Oportunidades y retos del Espacio Europeo de Educación Superior

AutorNicolás Bajo Santos
CargoReal Centro Universitario «Escorial-María Cristina» San Lorenzo del Escorial
Páginas433-455

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I Introducción

En los últimos años y meses se ha hablado y escrito mucho sobre Bolonia, es decir, sobre el proyecto y el proceso de reforma universitaria a escala europea, que se implantará ya de forma obligatoria el próximo curso 2010-2011 en los 46 países que han decidido sumarse al proyecto1. Tantas páginas, imágenes y discursos sobre Bolonia, sin embargo, no siempre han contribuido a clarificar sus objetivos y características; al contrario, Bolonia parece haberse convertido para muchos en una palabra casi sinónima de maldición y caos. Esto no resulta tan sorprendente, si se tienen en cuenta dos realidades. Primera: no siempre se ha prestado la debida atención a los textos oficiales e institucionales a la hora de opinar sobre Bolonia; dicho de otra manera, han prevalecido las opiniones, muchas veces sorprendentes y contradictorias, sobre las informaciones con ánimo de objetividad. Segunda: los medios masivos de comunicación han destacado de forma muy unilateral las protestas de los grupos estudiantiles "antibolonia" y las voces más críticas de algunos académicos y líderes de opinión. El resultado es un mar de dudas, confusiones, malentendidos, temores, mitificaciones en sentido negativo o positivo.

Ante este panorama, parece oportuno intentar exponer qué es y qué no es el Plan Bolonia, para poder opinar con fundamento sobre él; cómo y por qué surge, quiénes son sus actores y protagonistas, cómo han trabajado y siguen trabajando sus promotores; a dónde nos han llevado; en qué momento del proceso nos vamos a encontrar al comienzo del curso 2010-2011; cuáles son, en definitiva, las ventajas y los retos de Bolonia... Estas son las cuestiones que intenta responder este artículo, basándose sobre todo en los documentos Page 434 oficiales del Plan Bolonia y en las Declaraciones de sus protagonistas complementarios2.

II Contexto histórico de Bolonia

El proceso de Bolonia no puede, no debe, analizarse al margen de los cambios tecnológicos, económicos, políticos, sociales y culturales de las últimas décadas del siglo XX; ni al margen del proceso de construcción -ampliación, integración-europea y la necesidad de forjar una nueva ciudadanía. Diríamos que Bolonia se hace comprensible en la transición de la sociedad "moderna" a la sociedad del "conocimiento", tomando ambos conceptos, el de modernidad y el de sociedad del conocimiento como conceptos-síntesis, para designar en un caso la sociedad que resulta de la acción combinada de la Ilustración, la Revolución Industrial y las Revoluciones Políticas Liberales, y en otro a la sociedad configurada a finales del siglo XX por la acción combinada de varios procesos3:

- La revolución de la tecnología de la información y la comunicación, junto con la biotecnología centrada en la decodificación, manipulación y reprogramación de los códigos de información de la materia viva (ADN, genoma humano, etc.) con todas las consecuencias que eso va a tener en un futuro cada día más próximo.

- La crisis económica en el capitalismo (crisis energética desde principios de los 70, reconversión industrial, desempleo creciente...) y en el estatismo industrial (colapso de la Unión Soviética), así como los esfuerzos por superarlas: mayor flexibilidad en la gestión, descentralización e interconexión de las empresas, aumento del poder del capital frente al trabajo, poder cada vez mayor de las empresas multinacionales, declive del movimiento sindical, incorporación masiva de la mujer al trabajo retribuido, intervención del Estado para desregular los mercados y desmantelar el Estado del bienestar, integración global de los mercados financieros...

- Los movimientos sociales y culturales: antiautoritarismo, derechos humanos, feminismo y ecologismo. Movimientos que se desarrollaron a finales de los Page 435 años sesenta y que fueron esencialmente culturales; pretendían cambiar la vida más que tomar el poder y representaron una reacción multidimensional contra la autoridad arbitraria, una revuelta contra la injusticia y una búsqueda de experimentación personal.

