trabajo presupone la acción de grupos más o menos autónomos en la producción del conocimiento. Con la presencia de grupos que compiten entre sí, obviamente hay menos eficacia, pero mayores garantías.

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En materia de control de las actividades de inteligencia en un régimen democrático, hay cuatro espacios posibles. Tanto el Poder Ejecutivo, como el Parlamento y el Poder Judicial pueden ejercer controles con fórmulas propias de los balances establecidos para controlar la actividad de las diversas agencias estatales, agregándose una cuarta dimensión en el control que eventualmente pueden ejercer los medios de comunicación y la opinión pública, o sea, el control desde la sociedad civil.

El Poder Ejecutivo normalmente dirige, coordina y administra toda la comunidad de Inteligencia del Estado, y debería también ejercer funciones de controlador sobre la misma. La primera forma de control parte de las propias agencias de inteligencia, que deben evaluar su acción, para medir su eficiencia y eficacia, así como el grado de cumplimiento de las normas que regulan su acción. Una segunda forma de control es la que eventualmente pueden ejercer inspectores generales designados por el Ejecutivo, así como auditores del área de finanzas.

El Poder Judicial puede ejercer un control muy limitado, centrándose sólo en aspectos relativos a la legalidad, a través de la resolución de las controversias que pudieran presentarse entre los derechos y las garantías individuales de los ciudadanos y el bien público de la sociedad. En algunos casos se ha avanzado para establecer un control por parte del Poder Judicial, para establecer límites en las medidas intrusivas en los derechos ciudadanos, tales como las escuchas o monitoreos de las diversas formas de comunicación.

En regímenes democráticos, el Parlamento, en tanto representante legal de la ciudadanía, puede ejercer un control fuerte, pero eso depende mucho de la cultura política y de los niveles de confianza existentes entre el personal de la comunidad de inteligencia y los legisladores. En general, las comisiones del Parlamento que tienen una función de supervisión en el área rara vez tienen apoyo de especialistas, y la posibilidad efectiva de control se desvanece. A lo sumo puede pedirse que el nombramiento del responsable o de los directores de los principales servicios pase por una venia parlamentaria. Normalmente, las Contralorías o Tribunales de Cuentas que son organismos autónomos, pero que reportan a los Congresos, no tienen mucha ingerencia en la comunidad de inteligencia. Sus auditorías sólo tienen capacidad de manejar cifras agregadas y, por lo general, carecen de capacidad para escrutar el uso de los llamados fondos reservados. Además, en más de un caso,Page 73 la lista de personal, que suele incluir personal «informal», no es de acceso público. En cuanto a la auditoría social, la misma tiene los límites propios del acceso a las informaciones que puede manejar una organización de información e inteligencia.

2. Los servicios de inteligencia e información en América Latina

Históricamente, en la región latinoamericana han predominado dos tipos de organizaciones de inteligencia: las militares y las policiales, siendo escasas las organizaciones de inteligencia de Estado. Normalmente, instituciones controladas por militares han cubierto la tarea respecto a la inteligencia global del Estado. En segundo término, muchas de las organizaciones de inteligencia estuvieron involucradas no sólo en la recolección y análisis de datos, sino en operaciones para proceder, de acuerdo a esa información, a suprimir lo que se consideraban amenazas al Estado. Ello llevó a que en buena parte de los países donde hubo confrontaciones, que fueron parte de la llamada «Guerra Fría», los servicios de información e inteligencia estuviesen comprometidos en operaciones de «guerra sucia», implicando el uso de técnicas de tortura, asesinatos y desapariciones forzadas. Ello ha llevado a los políticos a una doble actitud permanente, de desconfianza por un lado y de dependencia por otra, que también se traduce en un discurso doble, uno hacia los servicios...

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