La representación mediática de la inmigración. Entre el encuadre y el estigma

AutorJavier Álvarez Gálvez
CargoUniversidad Complutense de Madrid
Páginas61-79

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Introducción

En las últimas décadas, asistimos a un incremento paulatino de nuevas formas de racismo y xenofobia en toda Europa. A pesar de que el racismo continúa siendo tratado como un fenómeno ajeno a las sociedades desarrolladas y democráticas, cada día podemos encontrar más indicios de que el incremento actual de la presencia de inmigrantes en nuestro país parece fomentar el surgimiento de opiniones y actitudes contrarias a la inmigración, un fenómeno que también se repite en muchos países europeos. En efecto, recientes investigaciones, centradas en el estudio de las actitudes de los españoles hacia la inmigración, ponen de manifiesto que la percepción del fenómeno de la población española ha cambiado sustancialmente entre las últimas décadas (Cea D'Ancona, 2004, 2007; Igartua et al., 2005; Valles, Cea e Izquierdo, 1999).

Los medios de comunicación han desempeñado un papel fundamental en el cambio de las actitudes de los españoles hacia la inmigración. Indudablemente, no podemos achacar a la acción informativa de los medios de comunicación toda la responsabilidad en relación a este fenómeno. Sin embargo, ocupan una posición estratégica de gran relevancia a la hora de transmitir los discursos de las élites sociales (van Dijk, 1993). Asimismo, debemos tener en cuenta que son la principal fuente de conocimiento -sobre inmigración- de la mayoría de los autóctonos. De hecho, son numerosos los estudios en nuestro país que afirman la importancia de los medios de comunicación como (re)productores de actitudes contrarias a la inmigración mediante una representación estereotípica del fenómeno (Bañón, 1996, 2000; Casero, 2006; Cea D'Ancona, 2004, 2007; Checa y Escobar, 1996; Granados, 1998, 2001; Igartúa y Muñiz, 2004; Igartua, Muñiz y Cheng, 2005; Lorite, 2004; Rodrigo Alsina, 1999; Santamaría, 2002; Valles, Cea e Izquierdo, 1999; van Dijk, 1991, 1997, 2003). Investigaciones que vienen a corroborar la existencia de un discurso mediático centrado en resaltar la cara más negativa y/o problemática del fenómeno migratorio actual, sobre todo en los medios escritos y en los informativos de televisión.

El propósito de este artículo no será otro que el de explicar, -desde una perspectiva microsociológica-, el proceso de construcción social de la inmigración como problema a par-Page 62tir de la representación mediática de dicho fenómeno. Para llevar a cabo este objetivo, dedicaremos un primer apartado a la noción de encuadre noticioso (newsworthy frame)1, que nos servirá para comprender el modo en el que los medios enmarcan la información. Un segundo apartado, dedicado a la noción de estigma que nos permitirá explicar las posibles consecuencias de una representación negativa del fenómeno. Y, finalmente, se llevará la teoría a la práctica mediante la inclusión de datos -de entrevistas en profundidad y grupos de discusión2- procedentes del proyecto MEXEES (Cea D'Ancona, Mª. A., Valles, M. y Álvarez, J., 2006-2008)3, así como referencias al contexto noticioso del momento, que permitirán al lector realizar una valoración sobre el papel de los medios en relación al fenómeno migratorio actual.

1. Qué entendemos por encuadre noticioso

La comprensión de la realidad implica un proceso de construcción, tipificación y categorización social de las experiencias externas. Efectivamente, comprendemos y organizamos nuestro mundo mediante el continuo empleo de «marcos de referencia primarios» (primary frameworks) que nos permiten definir las distintas situaciones sociales (Goffman, 1974)4. Se podría decir que el marco de referencia es el material, creado socialmente, a partir del cual conferimos sentido a nuestro mundo5. Un «esquema interpretativo» que permite a los individuos «situar, percibir, identificar y etiquetar un número aparentemente infinito de sucesos concretos definidos en sus términos» (1974: 23).

En este sentido, los «marcos de referencia primarios» constituyen un elemento fundamental en la cultura de los individuos, ya que de estos, considerados en su conjunto, emerge la comprensión grupal. Es decir, son los marcos de referencia de un grupo los que establecen su sistema de creencias específico, su cosmología. De ahí que, por lo general, los individuos muestren una considerable resistencia a cambiar sus marcos de referencia6. Hacen que la realidad social resulte comprensible, pero, al mismo tiempo, es gobernada por ellos. Justamente, la propia definición del marco de referencia primario genera un conjunto de expectativas de cara a las distintas posibilidades de acción dentro de éste. Así, a través de estos, la sociedad define el esquema Page 63 interpretativo que hace posible la comprensión del curso de la acción social, a la vez que establece un sistema de control social a partir de dicho esquema.

Los medios de comunicación, considerados como una forma específica de conocimiento de la realidad, asumen un punto de vista concreto a la hora de transmitir la información, esto es, al igual que los actores sociales en cualquier tipo de interacción cotidiana, adoptan un determinado enfoque o encuadre. Del mismo modo que los individuos elaboran sus marcos de referencia en sus experiencias conjuntas en la vida cotidiana, los medios de comunicación ofrecen su propia visión encuadrada de la realidad. De hecho, es de esta misma idea de marco de referencia de Goffman (1974) de donde parte el presente concepto de encuadre noticioso7 (concretamente referido al encuadre de los medios informativos). Autores como Tankard, Hendrickson, Silberman, Bliss, and Ghanem (1991: 3; Citado en McCombs, 2004) definen el encuadre noticioso como: «la idea organizativa central del contenido de las noticias, que proporciona un contexto y presenta el asunto a través del uso de la selección, énfasis, exclusión y elaboración». Para explicar esta definición Tankard (2001) recurre a la metáfora de la picture frame, así, compara el encuadre noticioso con el marco de una fotografía o una pintura, por medio del cual centramos la atención en un objeto aislándolo de su entorno, de modo que seleccionamos una imagen, enfatizamos ciertos aspectos excluyendo los que no nos interesan y elaborando por medio de la composición de elementos representados. Partiendo de este ejemplo debemos tener en cuenta que el encuadre de una noticia puede ser tanto textual como visual (artículos de prensa, teleinformativos, etc.).

En esta misma línea, Entman (1993: 52) argumenta que «encuadrar es seleccionar algunos aspectos de la realidad percibida y hacerlos más destacados en el texto comunicativo, de tal manera que consigan promover una definición del problema particular, una interpretación causal, una evaluación moral y/o una recomendación de tratamiento para el asunto descrito». Es decir, el encuadre de la realidad que realizan los medios de comunicación actuaría aislando cierto material y centrando la atención sobre el objeto que se pretende representar, acentuando algunos de sus rasgos a la vez que se excluyen o eliminan otros8. En investigaciones más recientes, Igartua et al. (2004) asumen que las noticias son una representación de la realidad concebida por el mismo periodista. Para estos autores el concepto de encuadre hará referencia al «ángulo, enfoque, perspectiva o tratamiento de una información que se manifiesta en la elección, énfasis o importancia atribuida a los diferentes elementos». En este sentido, es importante tener en cuenta la figura del periodista como productor de conocimiento9, incluso, más específicamente, como productor de «esquemas interpretativos» que nos permitirán interpretar la realidad en función de los elementos representados -o, mejor dicho, encuadrados- en el marco. De ahí que debamos resaltar la importancia de los medios de comunicación dentro del proceso de permanente construcción de la realidad (Luhmann, 2000). Y, específicamente, en nuestro caso, en la construcción de la imagen del fenómeno migratorio actual

