El papel de la oportunidad en la teoría etiológica contemporánea

AutorAlfonso Serrano Maíllo
Páginas69-115

Page 69

1. Tres actitudes frente a la idea de oportunidad

La teoría etiológica criminológica contemporánea, y al menos potencialmente también la victimológica, pueden observar básicamente tres actitudes frente a la idea de oportunidad. Estas tres actitudes son las siguientes:

  1. Considerar que la oportunidad es un elemento esencial y central para la explicación del delito y/o la victimación1 -o, dicho con otras palabras, para que se produzca un delito y/o un episodio de victimación. Los denominaremos enfoques de la oportunidad, en contraposición a los que colocan al delincuente en primer Page 70 lugar y la oportunidad ocupa un lugar que no es central, aunque puede ser también en ellos importante.

  2. Considerar que la oportunidad desempeña un papel esencial a nuestros fines, pero que no es el central para la explicación del delito y/o la victimación. Es el caso de las que hemos denominado teorías o enfoques del delincuente que incluyen la oportunidad como un elemento esencial pero no central.

  3. Considerar que la oportunidad no es un elemento esencial para la explicación del delito y/o la victimación. Los denominaremos enfoques o teorías puras del delincuente2.

2. Enfoques de la oportunidad

No hace falta decir que la presente exposición no pretende ser exhaustiva. Del mismo modo, no cabe duda de que la clasificación de algunos de los enfoques o teorías bajo uno u otro epígrafe es legítimamente discutible, como lo es la propia clasificación aquí propuesta. Su primera categoría viene constituida por la idea de oportunidad como elemento esencial y central para la explicación del delito y/o la victimación. Page 71 Dentro de su jurisdicción encontramos teorías unitarias para las que la oportunidad es el elemento explicativo básico, principal (único), como las teorías de los estilos de vida y el enfoque o tesis de las actividades rutinarias; teorías integradas para las que la oportunidad es el elemento explicativo central, uno de cuyos más destacados ejemplos sea probablemente la teoría dinámica y multicontextual de la oportunidad delictiva; y teorías integradas para las que la oportunidad se incluye, en igualdad de condiciones y no de modo subordinado, entre los mecanismos básicos, principales, así, la teoría integrada de delincuentes, víctimas y situaciones3. Merece la pena revisar con alguna profundidad estas interesantes propuestas teóricas, así como el papel que conceden a la oportunidad en sí misma y en comparación con otros potenciales mecanismos teóricos4.

2.1. La teoría de los estilos de vida

Es bien sabido que los estudios de victimación son decisivos para diversas funciones5 y que entre ellas se encuentra el desarrollo (y test) de teorías sobre la victimación -que tratan Page 72 de explicar por qué algunas personas tienen una mayor probabilidad de convertirse en víctimas de un delito. Una de las más conocidas es la teoría de los estilos de vida, propuesta hace ya tres décadas por Hindelang -a quien está dedicado este libro-, M. Gottfredson y Garofalo. En efecto, la misma se construye sobre la base de las primeras encuestas de victimación sistemáticas y de los primeros estudios metódicos a partir de las mismas, ya en los años 706. A tenor de la misma, y en relación a los delitos contra las personas, estilos de vida distintos «implican probabilidades diferentes de que los individuos se encuentren en lugares determinados, a horas determinadas, bajo circunstancias determinadas, [e] interaccionando con grupos determinados de personas», de modo que «el estilo de vida afecta a la probabilidad de ser victimizado»7. Los estilos de vida hacen referencia a las actividades rutinarias de la vida diaria (routine daily activities), e incluyen por un lado las relacionadas con el trabajo, la escuela, la vivienda, etc., que los autores denominan vocacionales; y las de ocio por otro. El estilo de vida se relaciona con la victimación a través de una serie de mecanismos teóricos que la teoría trata de precisar. Por otro lado, los estilos de vida no se desarrollan aleatoriamente, sino que dependen en buena medida de una serie de antecedentes8. Veámoslo con algo más de detalle.

Los individuos tienen una serie de características sociodemográficas que influyen en las expectativas de rol y en los constreñimientos estructurales a que se ven expuestos. En efecto, características sociodemográficas como la edad, el sexo, la raza, los ingresos, etc. se relacionan en primer lugar Page 73 con expectativas de rol que son normas sociales que, entre otras cosas, definen cuáles son los comportamientos que se esperan de una persona concreta. Verbigracia, se espera que un hombre joven soltero pase más tiempo en la calle que una mujer adulta casada, de la que se espera que pase más tiempo en casa. Las mismas características influyen en constreñimientos de naturaleza estructural, que son fuentes de limitaciones de las opciones de comportamientos que los individuos tienen a su disposición, siempre según la teoría. Por ejemplo, unos padres que no viven cerca de los abuelos o de la familia extendida deben dedicar más tiempo a cuidar de los hijos, lo cual les impone ciertas limitaciones9.

