Formación para el empleo y nuevas tecnologías

AutorEva M. Blázquez Agudo
CargoDoctora en Derecho - Profesora de Derecho del Trabajo y la Seguridad Social Universidad Carlos III de Madrid
I La formación para el empleo como respuesta a las nuevas necesidades del mercado laboral

El mercado laboral está sufriendo importantes transformaciones, entre otros motivos, por la introducción de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación1, por la globalización del mercado de trabajo, por el incremento de los ritmos de incursión de la innovación tecnológica en los procesos productivos, por la desaparición de la división absoluta entre el trabajo intelectual y el manual, por la aparición de nuevos productos y servicios, por el incremento de la rotación en las actividades desarrolladas y en las empresas pertenecientes a un mismo grupo, y por la tendencia a la imprecisión de los puestos de trabajo. Esta nueva ordenación provoca la necesidad de adaptación continúa tanto de los trabajadores como de quienes quieren acceder al mundo laboral, y una de las vías más importantes para la consecución de este objetivo es el acceso a una formación adecuada.

La formación para el empleo se inserta dentro de las medidas establecidas dentro de las políticas activas de empleo, cuyo objetivo es ofrecer conocimientos adecuados a las necesidades del mercado laboral tanto para los ciudadanos que desean insertarse o reinsertarse en él con el objeto de adquirir conocimientos, habilidades y cualificaciones para desarrollar una prestación de servicios, como para los empleados que deben readaptarse y renovarse en su puesto de trabajo de acuerdo con las transformaciones que impone el proceso productivo. Desde esta realidad, se promueve desde la Unión Europea el principio de prolongación de la formación a lo largo de toda la vida activa, que promueve que la formación no sea sólo una etapa inicial de preparación para el trabajo, sino que sea un objetivo continúo de los trabajadores2.

En este ámbito, el IV Acuerdo Nacional de Formación (2006-2010) articula, como instrumento monográfico3, la formación para el empleo. Su regulación parte de las directrices fijadas por la Unión Europea, en la dirección de adaptar el sistema de educación y formación a las nuevas necesidades en materias de competencias profesionales. De esta forma se convierte, por un lado, en un factor clave en la estrategia empresarial y, por otro, en un objetivo esencial en la mejora de la empleabilidad y promoción personal y profesional de los trabajadores.

A partir de las directrices macadas por el IV Acuerdo Nacional de Formación, el Real Decreto 395/2007, de 23 de marzo4, desarrolla una nueva etapa de la formación para el empleo. Su aportación fundamental es la visión integradora de esta materia, eliminado la anterior diferenciación entre dos subsistemas: el de formación ocupacional y el de formación continúa. Dicho en otras palabras, se regula en un mismo modelo las acciones con independencia de que los destinatarios sean trabajadores ocupados o desempleados. En la propia Exposición de Motivos de la norma examinada se justifica esta decisión a partir del principio de prolongación de la vida activa del trabajador y de aprendizaje permanente, así como por la necesidad de buscar el pleno empleo a través de esta perspectiva conjunta y de garantizar la cohesión social5.

Antes de entrar en el análisis principal de este trabajo, es interesante señalar someramente la realidad actual de la formación profesional para el empleo. Hay que destacar como notas principales su desarrollo mayoritario por parte de las grandes empresas6, aunque la legislación busca el fomento de su implantación en la pequeña y mediana empresa. En cuanto al tipo de actividad desarrollada, los sectores empresariales que se dedican a servicios, industria y comercio aúnan el 75% de las acciones formativas7. Igualmente en las empresas afectadas especialmente por los cambios tecnológicos emprenden más actividades en este campo8. Este dato se justifica por el hecho de que son éstas las que sufren mayores transformaciones a las que deben adaptarse con rapidez los trabajadores.

Dentro de las notas de las propias acciones desarrolladas también se deja sentir el efecto de las nuevas tecnologías, ya que sus temas más comunes son el uso de Internet y servicios ofrecidos desde la red, la informática, la ofimática y la robótica. Aunque no hay que olvidar que asimismo existe una importante actividad relativa a determinadas ramas de actividad, tales como la hostelería, la construcción, la industria, los Recursos Humanos y la prevención de riesgos laborales9.