En efecto, en el caso de la inmigración (como, por supuesto, en muchos otros temas), los medios se sitúan en un lugar privilegiado a la hora de definir el encuadre -el marco de Page 64 referencia- a partir del cual los inmigrantes serán socialmente evaluados. Asimismo, debemos pensar que gran parte de los conocimientos sobre la inmigración que tienen los españoles proviene de los medios de comunicación, ya que aunque actualmente se tiene una imagen más real debido a la mayor presencia y proximidad de los inmigrantes, en ausencia de relaciones cercanas, el encuadre de los medios sigue predominando. Si no, ¿cómo sería posible que personas autóctonas que nunca han tenido ni contacto ni relación con las distintas tipologías de inmigrantes residentes en España puedan tener unas mismas ideas sobre cada una de estas? Indudablemente, aunque los medios de comunicación no sean deliberadamente los creadores de la imagen del Otro, puesto que: primero, dicha imagen ya se encuentra implícita en el discurso de dominación histórico en el que somos socializados10; y, segundo, de nuestra experiencia directa con el Otro en el contexto. Podemos pensar que en ausencia de un contacto real y continuado con el Otro, será la imagen ofrecida por los medios la que configure -hasta cierto punto- nuestro marco de referencia. Lo que claramente representa un problema si tenemos en cuenta la gran reducción de la realidad que se lleva a cabo al encuadrar una minúscula porción de la misma. De hecho, el proceso de pasar la amplia diversidad de la realidad por el minúsculo filtro de los medios es lo que conduce, de un modo inevitable, a la pérdida de información11. Una pérdida de información sobre los Otros, que a veces acaba generando una representación distorsionada -cuando no falseada- de la realidad de estos y, en último término, prejuicios y estereotipos estructurantes y persistentes en el tiempo (Santamaría, 2002). Un asunto, este último, que nos conduce a la noción de estigma, la cual será desarrollada en el siguiente apartado.

2. Qué entendemos por estigma

El concepto estigma tiene sus raíces en la Antigua Grecia. Éste era un término empleado para referirse a signos corporales (marcas o tatuajes) que evidenciaban la naturaleza negativa del estatus moral del individuo que habían cometido algún crimen o delito. En la actualidad, podemos encontrar otras definiciones de estigma: desdoro, afrenta, mala fama; huella impresa sobrenaturalmente en el cuerpo de algunos santos extáticos, como símbolo de la participación de sus almas en la Pasión de Cristo; marca impuesta con hierro candente, bien como pena infamante, bien como signo de esclavitud (Real Academia Española, 2005).

Dicho concepto sería introducido en la sociología por Goffman (1963), quien definiría el estigma como un atributo profundamente desacreditador que lleva a su portador a convertirse en una persona fuera de los cauces de la normalidad social, a la vez que se definen los límites del marco de referencia de los normales. Este autor identificaría tres tipos de estigmas. En primer lugar, estigmas físicos (deficiencias sensoriales y deformidades del cuerpo). En segundo, los defectos de carácter del individuo (perturbaciones mentales, adicción a drogas, alcoholismo, desempleo, estancias en la cárcel, etc.). Y, finalmente, estigmas tribales de la raza, la nación y la religión. Estos se refieren a la evaluación negativa de la persona por la pertenencia o asociación a un grupo determinado12. El estigma, como una diferencia indeseable, conduce a que los individuos normales -aquellos que no se apartan de las expectativas Page 65 particulares- consideren a la persona estigmatizada como no totalmente humana y, en función de esa creencia, practicarán distintos tipos de discriminación. Así, es el propio estigma el que legitima la exclusión de la persona «marcada». Del mismo modo que un «símbolo de prestigio» social puede situarnos en una posición ventajosa frente a los demás, los «símbolos de estigma» sitúan a su portador en una posición de desventaja frente a los individuos normales. Por consiguiente, el estigma constituye un factor de discriminación social que excluye el acceso a la «sociedad normal».

Indudablemente, en la actualidad, la noción de estigma planteada por Goffman ha sido superada. En efecto, en las últimas décadas los límites conceptuales que definían el estigma han sido ampliamente sobrepasados, tanto en cantidad como en complejidad, a causa del creciente número de trabajos dedicados al estudio de este fenómeno (no ya sólo dentro de las ciencias sociales, también en las ciencias de la salud). Algo que, en cierto modo, en lugar de establecer una definición clara, ha aumentado la imprecisión del concepto y, por lo tanto, las críticas sobre la valía científica del mismo. Entre algunas de las críticas más frecuentes, podemos oír hablar del excesivo énfasis en las características individuales o, por ejemplo, del hecho de que el estigma actúe como concepto «paraguas» para etiquetar cualquier tipo de discriminación13. En este sentido, a pesar del elevado número de investigaciones y el amplio conjunto de datos descriptivos sobre el tema, no podemos encontrar, hoy por hoy, una definición que englobe y sistematice toda la diversidad de fenómenos que son clasificados bajo la denominación de estigma. Por consiguiente, pecando de cierto pragmatismo, no vamos a dar pié al debate actual sobre la precisión conceptual y/o los niveles de aplicabilidad del concepto. Así, tomaremos la definición «clásica» de Goffman dada su claridad terminológica y su utilidad operativa de cara a la comprensión de fenómenos de exclusión social (procesos de etiquetado, reproducción de estereotipos, perdida de estatus, etc.).

Dejando de lado esta discusión, la idea fundamental que deberíamos mantener acerca de la naturaleza del estigma se podría resumir en las siguientes premisas: a) el estigma es una marca o señal negativa que es atribuida a individuos; b) una marca que implica un juicio o evaluación negativa; c) la estigmatización tiene consecuencias negativas para el estigmatizado; d) consecuencias negativas que son legitimadas por un sistema de creencias compartidas acerca de los atributos (virtualmente atribuidos) de la persona estigmatizada14.

Como se puede apreciar, a la hora de tratar la representación mediática de la inmigración y su reflejo en la opinión pública, el concepto estigma resulta sumamente esclarecedor debido a que la noción de estigma se encuentra íntimamente ligada a la de visibilidad -o, más correctamente, perceptibilidad- de la persona marcada: el inmigrante. Esto es, el hecho de hablar de inmigración y, específicamente, de la imagen de la inmigración representada en los medios de comunicación, implica hacer referencia a la visibilidad del inmigrante. Claro está que, de la misma manera que no todas las tipologías de inmigrantes son igualmente visibles, tampoco todas son estigmatizadas del mismo modo, ya que no todas son o están marcadas por igual. De hecho, como veremos a continuación, cada Page 66 inmigrante en función de sus características (físicas, sociales, culturales...) podrá presentar distintos tipos de estigmas. Ahora bien, antes de entrar más a fondo en este asunto debemos plantearnos las siguientes cuestiones de fondo: ¿hasta qué punto podemos afirmar que la imagen de la inmigración representada en los medios de comunicación estigmatiza la imagen social del inmigrante? Y, si realmente, los medios estigmatizan la imagen del inmigrante, ¿Cómo se vuelve posible este proceso de estigmatización, esto es, cuáles son los mecanismos que lo posibilitan? ¿Cuáles son las consecuencias de este proceso de estigmatización de los inmigrantes?

Encontraremos las respuestas a estas preguntas en el próximo apartado, donde emplearemos datos reales de la fase cualitativa del proyecto MEXEES, así como noticias que nos servirán para contextualizar el discurso de los informantes. Datos que nos ayudarán a comprender lo dicho hasta el momento.

3. Los medios de comunicación y la estigmatización de la imagen del inmigrante

Comparando los resultados del análisis del material cualitativo de entrevistas y grupos de discusión y las noticias previas a la realización del trabajo de campo, se pudieron realizar las siguientes observaciones acerca del tratamiento informativo que los medios de comunicación confieren al fenómeno de la inmigración:

1) El encuadre noticioso de la inmigración hace más visible a las tipologías de inmigrantes más mediáticas, es decir, aquellas que encajaban mejor en el estereotipo de inmigrante.

