El nuevo programa de expansión cuantitativa (quantitative easing) implementado por el BCE

AutorJuan Calvo Vérgez
Cargo del AutorProfesor Titular de Derecho Financiero y Tributario. Universidad de Extremadura
Páginas242-247

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A mediados del pasado mes de octubre de 2014 se conoció la posibilidad de que el BCE pudiera adquirir deuda empresarial en los mercados secundarios, al objeto de tratar de reactivar la estancada economía de la Zona Euro, lastrada por el estancamiento de precios, y de reforzar los programas ya aprobados para comprar cédulas hipotecarias. El asunto objeto de debate se concretaba en la adquisición de bonos corporativos en el mercado secundario (mercado en el que operan los inversores que llevan a cabo operaciones de compraventa de títulos emitidos). No se trataba en consecuencia de operaciones de compra directa en las emisiones de deuda corporativa, dado que esto último podría conducir a situaciones de financiación directa del BCE a las empresas, lo que prohíbe expresamente el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea.

Con carácter adicional se apuntó la posibilidad de que el BCE pudiera adquirir deuda de alta rentabilidad, lo que podría facilitar el acceso al mercado a compañías más pequeñas. En definitiva, el objetivo último sería impulsar la financiación a empresas y apuntalar la economía de la Eurozona. Esta posible medida de política monetaria no convencional adoptada por el BCE (la cual contaría además con un mercado muy amplio) no estaría ligada además a la compra de deuda soberana, circunstancia a la que se oponía firmemente el Bundesbank.

Tras la reunión del Consejo del BCE celebrada el 4 de diciembre de 2014 quedó puesto de manifiesto de manera clara e inequívoca que la citada entidad monetaria había comenzado ya a preparar los aspectos técnicos de nuevas medidas de estímulo monetario relativas a la posible adquisición de toda clase de activos excepto oro y activos en moneda extranjera (con la finalidad en este último caso de evitar interferir en el tipo de cambio), las cuales podrían empezar a implementarse de manera oportuna en caso de que resultase necesario, incluso a pesar de que no se alcanzase unanimidad en el Consejo del BCE al respecto. En la citada reunión el supervisor reconoció

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además que, si bien se habían debatido la aplicación de varias opciones de expansión cuantitativa, no se había alcanzado unanimidad al respecto.224Desde nuestro punto de vista dentro de este conjunto de alternativas existentes las dos que, en principio, resultaban más factibles eran que el BCE adquiriese bonos de todos los países que forman parte de la Zona del Euro en proporción a la participación de cada uno de ellos en el capital del BCE, o bien optar por una fórmula de reparto del riesgo en virtud de la cual el BCE comprase un determinado porcentaje de la cantidad de bonos correspondientes a cada país, siendo el resto adquiridos por los Bancos centrales de cada uno de los diecinueve países. Ello posibilitaría que los distintos Estados asumiesen el riesgo de un eventual impago de este último porcentaje de bonos de su país. Con carácter adicional la deuda adquirida permanecería en el balance de los Bancos centrales nacionales para evitar que las pérdidas se propagasen entre todos los miembros de la Zona euro. En todo caso el objetivo último no sería otro que otorgar una mayor capacidad al sistema financiero para aumentar el crédito al sector privado.

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