La interacción de estos procesos y las reacciones que desencadenaron crearon una nueva estructura social dominante, un nuevo tipo de sociedad: una nueva economía: informacional, global, donde prevalece un mercado laboral bastante distinto al de épocas pasadas; unas nuevas relaciones de poder: crisis, aunque no desaparición, del Estado nacional liberal, nuevos poderes supranacionales; unas nuevas relaciones de experiencia: crisis del patriarcado, nuevos tipos de familia y una nueva cultura: de la "virtualidad real", de la imagen, del espectáculo. En el ámbito de las instituciones europeas a esta nueva sociedad se la denominó primero sociedad de la "información", pero a partir del año 2000 se fue imponiendo el término de "sociedad del conocimiento". Es el concepto que aquí utilizaremos también para referirnos a esta nueva sociedad, en la que el conocimiento y la tecnología son elementos clave para el desarrollo económico y social.

Si la "primera revolución universitaria" -en sus versiones napoleónica, humboldtiana o británica- tuvo lugar a principios del s. XIX, vinculada a la emergencia de los estados nacional-liberales y a la revolución industrial, tenía que nacer una "segunda revolución universitaria", vinculada a la revolución tecnológica de la sociedad del conocimiento y a la nueva realidad política de Europa. Esa Europa que, tras sufrir las mayores catástrofes del siglo XX, empieza a construirse, de forma pacífica y voluntaria, desde lo comercial y económico, para ir avanzando por lo político y lo social. Era inevitable que esta Europa se planteara incorporar también lo educativo y lo cultural, sin cuya aportación la propia construcción económica y política carecería de fundamentos sólidos, horizontes y sentido. La universidad, como generadora y distribuidora de ciencia y conocimiento no puede ser ajena -o un actor secundario- en esta nueva sociedad del conocimiento. No olvidemos, por otra parte, que en la segunda mitad del siglo XX y en los países más avanzados la universidad se fue "universalizando" cada vez más por el acceso a la misma de los hijos e hijas de las clases trabajadoras. Una universidad que abarca a una gran parte de la futura población activa, que tiene que ser un potente foco generador y distribuidor de investigación e innovación y que pretende formar profesionales para un mundo cada día más globalizado no puede ser igual que la universidad que ha estado funcionando durante los dos últimos siglos.

Podemos decir, entonces, que Bolonia representa una respuesta, conjunta y armonizada, a tres retos simultáneos: la sociedad del conocimiento, la Page 436 decadencia de la universidad europea y la construcción de la nueva ciudadanía. Bolonia puede lograr que Europa, aprovechando lo mejor de su rico patrimonio y acervo cultural, afronte con éxito estos tres retos, produciendo un modelo educativo de calidad y excelencia no sólo para sus jóvenes -cada día, por cierto, más escasos- sino también para los de otros continentes. Estos se convierten en un factor importante de cara a redefinir el significado y el papel futuro de Europa en el mundo.

He aquí, a mi juicio, las verdaderas coordenadas históricas de Bolonia, que permiten vislumbrar su enorme trascendencia. La renovación de la educación superior -con o sin Bolonia- era una necesidad imperiosa del cambio de siglo y de milenio; y Bolonia ha sido una manera racional de afrontar esta necesidad en el ámbito europeo y la más coherente con las aspiraciones a consolidar y reforzar la construcción europea.

III Antecedentes y fundamentos de Bolonia

Bolonia no surge de la noche a la mañana, como una moda pasajera, por pura casualidad o de manera improvisada. La Declaración de Bolonia llega precedida de toda una serie de ideas, foros de debate, informes y acontecimientos relacionados con el mundo de la educación superior, que fueron mostrando algunas carencias básicas de la educación superior en Europa (fragmentación, grave déficit de financiación, escasa eficiencia, poco atractivo para el resto del mundo) que pedían una modernización de sus estructuras, objetivos y contenidos.

Entre estos precedentes o antecedentes de Bolonia, hay que mencionar, muy en primer lugar, a la Magna Charta Universitatum (1988), en la que cerca de 400 rectores de universidades europeas proclamaron "ante los Estados y la conciencia de los pueblos los principios fundamentales que deben sustentar en el presente y en el futuro la vocación de la Universidad". Principios que van a inspirar de forma decisiva las Declaraciones de La Sorbona (1998) y de Bolonia (1999). Así que, si cabe el lenguaje coloquial, los rectores de las universidades europeas son los primeros padres de la criatura.

A ellos se fueron sumando, haciéndose corresponsables de la misma, los Ministerios de Educación de algunos países europeos, con la complicidad de la UNESCO. Me refiero, en concreto, a tres Informes de dimensión nacional: Ron Dearing, en Inglaterra (1997); Jacques Attali, en Francia (1998); y Josep Mª Bricall, en España (2000); y a otros tres relacionados con la UNESCO: el Informe...

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