2) El encuadre noticioso de la inmigración estigmatiza la imagen pública del inmigrante, mediante la composición de un retrato negativo y/o problemático (pobreza, paro, delincuencia...). Un retrato que por lo general tiende a remarcar las diferencias entre inmigrantes y autóctonos.

3) La relación entre la imagen estigmatizada de la inmigración y el «nuevo» racismo, que tiende a poner el énfasis en las otras diferencias no raciales como, por ejemplo: culturales o de clase (bajo nivel educativo, baja clase social, posición económica, etc.).

A continuación, desarrollaremos cada una de estas observaciones haciendo referencia a datos concretos que nos ayudarán a comprender el problema que estamos tratando de analizar.

3.1. Del encuadre noticioso a la identificabilidad del inmigrante

Comenzando por las noticias que marcarían gran parte de nuestro trabajo de campo cualitativo en el proyecto MEXEES, podíamos apreciar como gran parte del contenido noticioso hacía referencia a la denominada «psicosis de la invasión» (Valles, Cea e Izquierdo, 1999). En efecto, los datos resultantes de entrevistas y grupos de discusión se vieron afectados por el discurso mediático de los meses previos. La continua llegada de pateras procedentes de Mauritania y Senegal a las costas españolas del año 2006, así como el posterior acrecentamiento de dicho flujo a finales de verano, marcarían los encuadres noticiosos del momento. Las referencias al «control de fronteras e inmigrantes irregulares», la «llegada masiva de pateras» (sobre todo a las costas de Las Canarias) y «las repatriaciones de indocumentados» fueron los temas que en gran medida fijarían la agenda política del momento y, por tanto, la de los medios de comunicación. Un hecho que, como decimos, tuvo su reflejo en los discursos de las entrevistas y los grupos de discusión de nuestra investigación15. Concretamente, las Page 67 entrevistas -realizadas entre noviembre 2006 y febrero de 2007- estuvieron fuertemente marcadas por este tipo de encuadre. Algo que se podía apreciar en los titulares: «Las últimas avalanchas de inmigrantes a Canarias desbordan los centros de acogida» (ABC, 4 de septiembre de 2006); «En 12 días, 2.200 'sin papeles' enviados a la Península y 1.300 repatriados a su país» (El Mundo, 24 de septiembre de 2006); «29 expertos de siete países europeos ayudan a identificar a 19.000 inmigrantes en Canarias» (El País, 18 de diciembre de 2006); etc. Por supuesto, este tipo de discurso también tendría eco en los grupos de discusión realizados en los meses posteriores.

Ahora bien, concibiendo el encuadre noticioso como una tipología específica de marco fabricado que representa la realidad, podríamos descomponer los distintos elementos que lo componen. Así, por ejemplo, tomando el modelo de representación dramatúrgica de Goffman (1959), podríamos analizar superficialmente los distintos elementos que encuadran la conocida escena de la «entrada de irregulares». En efecto, este tipo de encuadres presentan los siguientes elementos:

  1. La definición de la situación: La existencia de una idea acerca de la organización de los acontecimientos, un tema o argumento. Por ejemplo, a modo de tema, la entrada de inmigrantes indocumentados en patera.

  2. El escenario: El contexto donde se desarrolla la acción de los acontecimientos. Lugares geográficos como: Senegal, Mauritania, Marruecos, las Islas Canarias, el Estrecho de Gibraltar... Espacios físicos: playas, centros de acogida...

  3. Los actores: Los cuales desempeñarán los distintos papeles (posibles) dentro del marco de la escena. Inmigrantes (de diferente origen geográfico) y autóctonos (políticos, fuerzas de seguridad del Estado, Cruz Roja, Salvamento Marítimo...).

  4. La representación: La acción propiamente dicha, mediante la cual se desarrolla el argumento. Acontecimientos concretos: la llegada de una patera a la costa de Almería, la repatriación de senegaleses...

Por supuesto, podemos seguir profundizando en cada uno de los elementos del encuadre. Por ejemplo, continuando con este tipo de encuadres de la inmigración, si nos aproximamos a la definición de los actores que participan en la acción podemos observar algunas diferencias muy representativas entre nuestra imagen autorepresentada y la de los Otros, como ya se había podido apreciar a través de otros estudios (van Dijk, 1993). Así, mientras que el Otro es definido como la víctima ('sin papeles', 'ilegal', 'indocumentada', 'irregular', 'subsahariana', 'magrebí', 'pobre', 'detenida', 'herida', 'muerta'), Nosotros nos autodefinimos como los salvadores ('los rescatamos', 'los acogemos', 'somos los solidarios', 'ayudamos al desarrollo', 'ofrecemos ayuda sanitaria a los heridos', 'los alimentamos', etc.). Una definición de los actores que se hallaba implícita en las entrevistas y los grupos de discusión, a través de una visión dramática de la situación16. Entre algunas de las citas que hacían referencia a Page 68 las condiciones de llegada de los inmigrantes podemos resaltar las siguientes respuestas: «se juegan la vida... lo tienen que pasar muy mal en su país para hacer esas locuras» (mujer de 18 a 29 años, clase media-baja); «Me da mucha pena, porque se deben sentir engañados» (mujer de 45 a 64, clase media-media); «pienso en la dificultad y en la desesperación que tiene que tener la gente para arriesgarse» (mujer de más de 65, clase media-alta); «tienen que tener una vida absolutamente nefasta y horrible para jugársela para venir» (mujer de 30 a 45 años, clase media-media); etc.

En cierto modo, lo que nos interesa en este punto de nuestra argumentación no es el grado de concordancia del encuadre de la inmigración con la «verdadera realidad» de la inmigración, sino el modo de definir los distintos elementos del encuadre que serán los que luego permitan a los autóctonos explicar la realidad del inmigrante. Es decir, el modo en el que la representación de la inmigración es construida por los medios de comunicación. Una representación que además de ofrecer un marco de conocimiento respecto al objeto representado también tendrá efectos estructurantes. Así, como señala Santa-maría, las representaciones son «una determinada forma de concebir la realidad, en su sentido cognoscitivo pero también constitutivo y estructurador. Las representaciones forman parte de las relaciones sociales, son producto y generadoras de ellas» (2002: 11). De ahí que el encuadre mediático de la inmigración desempeñe un papel fundamental a la hora de definir al Otro.

Obviamente debemos tener en cuenta que buena parte de la representación que tenemos del Otro proviene de la experiencia directa. Sin embargo, no todo lo que sabemos o conocemos de la inmigración procede de esta experiencia. En efecto, nuestra imagen de la inmigración concuerda en gran medida con la representación del inmigrante que reproducen los medios de comunicación: la imagen del inmigrante visible17. Es decir, por lo general el encuadre (textual o visual) de la inmigración que presentan los medios de comunicación suele descubrir aquellos rasgos que permiten identificar al inmigrante como tal. En el caso de las imágenes podemos apreciar que siempre suele haber alguna característica -generalmente fenotípica o de carácter étnico- que hace visible al inmigrante (rasgos faciales, color de la piel, vestimenta, etc.). Así, lo habitual en los medios es sacar al inmigrante que cualquier persona identificaría a primera vista como tal, lo que nos permite identificar la noticia al instante. Además, resulta más mediático hacer referencia a los pocos que llegan arriesgando su vida que a los miles que vienen volando (con comida incluida) en clase turista. Por supuesto, debemos tener en cuenta que, en el caso de un encuadre textual, carente de imagen, lo habitual es hacer referencia a algún elemento que nos sitúe dentro del marco (por ejemplo, reseñando el origen geográfico18). En definitiva, elementos de carácter simbólico que los medios emplean para etiquetar la Page 69 acción del Otro dentro de los límites del marco y, por lo general, de un modo inconsciente (aunque existan ocasiones en las que podamos pensar lo contrario).

