Nuevas modalidades laborales: cuando las tics definen el mercado de trabajo

AutorViviana Laura Díaz - Alberto Eduardo Fantini
Cargo del AutorDrª. en Derecho. Directora de Trabajo Virtual. Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. Argentina - Director del Instituto de Teletrabajo de FUNDESCO (Fundación para el Desarrollo del Conocimiento). Profesor en la Universidad Nacional Tres de Febrero. Argentina
Páginas127-142

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I La sumatoria de las partes hace al todo

Después de la invención de la escritura, los primeros pasos hacia una sociedad de la información estuvieron marcados por el telégrafo eléctrico, el teléfono en el siglo XIX y la radio y la televisión, que se popularizaron en la década de los 50 del siglo XX. Luego llegaron internet y los primeros ordenadores alemanes del año 1941 y, más cercanos en el tiempo, la telefonía móvil y el GPS, que han asociado la imagen al texto y a la palabra. De esta manera, el acercamiento de la informática y de las telecomunicaciones en el último decenio del siglo XX se ha beneficiado con la miniaturización de

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los componentes, lo que permitió la producción de aparatos «multifunciones» desde el año 20001.

Con una rapidez sorprendente, las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) lograron ocupar un lugar creciente en la vida humana y en el funcionamiento de las sociedades. Hace unas cuatro décadas atrás nacía internet y, a partir de ahí, el "gran cambio", gestándose como parte de la Red de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (ARPANET), creada por el Departamento de Defensa de los Estados Unidos de América. En un principio fue pensada como herramienta de comunicación entre los diferentes organismos del país, pero la presencia de diversas universidades e institutos en el desarrollo del proyecto hizo que se fueran encontrando más posibilidades de intercambiar información. Así se crearon los correos electrónicos, las páginas web y los servicios de mensajería2. Sin embargo, la explosión data de mediados de la década de los noventa, cuando internet ya había dejado de ser un proyecto militar y la información comenzaba a "viajar" diseminándose por todos lados. La escuela y la universidad eran habitualmente los ámbitos del conocimiento; padres, maestros, libros, lo concentraban. Hoy, en cambio, internet hace "accesible" la información y el conocimiento. Asimismo, se ha agilizado el contacto entre personas, y en el ámbito social, laboral y de negocios, los blogs y los vídeos en YouTube han dejado claro que las TICs han atravesado todos los aspectos de la vida de la sociedad, especialmente en los últimos veinte años.

En esta revolución, que en sus albores fue industrial y luego del conocimiento, se conjugan estas nuevas tecnologías, que son inmateriales, con la interconexión y la inte-ractividad, que son instantáneas, y con elevados parámetros de imagen y sonido. En este marco, la Sociedad de la Información contribuye a mejorar y fortalecer el aspecto mo-dernizador de las organizaciones tanto en el plano nacional como internacional, y puntualmente en aspectos tales como: contratación laboral, horarios de trabajo, propiedad de los inventos, uso de las TIC, distancias geográficas, seguridad e higiene, capacitación permanente, formación profesional, certificación de competencias, entre otros.

Desde la perspectiva de las TIC, el análisis de los derechos humanos permite aportar un matiz esencial y diferente al diseño de las políticas públicas, en la búsqueda de un acceso equitativo que sea inclusivo para los sectores más vulnerados. El debate sobre la importancia del acceso a las tecnologías y su valor en el tratamiento de las disparidades de desarrollo a nivel mundial forma parte de la discusión sobre los posibles beneficios y riesgos de la globalización. Esta relación entre tecnología y globalización requiere la intervención crítica en las políticas de desarrollo y cambio social por parte de cada uno de los países3.

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La revolución tecnológica desarrollada por la humanidad en los últimos 40 años generó también cambios en el mundo del trabajo. Así, fueron apareciendo nuevos conceptos y modelos laborales, como el teletrabajo, el trabajo conectado, el trabajo 3.0, las oficinas virtuales, el smartworking y las ofiteles, entre otros4. Es indiscutible que el trabajo hoy no se restringe a una oficina o a una fábrica. La idea de Jack Nilles5, de "llevar el trabajo a la casa" y no viceversa, cobró cada vez más fuerza y se fue asentando en las empresas y organismos de todo el mundo. Para Mark Dixon y Philip Ross, "el trabajo no es más un lugar al que se va, sino algo que se hace"6. Las ventajas económicas, sociales, estructurales y ambientales que el nuevo paradigma conlleva son cada vez más evidentes. Los cambios de hábitos familiares y culturales implican un nuevo estilo que valora el tiempo libre y aquél que pueda ser utilizado para estar en familia. La globalización facilitó la apertura de nuevos mercados, los flujos informáticos diluyeron las fronteras territoriales y las TIC son las portadoras del campo virtual donde se desarrolla el nuevo escenario laboral. Estas modalidades laborales posibilitan que las empresas reduzcan sus costos en infraestructura y representan un cuantioso beneficio para el medioambiente, puesto que se aminoran las emisiones de gases de efecto invernadero, como consecuencia de la disminución del tránsito vehicular.

