Los nuevos mayorazgos

AutorFaustino Martínez Martínez
Páginas203-206
6. LOS NUEVOS MAYORAZGOS
Este Proyecto de Ley hasta ahora examinado se complementaba a la perfección
con el último de los Proyectos enviados a las Cortes en el paquete conservador y rela-
cionado íntimamente con el primero por motivos ya apuntados. Llegaba el turno del
Proyecto sobre Grandezas y Títulos del Reino. Si el Senado se convertía en refugio
de la antigua aristocracia, de esa nobleza que había logrado el establecimiento del
nuevo Estado sin ruptura o eliminación del mundo antiguo, sino la imbricación de
grupos sociales que se necesitaban para subsistir, la conformada por los senadores
hereditarios, era preciso dar un paso más y, en contra de la lógica liberal, proceder
al asentamiento económico de esa nobleza amenazada que no podía competir con
los nuevos aires de estilo capitalista. Ello suponía poner sobre la mesa la eventual
recuperación de los mayorazgos. La nobleza solamente podía subsistir si tenía en su
mano los instrumentos antiguos con los cuales mantener y consolidar su situación
económica para lo cual se apostaba por el pasado, no por el presente. La nobleza
debía volver a las vinculaciones porque era ése el modo ordinario de comportarse
económicamente hablando, su forma ordinaria y casi natural, se podría decir, la que
aseguraba su persisntencia como grupo social y de infl uencia. Resultaba hasta cierto
punto contradictorio el desarrollo de este principio, máxime si tenemos en cuenta
que los liberales habían insistido en la demolición de las bases socioeconómicas del
Antiguo Régimen por medio de tres frentes abiertos claramente contra la nobleza
y la Iglesia como principales enemigos: incorporación de señoríos jurisdiccionales
a la Nación, desamortización y legislación anti-vinculatoria, específicamente,
anti-mayorazgo, puesto que en esa fi gura se condensaba el prototipo de propiedad
atada y restringida que no concordaba para nada con el ideario liberal máximo. Por
medio de la primera, de la incorporación, se había expropiado cualquier suerte de
potestades públicas a los viejos señores, laicos o eclesiásticos, los cuales habían

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