Para entender este argumento es mejor recurrir a la propia visión de los inmigrantes acerca de cómo, los autóctonos, los representamos en los medios de comunicación. En este caso, tomaremos un fragmento de un grupo de discusión realizado con inmigrantes de clase baja en el que un inmigrante de origen senegalés (dirigiéndose a una participante dominicana) reflexiona sobre la imagen mediática de la inmigración representada en los medios de comunicación19:

HS-Cuando tú ves en la tele África... ¿qué es lo que ves de África tú?, ¿qué ves?, a ver, dime la verdad. El hambre, la guerra, «la gente enfermo», el sida. Pero si sólo ves eso... Nunca te has fijado en lo bueno que tiene África... ¿no? (...) sólo en cómo viene la gente... en cayucos. Sólo ves la guerra, el hambre, nada más. MD-Pues ahora te están metiendo documentales de... HS-Nada, no sé... siempre La 2... también, las mujeres, para ayudar a la gente pobre, y nunca, nunca nos han enseñado en Santo Domingo, los ricos cómo viven, los edificios con «gente rico», cómo... lo que han creado, nada, sólo lo que es malo te enseña la gente aquí. Esto es lo que está en la cabeza de los españoles. Te miran así, te miran gente de hambre, gente pobre, gente...

GD7. Inmigrantes de posición media-baja. 03/05/07.

Incluso haciendo referencia a la imagen del documental -supuestamente, más positiva y real del fenómeno- se percibe una visión sesgada. En efecto, aunque los documentales -a diferencia de los informativos- no suelen mostrar lo más negativo de la inmigración, tampoco suelen mostrar algo positivo de los inmigrantes. Tal vez, como mínimo, nuestra cara más positiva: la labor humanitaria en los países en vías de desarrollo, nuestra solidaridad, la labor educativa, etc. Algo que, aunque no es negativo, sigue representando una visión parcial del fenómeno de la inmigración, nuestra propia visión.

Evidentemente, que los medios de comunicación le pongan cara o color a la inmigración no es en sí mismo el problema, sino que, éste deviene de la creación de una asociación entre dichos rasgos fenotípicos y un encuadre de carácter negativo o problemático. En efecto, este fenómeno se produce todos los días cuando vemos imágenes sobre la inmigración (con independencia del tipo de formato informativo y del medio20). Es decir, generalmente, podemos ver imágenes en las que los inmigrantes se encuentran asociados con acciones ilegales: cruzando la frontera, robando en casas, traficando con drogas, en asuntos de prostitución, temas de violencia callejera, violencia de género, etc. (encuadres bastante más negativos que el de «la patera» al que hemos hecho referencia). Un fenómeno que a la larga acaba construyendo un arquetipo falseado de los distintos tipos de inmigrantes. Así, el acontecimiento de carácter eventual acaba por convertirse en una trama discursiva cotidiana que tiene un claro resultado: la asociación de la imagen del inmigrante visible con otras imágenes de carácter negativo a través de la (re)producción persistente de encuadres que tienden a retratar la cara más problemática de la inmigración.

En definitiva, el encuadre noticioso, entendido como marco de referencia, permite establecer los distintos elementos de la escena que posteriormente marcarán la interacción de los actores (autóctonos-inmigrantes). Por supuesto, esto tampoco quiere decir que tomemos los encuadres noticiosos -y, concre-Page 70tamente, los referidos a la inmigración- como una realidad irrefutable, sólo que, en ciertas ocasiones, con pocas posibilidades para contrastar la información mediática y en ausencia de contacto directo (de primera mano) con el objeto representado -en este caso, el inmigrante-, tomaremos la información que tengamos disponible (la del encuadre noticioso)21.

3.2. El retrato mediático de la inmigración y la construcción del estigma

En cierto sentido, podríamos afirmar que el encuadre de la inmigración visible en los medios de comunicación simplemente representa una forma específica de categorización de la identidad social de dichos inmigrantes. Como señala Goffman:

La sociedad establece los medios para categorizar a las personas y el complemento de atributos que se perciben como corrientes y naturales en los miembros de cada una de esas categorías. El medio social establece las categorías de personas que en él se pueden encontrar. [...] Por consiguiente, es probable que al encontrarnos frente a un extraño las primeras apariencias nos permitan prever en qué categoría se halla y cuáles son sus atributos, es decir, su identidad social

. (1963: 12).

De esta manera, del mismo modo que las personas definimos las situaciones y categorizamos a otras personas en la vida cotidiana, los medios de comunicación también colaboran en el proceso de definición y etiquetado.

De hecho, los medios de comunicación de masas podrían ser considerados como extensiones de las propias facultades sensoriales del individuo (McLuhan, 1964). Así, los medios, como organizaciones sociales, tienen una clara funcionalidad social. Siguiendo a D'Adamo, García Beaudoux y Freidenberg (2000), podríamos señalar seis funciones básicas de los medios de comunicación que serían las que siguen a continuación: a) ofrecer información; b) correlación, cuyo objetivo es explicar, interpretar y comentar el significado de los acontecimientos; c) ofrecer diversión y entretenimiento; d) persuadir, como un modo de generar tendencias en la opinión pública; e) servir al sector económico a través de la función publicitaria y; f) transmisión de cultura (socialización), aunque no constituya, en principio, un objetivo deliberado de los medios. En este sentido, los medios no sólo ofrecen información, sino que son capaces de explicar las causas y las consecuencias de los acontecimientos, interpretar los hechos, establecer significados, persuadir acerca de los posibles cauces de acción social y, probablemente, lo más importante, transmitir cultura y socializar. Por consiguiente, a pesar de que en ciertas ocasiones se exagere la capacidad de los medios a la hora de generar o manipular la opinión pública, no podemos negar la preeminencia de los mismos a la hora de definir los acontecimientos y, por lo tanto, categorizar a las personas dentro de un contexto determinado.

Asimismo, en el caso del tratamiento informativo de la inmigración, el encuadre llevado a cabo por los medios de comunicación de nuestras sociedades establece un proceso continuo de categorización y etiquetado de la imagen del inmigrante que, como venimos diciendo, generalmente recae, sobre los inmigrantes más visibles. Inmigrantes que acaban siendo estigmatizados a consecuencia de ser persistentemente representados dentro de encuadres de carácter negativo. En este caso, hacemos referencia a la noción de estigma en cuanto que refleja a la perfección la Page 71 marca identificativa (visible) y desacreditadora que establecen los medios de comunicación sobre el colectivo inmigrante en general y sobre los inmigrantes visibles en particular. Aunque, como ya hemos subrayado, la definición de la inmigración como problema no es exclusiva de los medios de comunicación, sino más bien de las élites sociales de nuestra sociedad (a saber: políticos, académicos, líderes de opinión...), la imagen mediática juega un papel fundamental en todo el proceso de generación de opinión pública. De hecho, si tenemos acceso a las definiciones del fenómeno que realizan las élites sociales es gracias a los medios de comunicación22.

Ahora bien, haciendo referencia a la representación de la inmigración que hacen los medios, debemos tener en cuenta que en el proceso de estigmatización del inmigrante visible, no es sólo su condición racial la que se vuelve estigma, sino que en su identidad social confluyen y, por tanto, se sobreponen varios tipos de estigmas. En este caso, al estigma tribal de raza se suman otras características desacreditadoras dentro del marco de nuestra sociedad como, por ejemplo: el desempleo, la pobreza, el bajo nivel educativo, etc. (estigmas asociados al carácter o la voluntad del individuo). Un conjunto de características que componen el encuadre de la inmigración que realizan los media (y, diariamente, a través de los medios informativos). De aquí también podemos deducir la estrecha proximidad entre las actitudes racistas y clasistas de los nativos hacia la inmigración. En efecto, son actitudes que apuntan en la misma dirección puesto que, en el fondo, se dirigen hacia una misma imagen compuesta por distintos tipos de estigmas.

