Oratoria y mediación: 'antes que los mediadores, los árbitros

AutorPablo Igor De Pablos Polo
CargoDiplomado en historia
Páginas95-115

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1- Introducción

La mediación es ya una realidad en Europa, y en España, aunque algo tarde, empieza a soñarse.

Sabemos que la mediación es una forma de resolución de conflictos, alternativa a la vía judicial, en la que las partes resuelven sus diferencias, con ayuda de un mediador, imparcial y objetivo, de manera voluntaria y privada.

En estos años la tarea principal es la información, puesto que la mayoría de ciudadanos no conocen esta alternativa a la vía judicial, más rápida, eficaz y ventajosa para ellos.

La mediación se nutre del verbo, de las palabras, y es aquí donde estriba la importancia de la oratoria puesto que esta enseña a manejar las palabras con soltura y precisión, entre otras cosas. Esta es cualidad indispensable que cualquier persona dedicada a este oficio debe poseer y si no la posee debe, al menos, hacer el esfuerzo por adquirirla.

Hoy en día sabemos bastante acerca de la figura del mediador actual, sabemos que es una persona con estudios superiores y con una formación específica.

Ahora bien, la pregunta es si esta figura es reciente o si tiene unos precedentes históricos que podamos estudiar y seguir hasta llegar al mediador actual.

A lo largo de este artículo les invito a conocer algo más acerca de la historia del mediador, ya que hablaremos sobre la figura del arbitro, predecesor del mediador moderno, y veremos el desarrollo de dicha figura y su evolución a lo largo de los siglos, empezando la perspectiva desde la Historia Antigua, pasando por el Medievo y la Edad Moderna, y finalizando con la Edad Contemporánea.

También se darán algunos apuntes sobre el proto-mediador o arbitro en América del Sur.

2- La figura del mediador en la antigüedad

En primer lugar decir que ningún acontecimiento, por muy importante que sea, puede representar en sí mismo un cambio tan radical como para considerarlo punto inicial o final de una etapa histórica. Diferentes

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acontecimientos pueden señalar el principio o el final de un periodo histórico, como veremos a lo largo de este apartado.

La Edad Antigua se inicia alrededor del año 3-500 a.C y finaliza cerca del año 476, año en el que se produce la caída del Imperio romano de occidente, cuando muere asesinado a manos de los Hérulos1 el último emperador romano, Rómulo Augústulo.

Uno de los hitos más importantes de este periodo es la aparición de la escritura.

Hablando de los inicios de la figura del mediador, diversos autores señalan estos en Mesopotamia, en el Código de Hammurabi del 2000 a. C, pero aquí la figura del mediador es entendida como la de un simple interprete, alguien que conoce las lenguas y necesidades de las diferentes partes que quieren llevar a cabo un negocio jurídico.

En el Digesto de Justiniano2 es donde encontramos, por primera vez, estampado el concepto de mediador. En el se hace referencia al mediador bajo el nombre de proxeneta3 o mediator.

El proxeneta podía actuar como mediador en todo tipo de contratos mercantiles siempre y cuando cumpliera con dos requisitos, uno de estos sería el no actuar de manera fraudulenta y el otro que no actuase de forma parcial o arbitraria, es decir, que fuese justo. Tenemos constancia de que este además de mediar en el ámbito mercantil, podía mediar también en asuntos civiles, en cuyo caso se le menciona como "proxeneta condiciones, amicitae y adsessurae", posibilitando los matrimonios o las relaciones de amistad. Diversos autores afirman que en este ámbito es donde nace la figura del mediador familiar.

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No se conocen fuentes escritas anteriores a la obra justineanea que hablen de la figura del mediador pero podemos relacionar esta con el paterfamilias romano y su conexión con el contrato de mandato.

El paterfamilias romano, era el dueño legal del hogar y de todos sus miembros. En una sociedad patriarcal típica de la Antigüedad él era el que trabajaba para sostener la casa y tomaba las armas en caso necesario para defenderla y por tanto era la pieza sobre la que giraba toda la familia. Era él el que tenía la responsabilidad de dirigirla de manera adecuada a sus intereses no sólo dentro de la propia unidad familiar, sino de la gens a la que pertenecía y a la que estaba unida por vínculos sagrados.

El paterfamilias es la máxima autoridad familiar gracias a la Patria Potestad de que dispone, por la cual él es la ley dentro de la familia y todos los demás miembros deben obediencia a sus decisiones.

La Patria Potestad no fue sólo un hecho jurídico reglamentado, sino, como todo en Roma, una consecuencia de la Tradición que los romanos seguían por considerarla sagrada. Gracias a ello, el paterfamilias tenía poder legal sobre todos los miembros de su familia además del poder que le daba ser su mantenedor económico o su representante ante los órganos políticos de Roma.

