¿Un nuevo euroescepticismo en la periferia europea?

AutorJosé Fernández-Albertos
Páginas147-162
¿UN NUEVO EUROESCEPTICISMO
EN LA PERIFERIA EUROPEA?
José fernández-aLBerTos
INTRODUCCIÓN
Las elecciones al Parlamento Europeo son, desde el punto de vista de los elec-
tores, fundamentalmente elecciones nacionales. A pesar de celebrarse de forma
simultánea en todos los países de la Unión Europea, y de los esfuerzos que los
partidos europeos hacen por coordinar transnacionalmente sus campañas y pro-
gramas (en 2014 por primera vez todos los principales grupos políticos hicieron
campaña visibilizando a su candidato a presidir la Comisión Europea), los vo-
tantes tienden a votar en clave nacional (Fernández-Albertos, 2011). Una amplia
literatura ha documentado cómo los votantes suelen aprovechar estas elecciones
(bautizadas por los politólogos como «de segundo orden» (Reif y Schmitt, 1980)
sobre todo para castigar —a menudo simbólicamente— a sus gobiernos, toda vez
que estos «castigos» no alteran en lo sustancial la distribución de poder político
en el continente, pues la Comisión Europea (lo más parecido al gobierno euro-
peo) y el Parlamento Europeo están siempre dominados por grandes coaliciones
entre los principales grupos (socialdemócratas, conservadores y liberales).
Las elecciones de mayo de 2014 no fueron una excepción e, igual que en
las anteriores convocatorias, resulta muy aventurado hacer lecturas europeas de
los resultados: la socialdemocracia italiana del recién estrenado primer minis-
tro Matteo Renzi, la democracia cristiana de Angela Merkel en Alemania o los
euroescépticos del UKIP en Gran Bretaña ganaron en sus respectivos países y
obtuvieron resultados particularmente buenos, todos vinculados a dinámicas po-
líticas fundamentalmente nacionales. ¿Qué mensaje paneuropeo extraer de tan
heterogéneos resultados?
Comparados con los resultados de 2009, sin embargo, alguna lectura paneu-
ropea sí que es posible extraer: las fuerzas euroescépticas, prácticamente margi-
nales en el parlamento saliente, avanzaron en términos generales, y lo hicieron
de forma diferente en el norte y en el sur. En los países del norte (o, mejor dicho,
«acreedores» desde la perspectiva de la crisis de deuda actual), el euroescepticis-
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mo creciente tomó la forma de populismo de derechas, con un discurso centrado
en la xenofobia y las amenazas que supone la globalización. En estos países,
además, los nuevos partido euroescépticos triunfaron mostrando abiertamente
su rechazo a incrementar las dosis de «solidaridad» con los demás países de la
Unión. El sur no es del todo inmune a este tipo de euroescepticismo de derechas
(hay partidos con discursos similares en Italia o Grecia), pero en las eleccio-
nes de 2014 avanzó notablemente otro tipo de euroescepticismo que podríamos
denominar «de izquierdas», centrado en el rechazo de las políticas económicas
de ajuste exigidas por los países acreedores y las instituciones comunitarias a
cambio de los programas de rescate comunitarios puestos en marcha desde 2010
como respuesta a la crisis económica. Mayo de 2014 es la primera elección a
nivel nacional ganada en Grecia por la coalición de izquierda radical Syriza (que
ya había desplazado al PASOK como referencia de la izquierda en las anteriores
elecciones legislativas de 2012), y también es la elección en la que el nuevo par-
tido español Podemos logra irrumpir en el sistema de partidos nacional con un
sorprendente 8 % de voto. Tratar de entender la naturaleza «euroescéptica» de
estas nuevas fuerzas políticas y su eventual evolución en el panorama político es
el objetivo de este trabajo, que se divide en dos partes.
Primero analizo los determinantes del nuevo euroescepticismo de la periferia
europea y después estudio en qué medida los electorados de los nuevos parti-
dos emergentes en esta periferia tienen preferencias críticas con el proyecto de
construcción europea. Concluyo con una breve sección en la que discuto algunas
posibles implicaciones de los resultados de estos dos análisis.
1. CRISIS ECONÓMICA O CRISIS POLÍTICA: LAS RAÍCES
DEL NUEVO EUROESCEPTICISMO
Ya desde antes de la actual crisis, las circunstancias económicas han sido
siempre unos de los mejores predictores del apoyo popular al proceso de inte-
gración: la evolución del euroescepticismo y el «euroentusiasmo» en la opinión
pública siempre han estado relacionados con el ciclo económico: (Eichengberg
y Dalton, 2007; para una revisión de la literatura sobre los determinantes del
apoyo ciudadano al proceso de integración, véase Fernández-Albertos y Sánchez-
Cuenca, 2002). La crisis económica reciente, sin embargo, reúne unas caracte-
rísticas que podrían hacer pensar en una respuesta algo diferente a este patrón
general. En primer lugar, es una crisis de una duración particularmente larga.
En segundo lugar, ha venido asociada a la imposición, por parte de instituciones
supranacionales, de políticas económicas restrictivas en un contexto de privación
económica sufrido por grandes grupos sociales. Y por último, no es una crisis
padecida de igual manera por todo el continente, con lo que sus costes (tanto en
términos puramente económicos como de imposición de políticas socialmente
impopulares) no se han percibido de manera simétrica en todos los países miem-
bros de la Unión (Frieden, 2015).
Estas peculiaridades nos llevan a plantear las dos primeras hipótesis: prime-
ro, que la reacción «euroescéptica» debería tener dos sesgos: en primer lugar,
debería estar concentrada en los países más afectados por la crisis, lo que en este
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