En efecto, tomando como referencia los datos cualitativos de entrevistas y grupos de discusión realizados en el marco del proyecto MEXEES, se podía apreciar que cuando preguntábamos a los entrevistados con qué asociaban la inmigración, la mayoría de los informantes hacían referencia a situaciones de carácter problemático o negativo. Concretamente, lo más habitual era que la inmigración fuera asociada con la pobreza. Por lo general, sólo indirectamente se asociaba inmigración y delincuencia (robos, drogas, mafias, prostitución, etc.), y cuando se realizaba dicha asociación era atribuida en tercera persona, como una asociación existente en la calle pero que pocos querían atribuirse de un modo personal (en primera persona). Aunque, en cierto modo, se podrían haber esperado asociaciones más negativas, la asociación de inmigración y pobreza, decía mucho del tipo de encuadre del fenómeno representado en los medios de comunicación en los medios los meses previos a la realización del trabajo de campo (en gran medida vinculada a la «imagen de la patera»)23. Además, se podía apreciar una perfecta relación entre las noticias de impacto observadas en los medios y las asociaciones cognitivas de los entrevistados en torno al tema de la inmigración. Si las noticias de impacto mencionadas hacían referencia a la llegada en pateras de los inmigrantes la consecuencia lógica era la asociación de dicha imagen con la de pobreza, ya Page 72 fuera directamente o indirectamente mediante conceptos relacionados (paro, hambre, necesidad, supervivencia, desesperación...). En este contexto, resultaba evidente que la mayor parte del discurso de los informantes se hallara impregnado del discurso mediático y, en este caso concreto, del «encuadre de las pateras». A continuación ofrecemos un testimonio concreto de una mujer de 56 años (catalana de procedencia y profesora de primaria), que haciendo referencia a las últimas noticias que le habían impactado, mostraba una imagen claramente estereotípica sobre la situación del inmigrante en el país de origen:

  1. ¿qué noticias sobre extranjeros e inmigrantes te ha causado más impacto?

  2. De impacto, impacto negativo, la cantidad de negros que llegan a Canarias todos los días (...) Ellos tienen un espíritu de sacrificio muy grande porque en su país están acostumbrados a dormir incluso sin techo, normalmente en África no tienen tanta necesidad de trabajar como tenemos en Europa... ¿Por qué? Porque el producto de la tierra les da para sobrevivir, no tienen economía, es decir, no tienen un céntimo, un centavo, nada. Pero ¿qué tienen? Tienen pescado en los ríos y en el mar, tienen buenas bananas, buenas piñas, buenos productos de la tierra que sólo tienen que alargar el brazo para tenerlo, para comer, para sobrevivir tienen siempre.

Mujer de 56 años, de clase media. 24/10/06.

Por supuesto, a pesar de la imagen ilusoria e idílica de la situación del inmigrante que esboza esta entrevistada, también podíamos encontrar otro tipo de asociaciones mucho más negativas que hacían referencia a la delincuencia (al surgimiento de mafias, los robos de bandas de Europa del Este, la violencia de las bandas latinas...) o al empeoramiento de las condiciones de los autóctonos (precarización del trabajo, aumento del paro...), así como también asociaciones positivas (enriquecimiento cultural, beneficios económicos para la economía española...) que igualmente mostraban la existencia de un discurso a favor de la inmigración. Sin embargo, existía una diferencia respecto ambas tipologías discursivas. Mientras que los que emitían discursos positivos o a favor de la inmigración solían hacerlo en términos temáticos generales y más abstractos (el multiculturalismo o la interculturalidad, la pobreza del tercer mundo, beneficios económicos para el país, etc.), cuando aparecía el discurso negativo y más reacio se hacía una referencia específica a tipos de inmigrantes específicos vinculados a sucesos concretos de carácter negativo (problemas con bandas latinas en el barrio, el asalto a un chalet de bandas del Este, etc.). Generalmente, aquellos tipos de inmigrantes que por su continua representación mediática en encuadres negativos resultaban más visibles a los autóctonos.

Como decimos, aunque por lo general no solía haber referencias explícitas que indicarán una imagen negativa de la inmigración, los comentarios traslucían un trasfondo claramente problemático y, como hemos comentado, relacionado muy de cerca con el contexto mediático de la «psicosis de la invasión». Así, hacer referencia a la inmigración era sacar a colación el tema de la pobreza: la falta de recursos económicos y educativos, el subdesarrollo, las dificultades para acceder al empleo, la necesidad de supervivencia y, sólo en el peor de los casos, la delincuencia. Debido al encuadre de las pateras, no solía haber una referencia directa a la delincuencia, pero sí indirecta:

H-(...) Creo que estos inmigrantes deberían llegar con un visado de trabajo como en otros países ¿no? No se puede permitir lo que estamos viendo... no se puede permitir lo que estamos viendo en nuestras calles, una serie de inmigrantes vagabundeando para ver si encuentran un trabajo que no muy a largo plazo puede desembocar en una forma de vida delictiva. No quiero decir con esto que los inmigrantes sean delincuentes. Pero evidentemente, si no tienen nada que perder y necesitan algo que llevarse a la boca... pues no van a dudar en robar en un supermercado por ejemplo. Entonces el problema es que como son inmigrantes y son ilegales no Page 73 se les puede hacer nada, no hay ningún tipo de persecución policial. Es una especie de limbo en el que la gente se pasea...

Hombre de 48 años, clase media, 13/11/06

Evidentemente, esta no era la tónica dominante del discurso de nuestros entrevistados. Tuvieran una u otra posición social, nos encontrábamos con un discurso más impregnado por sentimientos de tolerancia y solidaridad para con los inmigrantes que de rechazo o exclusión. Sin embargo, era normal escuchar razonamientos similares al del párrafo anterior, que vinculaban de forma lógica los conceptos de inmigración y delincuencia. Una tipología argumentativa que parecía apuntar a la existencia de una categoría fundamental de orden cognoscitivo que esbozaba la imagen estigmatizada del inmigrante presente en la opinión pública, y que emergía generalmente de un modo más sutil (sobre todo en las clases altas24) que en el presente caso. El esquema lógico-argumental en torno a la imagen mental del inmigrante que proyectaba el autor de este párrafo se podría descomponer analíticamente en las siguientes dimensiones:

[ VEA EL CUADRO EN EL PDF ADJUNTO ]

Es decir, cada casillero de la tabla completa un peldaño en el desarrollo discursivo de la imagen mental del inmigrante, así, cada uno de los escalones sería consecuencia lógica del anterior (según el relato del entrevistado): 1) el no tener documentos; 2) dificultaría el encontrar trabajo; 3) lo que llevaría a la pobreza; 4) por consiguiente, a la necesidad (hambre); 5) y a la supervivencia como respuesta vital; 6) lo que desembocaría en una «forma de vida delictiva»; 7) que, en último término, representaría un problema para Nosotros. De este modo, aunque este tipo de discurso negativo representaba la excepción y no la regla, dicha excepción nos estaba describiendo de forma manifiesta algunas de las dimensiones latentes en el conjunto discursivo y que, a menudo, se encontraban enmascaradas en un discurso políticamente correcto. Así, aunque raramente se hacían referencias al estigma de raza (al color de la piel) del inmigrante, podíamos localizar en el discurso muchas otras dimensiones conceptuales que completaban la imagen representada en los Page 74 medios de comunicación (ilegalidad, pobreza, hambre, paro, necesidad, etc.). De esta manera, los inmigrantes más visibles en los medios -ya fuera por sus rasgos fenotípicos y/o por su menor posición social- seguían siendo definidos por los autóctonos como los actores reales o potenciales del problema de la inmigración. Esto es, para los autóctonos los inmigrantes eran aquellas personas que los medios definían como tales25.

En este sentido, los medios de comunicación mediante una persistente labor de encuadre del inmigrante de la clase más baja, contribuyen a (re)producir de la estigmatización de éste. Por un lado, los medios, utilizan la visibilidad del inmigrante como una forma específica de informar sobre el fenómeno de la inmigración. Pero, por otro lado, acrecientan la visibilidad de dicha imagen en sociedad mediante la continua repetición de características desacreditadoras que son asociadas a la condición del inmigrante. En definitiva, aquellas características que componen el estigma como un conjunto de rasgos denigrantes rechazados desde la normalidad social.