Las personas se ven en la necesidad de adaptarse a estas expectativas de rol y a estos constreñimientos estructurales. Hindelang y sus colegas mantienen que ello va acompañado de la adquisición de una serie de habilidades y de actitudes, entre las que se encuentran las actitudes frente al delito y el miedo al delito. Puesto que los individuos que comparten las mismas características sociodemográficas tenderán a asumir las mismas adaptaciones, la teoría del estilo de vida habla de «adaptaciones compartidas» -las cuales pueden incluso dar lugar a la aparición de subculturas10.

Estas adaptaciones dan lugar a «regularidades en patrones del comportamiento», los cuales incluyen actividades rutinarias de distinta naturaleza, y se refieren a cómo va uno al trabajo, a qué dedica sus ratos de ocio, etc. El papel central de la teoría está ocupado por los estilos de vida. Por un lado, éstos se encuentran determinados, como hemos visto, por las características sociodemográficas de cada uno, las expectativas de rol y constreñimientos a ellos asociados y las adaptaciones individuales o de grupo; por otro, los estilos de vida se relacionan a su vez con la probabilidad de sufrir una Page 74 victimación en el futuro. Puesto que los delitos contra las personas tienden a tener lugar durante la noche y en espacios o lugares públicos, cuanto más tiempo pase una persona en estas circunstancias, más probable será que sufra un delito: «diferencias en estilos de vida se encuentran asociadas a diferencias en la exposición a situaciones que tienen un alto riesgo de victimación». Dicho con otras palabras, el tiempo que uno pasa en las circunstancias mencionadas depende de su estilo de vida. Estos mecanismos que aúnan estilos de vida y victimación a menudo se ven reforzados porque los primeros tienden a hacer que personas semejantes pasen más tiempo juntos y hagan más cosas en común11.

De este modo y como se ha adelantado, los jóvenes, los hombres, los solteros, los que tienen ingresos familiares más bajos y aquellos cuyas rutinas diarias les alejan de casa son los que más tiempo tienden a pasar en circunstancias de riesgo, de modo que también estos grupos tenderán a sufrir más victimaciones. Más aún, estos grupos tienden paradójicamente a tener menos miedo al delito y, por lo tanto, a tomar menores precauciones y además -como acabo de señalar- tienden a pasar mucho tiempo en compañía de individuos con las mismas características, lo cual aumenta todavía más las probabilidades de sufrir algún delito. Hindelang y sus colegas añaden que estas características coinciden con las de los propios delincuentes, de modo se da la paradoja de que los delincuentes son también los que más probabilidades tienen de sufrir delitos. Estos criminólogos añaden asimismo que pasar mucho tiempo en la compañía de personas que no son de la familia de uno aumenta la probabilidad de la victimación12. Aunque la teoría se centra en los delitos contra las personas, nuestros autores apuntan la posibilidad de extenderla a otras modalidades13. Page 75

Esta importante e influyente teoría ha encontrado importantes críticas. Lauritsen y sus colegas encontraron evidencia favorable a que, en efecto, los delincuentes, por sus estilos de vida, son también los que más delitos tienden a sufrir -hasta el punto de que sugieren que la mejor forma de luchar contra la victimación es luchar contra la delincuencia-; pero que una vez que se controlan los niveles de delincuencia y ciertos factores sociodemográficos, es difícil encontrar estilos de vida convencionales que protejan a los jóvenes de la victimación14. Otros autores como Asdigian y Finkelhor han señalado que la teoría falla porque no toma en consideración que características particulares de los individuos independientes de sus estilos de vida también son decisivas para el riesgo de victimación; así, por ejemplo, sugieren que los delincuentes son también más agresivos y que por ello despiertan más fácilmente reacciones adversas en otras personas15. Por último, Albrecht y Arnold la consideran tautológica, quejándose además de que en general los esfuerzos por explicar la victimación no han sido muy fructíferos16.

A nuestros intereses, no importa tanto el potencial mérito de la teoría -a mi juicio muy elevado- como el hecho de que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR