Novedades de jurisprudencia canónica

AutorBernardo Torres Escudero
Páginas73-115
NOVEDADES DE JURISPRUDENCIA CANÓNICA
BERNARDO TORRES ESCUDERO1
Vicario Judicial Obispado de Ciudad Real
SUMARIO: 1. DISCURSO DEL PAPA FRANCISCO CON OCASIÓN DE LA INAU-
GURACIÓN DEL AÑO JUDICIAL DEL TRIBUNAL DE LA ROTA ROMANA (29
DE ENERO DE 2019) Y COMENTARIO; 2. TRIBUNAL DE LA ROTA ROMANA:
2.1. Introducción; 2.2. Cuadro de los capítulos de nulidad matrimonial sobre los
que versan las sentencias; 2.3. Sentencias sobre exclusión “bonum sacramenti”:
C. Vaccarotto, 14/06/2012; 2.4. Sobre exclusión “Bonum fidei”: C. Caberletti,
22/05/2012; 2.5. Sobre Dolo: C. Arellano,18/04/2012; 2.6. Sobre Condición de
futuro: C. Caberletti, 18/12/2012; 2.7. - Sobre Grave defecto de discreción de
juicio (c. 1095, 2º), C. Graulich, 29/11/2012; 2.8–. Sobre Incapacidad de asumir
(C. 1095, 3º), C. Yaacoub, 17/02/2012; 2.9. Sobre Error en cualidad (c. 1097 &
2), C. Pinto, 20/01/2012.
1. DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO CON OCASIÓN DE
LA INAUGURACIÓN DEL AÑO JUDICIAL DEL TRIBUNAL DE LA
ROTA ROMANA (SALA CLEMENTINA, MARTES, 29 DE ENERO DE
2019)2
Excelencia, queridos prelados auditores,
Saludo cordialmente a cada uno de vosotros, comenzando con el Decano, a
quien agradezco sus palabras. Saludo a quienes participan en este encuentro:
los funcionarios, los abogados y los demás colaboradores del Tribunal Apostó-
lico de la Rota Romana. A todos van mis mejores y más sinceros deseos para
el año judicial que inauguramos hoy.
La sociedad en la que vivimos está cada vez más secularizada y no favorece
el crecimiento de la fe, con la consecuencia de que a los fieles católicos les re-
sulta difícil dar testimonio de un estilo de vida que corresponda al Evangelio,
1 Email:
vicariojudicial@diocesisciudadreal.es
2
Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede
, 29 de enero de 2019.
BERNARDO TORRES ESCUDERO
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también por lo que se refiere al sacramento del matrimonio. En este contexto,
es necesario que la Iglesia, en todas sus articulaciones, actúe en armonía para
proporcionar el apoyo espiritual y pastoral adecuado. En el ministerio diario
al servicio del matrimonio cristiano, experimentáis dos pilares fundamentales
no solo de la teología y del derecho matrimonial canónico, sino también, e
incluso antes, de la esencia misma de la Iglesia de Cristo: la unidad y la fide-
lidad. En efecto, estos dos bienes matrimoniales, antes de ser, todavía más,
para ser obligaciones jurídicas de cada unión conyugal en Cristo, deben ser
epifanía de la fe bautismal.
Para que se contraiga válidamente, el matrimonio requiere que se establez-
ca en cada uno de los novios una unidad y armonía plenas con el otro, de modo
que, a través del intercambio mutuo de las respectivas riquezas humanas,
morales y espirituales –casi como vasos comunicantes–, los dos cónyuges se
conviertan en una sola cosa. El matrimonio también requiere un compromiso
de fidelidad, que absorbe toda la vida, convirtiéndose permanentemente en
consortium totius vitae (can.1135).
La unidad y la fidelidad son dos valores importantes y necesarios, no solo
entre los cónyuges, sino en general en las relaciones interpersonales y sociales.
Todos somos conscientes de los inconvenientes que determinan, en el consorcio
civil, las promesas incumplidas, la falta de fidelidad a la palabra dada y a los
compromisos asumidos.