Efectivamente, en el discurso de las entrevistas y los grupos, podíamos apreciar que los inmigrantes que más se ajustaban a la imagen de la inmigración representada en los medios eran los que encontraban más problemas de integración. De hecho, eran los que encajaban en el estereotipo: rasgos étnicos, clase baja, etc. Al contrario, eran los inmigrantes de las clases más altas los que se sentían más integrados al entorno de los nativos26. Además, incluso aunque estos exhibieran rasgos étnicos visibles su condición de clase les permitía escapar al estereotipo mediático a pesar de exhibir su etnicidad. Evidentemente, tenían un mayor conoci-miento de la cultura del país receptor (dominio de la lengua nativa, conocimiento de las costumbres...). Un fenómeno que ya se ha evidenciado en otras investigaciones (Portes and Bach, 1985; citado en Portes and Rumbaut, 2006).

En definitiva, aunque los medios de comunicación no suelen definir -de un modo manifiesto- la inmigración como un colectivo estigmatizado socialmente, encontramos que existe una permanente vinculación de la inmigración con encuadres (o marcos de referencia) que exhiben características socialmente desacreditadas o potencialmente desacreditadoras. Asimismo, aunque a nivel mediático el inmigrante no sea estigmatizado por su condición racial, se encuentra retratado en una posición desacreditada en cuanto que es una persona portadora de características no deseadas en el marco de nuestra cultura. Por lo general, el inmigrante representado: procede de un país subdesarrollado a nivel económico y político (regímenes dictatoriales), se encuentra en una situación irregu-Page 75lar, está desempleado o en situación de pobreza, tiene un bajo nivel formativo, posee otra cultura, etc. En este sentido, incluso suponiendo que el inmigrante no sea directamente rechazado por su estigma racial, puede serlo indirectamente por cualquier otro aspecto que complemente el conjunto de atributos desacreditadores que lo definen fuera de los cauces de la normalidad imperante. De ahí la gran dificultad de los inmigrantes más visibles para escapar del encuadre negativo y/o problemático desde el que son definidos y evaluados.

3.3. El estigma de la inmigración como símbolo de exclusión social y su relación con el «nuevo» racismo

El estigma, como símbolo desacreditador y fuente de discriminación social, trae a colación el tema del racismo o, más correctamente, del «nuevo» racismo. En efecto, en nuestros días, el «racismo a la vieja usanza» basado en diferencias biológicas, ha dado paso a lo que se ha venido a denominar nuevo racismo. Así, resulta más frecuente oír hablar de: «racismo simbólico» (Sears y Kinder, 1971); «racismo moderno» (McConahay, 1976); «racismo diferencialista» (Taguieff, 1978, 1982); «prejuicio sutil» (Meertens y Pettigrew, 1993); «racismo latente» (Pérez, 1993); «racismo aversivo» (Dovidio y Gaertner, 1986); «discriminación Inversa» (Dutton, 1976); «racismo regresivo» (Rogers y Prentice-Dunn, 1981); «racismo institucional» (Pettigrew, 1986); «etnicismo» (Essed, 1991); «meta-racismo» (Wilson, 1996); etc. Una amalgama conceptual que confirma la existencia de un cambio en la forma clásica de entender el racismo. Como afirman Solomos y Back, «hay una gran evidencia de que los discursos raciales están usando cada vez más un lenguaje social y cultural para justificar sus argumentos, pero la búsqueda de una definición uniforme para el nuevo racismo ha resultado imposible, y de nuevo ha enfatizado la naturaleza resbaladiza del racismo contemporáneo» (1996: 213).

El racismo clásico que tomaba la diferencia racial como argumento sobre el que cimentar el rechazo hacia los Otros, aunque continúa existiendo en nuestros días, ha dejado paso a un «nuevo» racismo que sitúa su énfasis en las diferencias étnicas y culturales27. Además se caracteriza por la negación sistemática del problema ('no es un problema de racismo, sino de delincuencia'28) y por su naturaleza contradictoria («no soy racista, pero si me cruzo con un árabe me entra una sensación de que no estoy del todo a salvo», entrevista a mujer de 50 años, 16 de noviembre de 2006). De ahí que sea un racismo mucho más difícil de definir, puesto que va más allá de la discriminación abierta.

En efecto, en el contexto democrático actual de los países occidentales resulta insostenible hablar públicamente de diferencias raciales a nivel biológico. El racismo manifiesto es sancionado como práctica social. De ahí que, por lo general, a la hora de hacer referencia a la inmigración, se procure hablar en términos «políticamente correctos» (aunque no siempre se consiga). Lo que tampoco quiere decir que el racismo no exista o haya desaparecido de nuestras sociedades sólo que, frente al discurso racista más clásico y manifiesto, en la actualidad asistimos al surgimiento de nuevas formas de racismo las cuales se hallan caracterizadas por un discurso más elaborado -en cuanto que pierde su carácter primario, su espontaneidad-. Por supuesto, las actitudes de rechazo y discriminación hacia la inmigración siguen existiendo, sólo que han adoptado un carácter más simbólico y sutil (lo que nos dificulta la percepción de las mismas y, por tanto, su medición).

Page 76

Como señalaba una informante de origen colombiano en uno de los grupos de discusión (GD7):

MC-(...) muchas veces para una persona hacerte daño no tiene que dar un puñetazo, es por la manera como te miran o que tú te acercas y se quitan. Se echan para otro sitio... todas esas cosas te hacen daño y eso se ve en muchos sitios, en muchos sitios... te miran...

Mujer de 47 años, nacionalidad colombiana, empleada de la limpieza (03/05/07).

Un trato indirectamente discriminatorio que, en ocasiones, era admitido por los propios autóctonos. En este caso, referido a comentarios despectivos que se perciben en el entorno más cotidiano:

M-Hombre, pues, en el día a día, lo oyes, (...), no hace falta que alguien le dé una paliza a otro, que no hace falta que te enteres de que un nazi ha pegado a un negro, si no que los comentarios... yo creo que la gente lo dice todo, que les dan muchas ayudas, que nos quitan el trabajo, o... '¡qué bien viven éstos!'.

Mujer de 26 años, educadora social (14/11/06).

En este sentido, se podría decir que los medios de comunicación (concretamente los informativos), además de fomentar las actitudes contrarias hacia la inmigración mediante una representación estereotípica del fenómeno, contribuyen a mantener la corrección política a la hora de hacer referencia a dicho fenómeno. Ya que, en las sociedades actuales, son estos los que -en cierto modo- proyectan el estado de opinión, así como las posibles opciones opináticas que pueda adoptar el público en un momento determinado (Noelle-Neumann, 1995). Asimismo, podemos esperar que sea el clima de opinión dominante el que marque la tendencia a la hora de expresar actitudes contrarias o favorables hacia el fenómeno de la inmigración29. En cierto modo, aunque tampoco podamos hablar de la existencia de una relación mono- causal en el proceso de recepción de información, los medios de comunicación definen los límites de qué se puede decir y/o hacer públicamente sin peligro a ser rechazado. De ahí que podamos afirmar que los medios de comunicación, como reproductores de la opinión mayoritaria, contribuyen a la ocultación del racismo hacia la inmigración tras una terminología políticamente correcta que, generalmente, sigue denotando la existencia de otros tipos de estigmas de «posición de clase» (desempleo, pobreza, bajo nivel educativo...). Como señala Goffman:

Son bien conocidas las actitudes que nosotros, los normales adoptamos hacia una persona que posee un estigma, y las medidas que tomamos respecto a ella, ya que son precisamente estas respuestas las que la benevolente acción social intenta suavizar y mejorar. Creemos, por definición, desde luego, que la persona que tiene un estigma no es totalmente humana. Valiéndonos de este supuesto practicamos diversos tipos de discriminación, mediante el cual reducimos en la práctica, aunque a menudo sin pensarlo, sus posibilidades de vida. Construimos una teoría del estigma, una ideología para explicar su inferioridad y dar cuenta del peligro que representa esa persona, racionalizando a veces una animosidad que se basa en otras diferencias, como, por ejemplo, la de la clase social

. (1963: 15).

