El olor del alma

AutorGianfrancesco Zanetti
Páginas93-118
3. EL OLOR DEL ALMA
A rose, by any other name
Would smell as sweet.
WILLIAM SHAKESPEARE
1. EL SENTIDO ÍNFIMO
Cuando el ingenioso abad de Condillac empezó la redacción
de su Tratado de las sensaciones, imaginó una estatua, a la que
él tenía el poder de conceder, a su antojo, uno o más sentidos.
El experimento consistía en imaginar los procesos mentales de
la estatua, que, una vez dotada de todos los sentidos, así como
de la habilidad de movimiento, se convertía en algo muy pare-
cido a un ser humano. La ferviente imaginación de Condillac,
de gran estilo dieciochesco, permitía llevar a cabo una serie
importante de observaciones, gracias a una hipótesis contrafác-
tica: ¿qué sentiría, que pensaría la estatua en esta u otra situa-
ción?
Es interesante notar que en el Tratado de las sensaciones hay
una progresión, del mínimo al máximo. El punto de llegada es
la completitud sensorial, la casi humanidad. El punto de parti-
da, la mínima porción posible de la capacidad de ejercer los
sentidos, el primer paso, la pequeña e inicial concesión a la
pobre estatua, fue el sentido del olfato:
Gianfrancesco Zanetti
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«Nous crûmes devoir commencer par l’odorat, parce que
c’est de tous les sens celui qui paraît contribuer le moins aux
connaissances de l’esprit humain. Les autres furent ensuite
l’objet de nos recherches, et après les avoir considérés séparé-
ment et ensemble, nous vîmes la statue devenir un animal
capable de veiller à sa conservation» 1.
Se trata del sentido ínfimo, aparentemente la cosa más
pequeña 2. Y de todas formas es «el más primitivo y precoz de
los sentidos [...], el primer testimonio de nuestro estar al mun-
do. Contiene los recuerdos más antiguos y todavía pre-verba-
les». El feto, por lo visto, «es capaz de distinguir los olores del
líquido amniótico» 3.
Si preguntamos a un amigo o a un desconocido a qué sen-
tido estaría más dispuesto a renunciar, elegirá el olfato. Parece
1 CONDILLAC, É.B. DE, Traité des sensations. Augementé de l’extrait rai-
sonné, Librairie Arthème Fayard, Paris, 1984, p. 11. [En castellano, sólo está
disponible el Extracto razonado del Tratado de las sensaciones, en el que no se
encuentra la cita. Por eso, se ha decidido citar directamente en francés, N.d.T.].
2 «Aristóteles lo indicaba como el más mediocre de todos los sentidos.
Y en época moderna los iluministas y el propio Charles Darwin han manteni-
do la idea de un órgano de serie B, un residuo de nuestros antepasados pre-
históricos. [...] «Es verdad —reconoce Alberto Oliverio, docente de psico-bio-
logía en La Sapienza de Roma— el olfato siempre ha sido considerado la
«Cenicienta de los cinco sentidos»»: GIULIANO, A., «L’olfatto ucciso dalla
modernità», Avvenire, 18 febrero 2014. Sobre Aristóteles, JOHANSEN, T.K.,
«Aristotle on the Sense of Smell», Phronesis, n.° 41, 1996. Por otro lado, «En
el IV libro del De Rerum natura Lucrecio trata de los cinco sentidos y de las
modalidades del conocimiento. La exposición empieza por los ojos y la vista,
a los que el escritor dedica el espacio mayor (¡nada menos de 230 versos!);
siguen el oído (110 versos), el gusto (60 versos). El olfato llega como la luz
trasera con tan sólo 32 versos, junto con el tacto, que sólo tiene una decena»:
TONDO, I., «A lume di naso. Per una storia antica dell’olfatto», I Quaderni del
Ramo d’Oro on-line, 2, 2009. Tondo, justamente, también previene contra el
«etnocentrismo perceptivo», basándose en el trabajo de GUSMAN, A., Antro-
pologia dell’olfatto, Laterza, Roma-Bari 2004.
3 POLLA-MATTIOT, N., Essenze di stile. Percorsi di moda e profumo da
Coco a Madonna, 24 Ore Cultura, Milano, 2016. Vid. TAGLIABUE, C., «Profu-
mi che hanno fatto storia», Il Sole 24 Ore, 23 julio 2017.

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