Un nuevo paradigma cultural de la Administración
| Autor | Manuel Arenilla Sáez |
| Páginas | 225-233 |
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El paradigma actual sobre la Administración pública descansa en la inamovilidad de una serie de elementos del sistema. El modelo de actuación pública considera al ciudadano o público objetivo como un factor fijo que se encuentra al final del proceso decisional al que se le pide que declare su opinión sobre las decisiones adoptadas, sobre las que se van a adoptar o sobre el impacto de las políticas públicas. Además, se le considera una realidad abordable e investigable en sí misma y no una variable del sistema público o político. Por último, la cultura de la institución, aun con sus variaciones, se entiende que presenta una escasa movilidad, lo que va en contra de la propia durabilidad de la cultura política (BOTELLA, 1997: 24). Sobre este presupuesto puede funcionar el modelo de adopción de decisiones, realizar procesos, obtener resultados y contrastarlos con las soluciones. Los indicadores de referencia también suelen ser fijos y la metodología permite repetir todas las veces que haga falta el mecanismo de actuación pública.
Sin embargo, nos encontramos en un momento histórico de cambio de paradigma cultural cuya característica, para CASTELLS, es que es virtual, multifacético, efímero, pero con fuerza material, que cambia al mismo paso que sus miembros y sigue las transformaciones organizativas y culturales de sus unidades, aunque no dura mucho. Entiende que cualquier «intento de cristalizar la posición en la red como código cultural en un tiempo y espacio particulares sentencia a la última a la obsolescencia, ya que se vuelve demasiado rígida para la geometría variable que requiere el informacionalismo. El "espíritu del informacionalismo" es la cultura de la "destrucción creativa" a la velocidad de los circuitos optoelectrónicos que procesan sus señales» (CASTELLS, 1997: 216). De esta manera, los enfoques actuales sobre la Administración pública, que se pueden catalogar como modelos lineales, se muestran inválidos para afrontar la realidad. Ésta se presenta enormemente cambiante no sólo respecto
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del entorno -que no ha de ser entendido como un factor externo-, sino también de los propios elementos que configuran el modelo actual del proceso de las políticas públicas y, muy especialmente, del público objetivo. Nuestro autor señala que el coste de no adaptarse a esta nueva cultura es la obsolescencia; en la investigación se ha denominado adentrarse en un umbral de riesgo sistémico que puede derivar en quiebra del sistema.
La Administración, como el sector privado, ha pasado de «fabricar» productos o servicios a «satisfacer» individuos, lo que constituye una realidad cualitativamente diferente, sistémicamente diferente, que requiere de un nuevo paradigma de investigación de su valor. Como hemos visto en la investigación, «en esta nueva realidad no cuentan los datos, los hechos, sino la valoración que los individuos les dan, lo que significan para ellos. Al investigar y determinar el valor existente en dicha realidad se puede caer en lo que denominamos un Umbral de Riesgo Sistémico (UR/S) al querer determinarla desde modelos, metodologías y procedimientos tradicionales, lineales, analíticos, propios de la realidad anterior, y como consecuencia hacer caer posteriormente en dicho nivel de Umbral de Riesgo a los Altos Responsables de Gestión de la Organización y en última instancia a la propia organización como tal».
Sabremos que nos encontramos ante un UR/S cuando el Gobierno-Administración percibe que no está logrando los objetivos fijados -ser validado por los ciudadanos como institución- y que no puede alcanzar las actuaciones que practica habitualmente, dado que la vía de solución está en un nivel de intervención en el sistema cualitativamente diferente al que se está interviniendo en el escenario actual. Para detectar el nuevo nivel se requiere un «nivel mental» o «mapa mental sistémico» diferente, que considere los elementos desde otra perspectiva y, sobre todo, que contemple la actuación política desde el ciudadano y no para el ciudadano. Vista la realidad desde éste, los elementos del sistema cobran otro sentido. Esto implica, como se ha expuesto en la investiga ción, que es necesario otro paradigma de investigación e intervención para estas nuevas realidades basadas en la valoración que los individuos dan a los datos y los hechos realizados por el Gobierno-Administración.
El umbral de riesgo sistémico actual es afrontar la situación de los altos responsables encargados de gestionar la institución horizontalmente -destacando los encargados de las políticas de reforma o modernización- desde una «referencia lógica», «lineal», «de seguir principalmente insistiendo en incidir activamente en la mejora de los procesos y procedimientos», con el objetivo de seguir mejorando porcentualmente los referentes ciudadanos -simplicidad y rapidez en los trámites administrativos; amabilidad del funcionario; motivación y preparación del funcionario; información válida y accesible-, que no aportarían más, como se ha señalado, que como máximo el valor 30 sobre un total de 100. Actuar desde este nivel lógico conlleva muy pocas posibilidades de éxito para superar la dicotomía apuntada. La razón, como hemos señalado, está en que con base en la investigación sistémica realizada tenemos que abordar el área de la Administración pública también desde un nivel diferente al ló-
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gico, desde el nivel emocional, dentro de la dinámica del valor existente en esta realidad ciudadana. En el marco emocional encontramos la exigencia de responsabilidad, el control de la efectividad y el sentirse el ciudadano referencia de los gobernantes.
El centro del nuevo paradigma es la satisfacción de los individuos, aunque en el actual todos manifiestan perseguir el mismo objetivo cuando toma...
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