Así, como venimos diciendo, aunque -por lo general- a la hora de hablar de inmigración el estigma racial no sea públicamente evaluado, debido al propio miedo de los actores sociales a ser sancionados, siempre encontraremos algún tipo de elemento dentro del encuadre mediático que nos permitirá identificar al inmigrante (por ejemplo, su identidad étnica u origen geográfico) y, por lo Page 77 tanto, definirlo al fuera de la normalidad social dominante (habitualmente, haciendo referencia a: su condición ilegal, a su falta de recursos económicos o formativos, diferente cultura o religión, a su vinculación con actividades desviadas, etc.). De hecho, gran parte de la información sobre inmigración transmitida por los medios de comunicación hace referencia a medidas de control y regulación de la entrada de inmigrantes ilegales al país, sobre la conflictividad o los problemas que estos causan, la delincuencia y la marginalidad social. Una imagen de la inmigración que, más que integrar, contribuye a la (re)producción de sentimientos contrarios que fomentan el rebrote de actitudes racistas y xenófobas hacia dicho fenómeno. Como muestran recientes investigaciones, un fenómeno que explica el hecho de que en los últimos años hayamos asistido a un progresivo aumento del rechazo hacia el inmigrante (Cea D'Ancona, 2004).

En definitiva, aunque los medios de comunicación españoles no emitan un discurso abiertamente xenófobo, como ocurre en otros países del contexto europeo30, sí que podemos encontrar elementos de carácter simbólico o latente que definen la imagen estigmatizada del inmigrante y que, de un modo indirecto, continúan fomentando las prácticas de exclusión y discriminación hacia la inmigración.

4. Conclusiones

A lo largo de este breve análisis se ha puesto de manifiesto la reciente actualidad de las ideas de Erving Goffman y la utilidad del las mismas de cara a la comprensión del proceso de construcción de la realidad llevado a cabo por los medios de comunicación. Así, se ha intentado exponer el modo en el que los medios de representan la realidad de la inmigración, así como el impacto negativo que esta representación tiene en la práctica cotidiana. En este sentido, el fin de estas páginas era sólo ofrecer al lector algunas de las claves que explican la persistencia del racismo y la xenofobia en las sociedades actuales (y, en concreto, en España). Indudablemente, debemos tener en cuenta que es muy difícil -e incluso arriesgado- llegar a la conclusión de que los medios son racistas o xenófobos para con la inmigración, ya que en nuestra sociedad «nadie» es racista ni xenófobo. En efecto, como hemos podido apreciar la sutileza de las formas de discriminación actuales van más allá del rechazo abierto del pasado.

Sin embargo, aunque no podamos tachar a los medios de comunicación de responsables del mantenimiento de las prácticas de exclusión hacia los inmigrantes -ya que en el fondo sólo son los portadores del mensaje de las élites sociales-, no podemos eludir la responsabilidad de estos a la hora de definir negativa y/o problemáticamente el fenómeno inmigratorio actual. Así, a pesar de transmitir un discurso (de dominación histórica) que ya está implantado en las raíces de nuestro imaginario colectivo, debemos tener en cuenta que los medios son, en gran medida, el eje sobre el cual este discurso se articula en las sociedades modernas. De ahí que debamos admitir el importante papel que estos desempeñan a la hora de estigmatizar la inmigración como colectivo, sobre todo a la más visible. Una estigmatización del inmigrante que, como hemos podido apreciar, se percibe en los discursos más cotidianos de la calle y que se encuentra íntimamente asociada a la imagen mediática de la inmigración (en concreto, a la imagen de los inmigrantes económicos).

Ahora bien, partiendo de la propia capacidad de los medios para construir la realidad, conviene hacer referencia a las posibilidades de estos de cara a la extinción del racismo y la xenofobia de nuestras sociedades. Efectivamente, del mismo modo que los medios de comunicación tienen capacidad para acrecen-Page 78tar los problemas, también pueden favorecer la erradicación o minimización de estos. Asimismo, al igual que pueden incrementar los sentimientos de rechazo hacia los inmigrantes, también pueden fomentar los sentimientos de tolerancia y aceptación mediante un tratamiento positivo (Calvo Buezas, 1996). En este sentido, se hace manifiesta la necesidad de una ética mediática que permita y favorezca un tratamiento más cuidadoso de la inmigración como grupo en riesgo de exclusión. En definitiva, una ética que sitúe su énfasis en la objetividad e imparcialidad de las distintas informaciones y que no asuma la noticia como un mero producto de mercado que se puede vender o comprar. Tal vez mucho pedir para una sociedad en la que su sistema productivo cuenta más que las mismas personas.

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[1] En nuestro caso, a pesar de que el concepto de marco pueda ser más o menos correcto que el concepto de encuadre, en el transcurso de las siguientes páginas haremos, generalmente, referencia a éste último, ya que resulta más ilustrativo a la hora de hacer referencia a la labor de los medios de comunicación. Asimismo, en la argumentación desarrollaremos el concepto de encuadre noticioso como un tipo específico de esquema interpretativo.

[2] De un total de 104 entrevistas cualitativas correspondientes al modelo biográfico-narrativo y semiestructuradas, se manejaron un total de 83, las cuales fueron realizadas tanto a población autóctona (45 entrevistas) como inmigrante (38 entrevistas), entre noviembre de 2006 y febrero de 2007. Los grupos de discusión que se analizaron fueron nueve: a) seis grupos de autóctonos; b) tres de inmigrantes. Dichos grupos fueron realizados entre marzo de 2006 y julio de 2007.

[3] CEA D'ANCONA, M.ª A., VALLES, M. y ÁLVAREZ, J. (2006-2008) La medición de la xenofobia en la España de comienzos del siglo XXI: nuevos indicadores y diseños de encuesta para las políticas de integración de los inmigrantes. I+D MEC (ref. SEJ2005-00568). Evidentemente, para este trabajo concreto sólo se extraerá la información concerniente a nuestro objeto de estudio, ya que los materiales empleados corresponden a una investigación de mayor amplitud.

[4] Se habla de marco de referencia primario en cuanto que dicho marco «no depende de, -ni remite a- ninguna otra interpretación anterior u «original»» (1974: 23).

[5] Aquí me refiero a la percepción subjetiva del mundo del propio individuo, a la realidad intersubjetiva del individuo, no ya al mundo en un sentido total.

[6] Como señala GOFFMAN: «Un acontecimiento que aparentemente no puede ser manejado dentro de una cosmología general produce un alboroto público o, al menos, un murmullo» (1974: 31).

[7] Un concepto fundamental en la teoría del Framing y, su predecesora, la teoría de la Agenda Setting.

[8] ROBERT ENTMAN ya señalaba, en «Framing: Toward a clarification of a fractured paradigm» (Journal of Communication, vol. 43, nº 3, 1993, 51-58), que el proceso de encuadrar conlleva la selección de «algunos aspectos de la realidad percibida, haciéndolos más sobresalientes en el texto comunicativo», aspectos que pueden venir constituidos por ciertas palabras clave o imágenes.

[9] Para más información ver RODRIGO ALSINA, MIQUEL (2005) La construcción de la noticia. Barcelona. Paidós.

[10] Para más información ver SAID, EDWARD Orientalismo, Madrid, Ediciones Libertarias, 1990.