Como acabo de mencionar la actividad del paterfamilias no se limita a poner a dos personas en contacto para la realización de un contrato, como ocurre con el mediador. Esto nos lleva a pensar que la mediación nació en la parte oriental del imperio y se extendió al Principado posteriormente.

Por tanto mientras en la República la figura del mediador solo existe como actividad ligada a otros ámbitos jurídicos, en el Principado se convierte en una figura independiente, desligada del paterfamilias, una figura que con el tiempo ira adquiriendo profesionalidad, ya que sera remunerada, hasta llegar a ser plasmada en el Digesto de Justiniano.

En España aparece en el S IV d.C la figura del Defensor Civitatis, un funcionario al servicio de las clases más necesitadas, veamos en que consistía esta.

Esta figura nace en época del ocaso del Imperio, mediante la Constitución de fecha 364 d.C, correspondiente a los emperadores Valentiniano y Valente. La denominación de Defensor Civitatis, traducida textualmente, significa "Defensor de la Ciudad"

La expresión fusiona dos términos:

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Defensor: es la palabra latina compuesta de "de" y "fendo". El sustantivo fendo es la base, allí se origina defensor u ofensor. Fendo está significando el que golpea, el que reprime, el que ataca y por tanto defensor quien aleja el golpe, reprime el golpe, rechaza el ataque material o moral como una ofensa simplemente verbal. En resumen, es el que se opone en toda forma a los agravios de cualquier tipo.

Civitatis: se vincula con "Civitas" (ciudad) que se origina en "civis", ciudadano, miembro libre de una ciudad. Primero se origina el "ager", el campo; luego viene "urbs" — la urbe -, que se contrapone a "ager" porque es el campo para laborar; y finalmente "civitas" que indica el conjunto de ciudadanos, hombres libres que por nacimiento o adopción viven en ese suelo.

Esta figura nace en Roma y evoluciona de una forma muy concreta. En los primeros tiempos, el Defensor Civitatis surge con el objetivo de proteger a diversos sectores de la población en condiciones económicas, jurídicas y sociales desfavorables, es decir desvalidos frente al poder de los funcionarios o de los poderosos.

Por la organización dada a las provincias romanas desde los últimos tiempos de la República, aquellas ciudades que tuvieron originariamente la condición de soberanas, mantuvieron su autonomía mientras que los territorios que se fueron incorporando formaron parte del territorio provincial al igual que sus habitantes; se convierten en importantes centros urbanos con asientos de trascendentes cargos administrativos.

La arbitrariedad y la tiranía con que los pro cónsules y los pretores explotaban las provincias se pone de manifiesto en los discursos de Cicerón en defensa de los intereses de Sicilia, por los ilícitos cometidos por el Pretor Cayo Verres4.

Este funcionario durante su gestión no reparó un instante en demostrar que su codicia, ambición e impudicia eran sus herramientas perfectas para desarrollar su labor, las que contrastaban con el honor y austeridad propios de las magistraturas.

La impropia conducta de Cayo Verres encontró un punto de inflexión en la intervención de Marco Tulio Cicerón, pues toda la provincia de Sicilia demostró su dolor y su hartazgo por los ilícitos de "ese

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hombre" a quien Cicerón define como depredador del erario... "Peste y ruina de toda Sicilia".

En época del Imperio hubo una nueva orientación político-jurídica dada por los emperadores con una tendencia centralizadora y a partir del Edicto de Caracalla del año 212 d.C, se eliminó toda distinción entre lo que era el imperio y las provincias. Así también la denominación de Civitatis se le asignó a toda entidad urbana.

Este radical cambio que especialmente tenía una finalidad fiscal, dio al propio tiempo lugar a una fiscalización severa del gobierno central sobre toda clase de municipios itálicos o provinciales.

Hubo una extrema concentración de poder y excesos de los funcionarios como la primacía de las clases ricas sobre los desposeídos, generando un gran descontento y tensión en la clase social oprimida.

Si bien la verdadera clientela de las épocas primitivas, había desaparecido en épocas del Imperio, resurge bajo una modalidad de rendición ante las grandes fortunas.

Era costumbre en la época, que los proletarios fuesen cada mañana a saludar a los ricos y a solicitar la comida del día.

Al finalizar el Siglo IV, fueron dos emperadores romanos que escucharon el clamor de los desamparados y desvalidos de las provincias, Valentiniano y Valente, personas piadosas o más sabias para resolver conflictos sociales quienes constituyeron funcionarios denominados Defensores Civitatis o Civitatum, con el fin de la defensa de desvalidos ante los atropellos de los funcionarios o poderosos.

La Constitución emitida por los emperadores ya citados, dirigida a Probo, Prefecto del Pretorio, del 27 de abril del 364...

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