La unidad y la fidelidad. Estos dos bienes irrenunciables y constitutivos
del matrimonio requieren no solo ser explicados adecuadamente a los futuros
esposos, sino que solicitan también la acción pastoral de la Iglesia, especial-
mente la de los obispos y sacerdotes, para acompañar a la familia en las diver-
sas etapas de su formación y desarrollo. Esta acción pastoral, naturalmente,
no puede limitarse a la resolución de las prácticas, si bien sean necesarias y
deban llevarse a cabo con esmero. Hace falta una triple preparación para el
matrimonio: remota, cercana y permanente. Esta última es bueno que abarque
las diferentes etapas de la vida matrimonial de una manera seria y estructural,
a través de una esmerada formación destinada a aumentar en los cónyuges la
conciencia de los valores y de los compromisos propios de su vocación.
Los sujetos principales de esta formación matrimonial, en virtud de su
oficio y ministerio, son los pastores; sin embargo, es muy oportuno, aún más,
es necesario, involucrar a las comunidades eclesiales en sus diferentes com-
ponentes, que son corresponsables de esta pastoral bajo la guía del obispo
diocesano y del párroco. Por lo tanto, se trata de una obligación in solidum,
con la responsabilidad primaria de los pastores y la participación activa de
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la comunidad en la promoción del matrimonio y el acompañamiento de las
familias con el sostén espiritual y formativo.
Para comprender esta necesidad pastoral, nos hará bien observar, en las
Escrituras, la experiencia de los cónyuges Aquila y Priscila. Estuvieron entre
los más fieles compañeros de la misión de San Pablo, que los llama con agra-
decido afecto sus sinergoi, colaboradores en pleno del ansia y del trabajo del
Apóstol. Nos sorprende y nos conmueve este gran reconocimiento por parte
de Pablo de la labor misionera de estos esposos; y al mismo tiempo podemos
reconocer cómo esta sinergia fuese un don precioso del Espíritu para las
primeras comunidades cristianas. Pidamos, por lo tanto, al Espíritu Santo
que hoy también dé a la Iglesia sacerdotes que puedan apreciar y valorar los
carismas de los esposos con una fe fuerte y un espíritu apostólico como Aquila
y Priscila.
La atención pastoral constante y permanente de la Iglesia por el bien del
matrimonio y de la familia requiere ser realizada a través de los diversos
medios pastorales: el acercamiento a la Palabra de Dios, especialmente a
través de la lectio divina, los encuentros catequéticos, la implicación en la
celebración de los sacramentos, especialmente la eucaristía, el coloquio y la
dirección espiritual, la participación en los grupos familiares y en el servicio
caritativo, para desarrollar la confrontación con otras familias y la apertura
a las necesidades de los más desfavorecidos.
Por otro lado, los esposos que viven su matrimonio en unidad generosa
y con amor fiel, sosteniéndose mutuamente con la gracia del Señor y con el
apoyo necesario de la comunidad eclesial, representan, a su vez, una precio-
sa ayuda pastoral para la Iglesia. De hecho, ofrecen a todos un ejemplo de
amor verdadero y se convierten en testigos y cooperadores de la fecundidad
de la Iglesia misma. En verdad, muchos cónyuges cristianos son un sermón
silencioso para todos, un sermón “de día laborable”, diría, de todos los días, y
desafortunadamente, hay que constatar que una pareja que vive junta duran-
te tantos años no es noticia, –es triste esto– mientras que los escándalos, las
separaciones y los divorcios son noticia. ... (Ver Homilía en S. Marta, viernes
18 de mayo de 2018).
Los cónyuges que viven en unidad y en fidelidad reflejan bien la imagen
y la semejanza de Dios. Esta es la buena noticia: que la fidelidad es posible,
porque es un don, tanto en los cónyuges como en los presbíteros. Esta es la
noticia que también debería hacer más fuerte y más consolador el ministerio
fiel y completo del amor evangélico de los obispos y sacerdotes; cómo el amor
y la fidelidad conyugal de los cónyuges Aquila y Priscila fueron de gran con-
suelo para Pablo y Apolo.

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