[11] De hecho, antes de juzgar la labor de los profesionales del periodismo, resulta conveniente reflexionar sobre las dificultades de dicho oficio y, por supuesto, las limitaciones propias del sistema productivo de conocimiento en el que está inserto (RODRIGO, 2005).

[12] Evidentemente, es en este grupo donde se incluiría a los inmigrantes como grupo estigmatizado. Más adelante desarrollaremos esta cuestión.

[13] Para más información véase: LINK, BRUCE y PHELAN, Jo (2001): Conceptualizing stigma, Annual Review of Sociology, Vol.27, pp.363-385.

[14] A este respecto es necesario hacer referencia a la distinción que hace Goffman entre identidad social real de la persona e identidad social virtual. Se habla de virtual en cuanto que ésta identidad es -«una imputación hecha con una mirada retrospectiva en potencia» (1963: 12). Es decir, es virtual porque sólo representa nuestra propia caracterización del estigmatizado, pero no la identidad social real de éste.

[15] Como indicaban los datos del barómetro periódico de opinión del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en el barómetro de septiembre de 2006 (estudio 2954), el 59,2% de los encuestados señaló la inmigración como el principal problema del Estado. Un hecho que se hallaba claramente relacionado con la campaña mediática relativa a la llegada de cayucos a las costas canarias de finales de verano.

[16] Una visión dramática de la situación de los inmigrantes y que resaltaba más en las mujeres que en los hombres. Estos últimos a la hora de hacer referencia a este tipo de encuadres de la inmigración se centraban más en la situación de descontrol y en los errores gubernamentales. En cierto, modo se podría decir que las mujeres se mostraban más sentimentales frente a la racionalidad masculina, lo que podría tener relación con el hecho de que ellas se sintieran más empatía con las inmigrantes madres que hacían el viaje con el menor a cuestas. En efecto, solían ser las mujeres las que más referencia hacían a este tema.

[17] Con el término inmigrante visible nos referimos a aquellos inmigrantes a los que, por sus rasgos fenotípicos, les resulta imposible pasar desapercibidos. Pensemos, por ejemplo, el caso de los inmigrantes asiáticos, magrebíes, negro-africanos, etc. Es decir, inmigrantes que son perceptibles a primera vista por sus características. Debe quedar claro que el concepto visibilidad puede llevar a confusiones relacionadas con nuestro sentido de la vista. En este sentido, debemos tener en cuenta que el término visibilidad se refiere más correctamente a la noción de «identificabilidad», a ser identificable, ya sea a través de cualquiera de nuestros sentidos. Por supuesto, todo inmigrante será potencialmente identificable como tal, aunque no sea visible por sus rasgos físicos.

[18] En efecto, en estudios sobre el framing se ha podido apreciar cómo el origen geográfico del inmigrante se vuelve una variable fundamental a la hora de caracterizar y, por consiguiente, definir la condición del inmigrante. Para más información ver: IGARTUA, J. J., OTERO, J. A., MUÑIZ, C., CHENG, L. y GÓMEZ, J. (2007) Efectos cognitivos y afectivos de los encuadres noticiosos de la inmigración. En J. J. IGARTUA y C. MUÑIZ (eds.), Medios de comunicación, Inmigración y Sociedad (pp. 197-232). Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca.

[19] El grupo estaría formado por: dos hombres (un senegalés y un marroquí) y cinco mujeres (una dominicana, una ecuatoriana, una colombiana y dos marroquíes).

[20] Aunque también debamos tener en cuenta que la ideología política del medio influye en el modo en el que la inmigración es representada.

[21] En este caso, siguiendo la teoría de la espiral del silencio de Noelle Neuman (1995), partimos de que cuanto más aislado y acrítico se encuentre el público ante los medios; cuanto menores sean las posibilidades de elección de canales informativos; cuanto mayor sea la concordancia de la información entre los distintos medios, mayores serán los efectos que los medios causarán en las audiencias. Ya que las personas tratarán de no desentonar con el clima de opinión generado por los medios.

[22] Asimismo, podemos encontrar declaraciones de científicos, como las del afamado genetista James Watson al hacer referencia a las diferencias raciales: «Todas nuestras políticas sociales están basadas en el hecho de que su inteligencia es la misma que la nuestra, mientras todas las pruebas muestran que no es realmente así» (The Sunday Times, 14 de octubre de 2007). O declaraciones de líderes políticos, como las de Mariano Rajoy el pasado mes de septiembre, en las que afirmaba sobre la inmigración: «Ya empezamos a ver algunas cosas que no son buenas en algunas ciudades de España. Hay 180.000 extranjeros cobrando seguro de desempleo, y ya volvemos a tiempos pasados: ya hay 20.000 andaluces que han pedido trabajo en la vendimia francesa» (El País, 15 de septiembre de 2008).

[23] En los meses previos a la realización del trabajo de campo de las entrevistas en profundidad, se produjo el fenómeno de «crisis de las Canarias» de principios de septiembre del 2006 por la llegada masiva de pateras, un fenómeno que condicionó en gran medida la respuesta de los informantes.

[24] Mientras que los informantes de posición más baja solían mostrar discursos más abiertos (o mejor dicho, menos elaborados) a la hora de expresar una opinión negativa hacia la llegada de inmigrantes, los de posiciones más alta mostraban un discurso más moderado.

[25] Era sumamente representativo el hecho de que los autóctonos hablaran de inmigrantes para referirse a la inmigración problemática relatada en los medios y de extranjeros para hacer referencia a aquellas personas que venían de fuera, pero que no eran definidos como inmigrantes. Así, por ejemplo, mientras que un subsahariano era automáticamente categorizado como inmigrante, un norteamericano no encajaba dentro de dicha categoría (en todo caso en la de extranjero).

[26] En efecto, se podría decir que el GD9 (inmigrantes de posición media-alta) resultó uno de los grupos más atípicos por el hecho de que los informantes no cuadraban con la representación mediática de la realidad inmigratoria de nuestro país, al contrario que el GD7 (inmigrantes visibles de clase baja). Los informantes del GD9 no llegaban a experimentar experiencias de rechazo, por lo que tampoco tenían la misma percepción del fenómeno que el GD8 (inmigrantes de clase baja y poco visibles), y mucho menos la del GD7 (que se autopercibía como el grupo peor tratado, tanto a nivel mediático como en la vida cotidiana). En efecto, los participantes del GD9 ni habían llegado en pateras, ni desnutridos, ni arriesgando sus vidas y tampoco exhibían rasgos étnicos. Algunos estaban aquí porque el país les había gustado, otros porque era el país de sus respectivas parejas. Tenían estudios superiores y trabajos que muchos españoles podrían envidiar. Nada más lejos de la realidad presentada en los medios de comunicación.

[27] Un fenómeno que como indica CACHÓN (2005: 237), «no es tan nuevo como pudiera parecer», ya que anteriormente ya se habían dado formas de discriminación basadas en diferencias culturales, como en el caso del antisemitismo.

[28] El 22 de enero de 2007 el diario El País presentaba este titular referido a las reyertas de Alcorcón del fin de semana previo. El titular hacía referencia a las proclamas de grupos de jóvenes para hacer referencia al problema de las bandas latinas en Alcorcón.

[29] Un hecho que se puede apreciar en las fluctuaciones de las encuestas de opinión sobre actitudes hacia la inmigración. Encuestas que siempre sufren los cambios cualitativos y cuantitativos en las informaciones de los distintos medios. De ahí que en los momentos en los que la inmigración se vuelve el tema prioritario de la agenda política y de los medios (como en el caso de la 'crisis de las Canarias) las actitudes contrarias hacia dicho fenómeno experimenten notables repuntes en las encuestas de opinión (para más información ver: CEA D'ANCONA, 2007).

[30] En otros países del contexto europeo sí que se han encontrado evidencias más claras de rechazo hacia la inmigración. Por ejemplo, en los tabloides del Reino Unido (ver van Dijk, 2003).

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