En la actualidad, herramientas informáticas como las videoconferencias o los teléfonos inteligentes permiten que un grupo de personas puedan reunirse sin necesidad de compartir un espacio físico. Las TIC no son un objetivo en sí mismas. Siguiendo a Manuel Acevedo, "éstas tienen, por un lado, el valor de la información para el ejercicio de derechos y, por otro lado, constituyen un instrumento que sirve para ejercer esos derechos"7. En el año 2004, la Agencia Suiza para Desarrollo y Cooperación describió un esquema conceptual de las TIC con sus dos componentes claves identificados como: el acceso a la información y el conocimiento, por un lado; y la comunicación para el desarrollo y el cambio social, por el otro.

El acceso a la información no se refiere solo a la promoción y a la protección de los derechos a la información, sino que incluye también la promoción y la protección de los derechos a la comunicación para que cada cual exprese su opinión, participando en los procesos democráticos a todos los niveles y estableciendo prioridades de acción. En este contexto, el teletrabajo aparece cada vez con más fuerza en la Sociedad de la Informa-

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ción y el Conocimiento. Esta nueva forma de trabajar conlleva un fuerte impacto en las relaciones laborales y productivas. Su avance nos permite contar con experiencias en nuestra región, a las que se les suma la participación activa de los gobiernos. El papel de las instituciones resulta vital a la hora de impulsar nuevas estrategias encaminadas a la generación de empleo en los países de Latinoamérica y el Caribe.

Este sistema de trabajo conectado y a distancia se integra con la aplicación de las TIC en la medida en que fomenta el desarrollo de grupos de trabajo, o pequeñas unidades de producción físicamente separadas entre sí, pero conectadas por medio de redes electrónicas de información. Se trata de un sistema que facilita el desarrollo de la fragmentación del proceso productivo, basado en pequeñas unidades de producción independientes y coordinadas.

II Modelos organizacionales o contractuales

La forma de organización taylorista se define como "un método científico de organización del trabajo"8 con expresa especialización de los trabajadores en una determinada actividad del proceso productivo. Los ritmos de la producción se precisan por medio del control de los tiempos y movimientos de acuerdo con objetivos predeterminados. El fordismo incorpora tecnología al proceso de trabajo, en el cual la organización del mismo y la línea de montaje quedan estructuradas a partir del ritmo y requerimientos de la maquinaria utilizada en el taller o en la fábrica, lo cual provoca el sometimiento de los operarios a la uniformidad del movimiento de la tecnología. Por ello, una de las contribuciones del fordismo la constituye el concepto de "tiempo impuesto", que se refiere a la fragmentación de las tareas, la especialización de las funciones, y la simplificación de los trabajos. Este modelo entró en crisis a mediados de la década de 1970, con señales de agotamiento que se manifestaron en la desaceleración del crecimiento de la productividad. Como respuesta se intentó, por un lado, reducir los costos de la fuerza de trabajo mediante la supresión de las garantías de empleo, la revisión de los beneficios indirectos, el debilitamiento del poder sindical y la flexibilización de la jornada de trabajo; y, por otro, se pretendió utilizar las potencialidades tecnológicas de la automatización como soporte material para remodelar la organización del trabajo y los procesos de producción9.

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En plena crisis del modelo Toyota, del taylorismo y del fordismo, se propició la creación de nuevos modelos laborales con capacidad de establecer una producción flexible y utilización de alta tecnología. El modelo de producción flexible está íntimamente relacionado con las nuevas formas organizacionales y tecnológicas que adquieren configuraciones específicas en diferentes contextos espaciales y/o culturales. Se caracteriza por dos aspectos fundamentales: la especialización flexible y la flexibilidad dinámica. La primera (especialización flexible) depende en gran medida de las nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, ya que la utilización intensiva de la máquina como herramienta controlada automáticamente permite la producción de bienes en pequeña escala, a la vez que hace posible la adaptación de la producción a los cambios repentinos de la demanda. Respecto a la segunda (la especialización dinámica), tiene que ver con la concepción de líneas...

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