Dibujado brevemente el panorama de la formación para el empleo, se va a examinar en este trabajo el impacto de las nuevas tecnologías en esta materia desde dos puntos de vistas fundamentales: desde la idea de su utilización como medio de aprendizaje y desde su uso como elemento de facilitación de las acciones. Dicho en otros términos, en primer lugar, se va a analizar las nuevas fórmulas de formación a distancia, donde se emplean plataformas informáticas como medio de soporte (la teleformación. A continuación, se entrará a profundizar sobre como se emplean las nuevas tecnologías como medios de acceso a la información y consulta de las empresas sobre el tema analizado, así como su utilización para conseguir la financiación de dichas acciones.

II La formación para el empleo a través de los nuevos soportes informáticos

Dentro de la clasificación de la formación profesional en el empleo, hay que distinguir fundamentalmente entre la presencial y la denominada a distancia. En esta última, el formador y el formado están separados en el tiempo, en el espacio o en ambos. No hay aprendizaje sincrónico, es decir, no se reúne un grupo de sujetos en un mismo lugar y momento. En esta variedad, se envía el material al alumno y se le posibilita la realización de consultas a través de diversos medios. Así no se exige la interacción presencial durante el curso, permitiendo su realización cuando lo estime conveniente el alumno.

Dentro de la formación a distancia, el sistema que más auge tiene en este momento es la teleformación, que enlaza directamente con el concepto de e-learning. Este último consiste en un sistema que combina métodos y contenidos de enseñanza presentados en un ordenador, el cual suele estar conectado a Internet. Además, existe un modelo intermedio entre éste último y el tradicional: la formación mixta o blended learning, que consiste en combinar la modalidad presencial y la formación denominada on-line, que se emplea especialmente para los cursos de larga duración10.

La teleformación proporciona un acceso instantáneo y actualizado al material didáctico a través de diversos recursos como puede ser textos, gráficos, videos, entre otros. Por otra parte, la comunicación con el profesor puede realizarse mediante diversos medios como son el correo electrónico, foros, video conferencias o chat, que facilitan la conexión constante, así como la participación interactiva con otros alumnos.

En los últimos tiempos, ha disminuido el peso de la formación presencial, situándose en un 65,6% del total, a favor de la denominada a distancia, un 13,9%, y la mixta, un 15,6%. En concreto la teleformación es objeto del 5% de las acciones11. La tendencia a la disminución de la modalidad presencial ha sido bastante substancial en cuanto a que en 2005 la presencial contaba aún con un porcentaje del 72% del total12. Por todo ello, parece importante el estudio de esta modalidad como futuro de la formación para el empleo.

1. Las ventajas y desventajas de la teleformación

Distintas son las causas que han dado lugar al auge de la formación a distancia13. Todas ellas relacionadas con la posibilidad de flexibilización del aprendizaje desde la idea de la ruptura de la rigidez de la formación para el empleo tradicional tanto desde el punto de vista temporal como espacial14. De hecho, en un entorno de promoción de la formación permanente lo más razonable es facilitar su utilización con independencia de las limitaciones geográficas, físicas, temporales, laborales y sociales que puedan influir en la decisión de realizar dichas acciones.

Las ventajas desde el punto de vista de la desaparición de las barreras temporales, son, por ejemplo, el aprendizaje más allá de la formación sincrónica, así como la flexibilización del acceso a las acciones formativas que permiten a los ciudadanos la dedicación a estas cuestiones, cuando lo estimen más conveniente. Por una parte, seguramente la mayor utilización de las nuevas técnicas en la formación se debe a la necesidad de conciliarla con la vida personal, familiar y laboral. El hecho de no estar sujeto a limitaciones de horario, facilita que quien tenga que atender a situaciones personales o familiares pueda elegir el momento más adecuado para dedicarse a estas actuaciones. Además, se pude compaginar mejor con la actividad laboral, ya su acceso es independiente de la duración de la jornada15. Así esta formación puede desarrollarse al margen del trabajo, facilitando al empleado la posibilidad de adquirir conocimientos fuera del ámbito de lo que se exige en sus funciones actuales.

Hay otras circunstancias que pueden influir en la decisión de emplear la formación a distancia como por ejemplo la situación geográfica, desde que facilita la ruptura de barreras espaciales. En primer lugar, esta tipología ayuda al acceso al conocimiento...

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