No figurar en el reparto

AutorRoberto Bergalli
Páginas109-133

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El culpable de las definiciones de este primer esbozo de léxico, está desasosegado por la realidad cotidiana de este fin de milenio, para él prueba fehaciente de que el sistema ya se ha desenmascarado del todo, de que la utopía liberal ha evidenciado sus enteras limitaciones, de que, como dicen en mi tierra, el mundo no voltea redondo.

Diccionario
Agresión occidental

Colón, buscando llegar a la India, dio con unas islas que confundió con el Edén. Pero ya al día siguiente la codicia, que no disimulaban, y su afán, desmesurado, por conseguir la mayor cantidad posible de tesoros supuso recurrir a pillaje, tortura, asesinato y estupro. En la primera fase, ansiaban hallar la vía que permitiera seguir viaje hacia poniente, pero precisaban siervos que sacaran oro de los placeres (debían amortizar el costo de nuevas expediciones) y realizaran tareas agropecuarias para avituallar naves y alimentar a los conquistadores. Por ello, veían el Caribe y sus alrededores como mera etapa y no se inquietaron ante la evidente mengua de aborígenes. Dilapidados éstos en muy poco tiempo, organizaron razzias en la costa de Tierra Firme para secuestrar nativos y llevarlos al archipiélago, es la que yo llamo fase de esclavización y despilfarro; a poco, vaciada la región, debieron recurrir a la trata y traer africanos. Magnus Morner ha recordado que los primeros esclavos en cruzar el Atlántico fueron indios enviados por Colón a España en 1495.

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Encuentros, 1519, con el mundo azteca y, 1530, con el Tawantisuyu, implicaron um cambio radical en la empresa. Los castellanos intuyeron importantes yacimientos de plata (dado el valor de los tesoros acumulados) en el interior o vecindad de estados con una densidad muy notable y dejaron de explorar para dar con un paso marítimo y hacer fortuna en Asia; habían encontrado sus Indias en el Nuevo Mundo. Usarían súbditos de los reinos conquistados como mano de obra forzada en la mine-ría de la plata, actividad no primordial pero central (todas las demás girarían a su alrededor) y el afán de conseguir el mayor lucro posible implicó intentos de incrementar compulsivamente productividad y consumo, mediante los corregidores, pongo por caso, que obligaban a los nativos a adquirir lo que no necesitaban o a participar, contra su voluntad, en el reparto de hilazas.

La colonización desarraigó a la vez a millones de africanos, para que los pocos sobrevivientes trabajasen como esclavos en plantaciones o minas, y supuso el exterminio, por fortuna a largo plazo, de gentes de las naciones autosuficientes, pues habían mostrado su total rechazo a devenir siervos. El cariz de la agresión implicó incluso que más de un conquistador decidiera refugiarse o quedarse entre los indígenas; es conocido que en el Yucatán, Jerónimo de Aguilar trató de convencer a Guerrero para que regresase con él, pero este hombre de armas había hallado su lugar en el mundo entre los mayas.

La segunda fase, iniciada en 1519, implicó controlar los pocos estados excedentarios y sus periferias y asentamientos, castellanos o no, sobre algunas costas, en total poco más del 10 % del Continente. Los Estados Unidos de América del Norte ocupaban, en 1776, apenas un 14 % de su territorio actual.

La tercera fase, la de la segunda conquista y la apropiación de los territorios que los blancos llamaban desiertos, poniendo en evidencia hasta dónde llegaba su menosprecio por los indígenas a los que tenían por inexistentes, se inició hacia 1849, consecuencia del hallazgo de oro en California y culminó hacia 1890 con la conquista del sur, el territorio Mapuche, actual Chile austral y Pampa y la del Oeste de los actuales Estados Unidos. La cuarta etapa, inmolación de los últimos paraísos, se inició hacia 1890, con el saqueo de la Amazonia, y está concluyendo, en la actualidad, de forma dramática para todos.

Castilla, con experiencia acumulada tras conquistar al-Andalus, Canarias o Magreb, convirtió las Indias en campo de concentra-

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ción, en laboratorio para ensayar incrementos compulsivos de productividad y consumo, perfeccionando un complejo aparato represivo basado en violencia sexual, física, ideológica o cultural, racismo embrutecedor (perjudicaba a las víctimas pero, a la vez, degradaba a los ejecutores), mitificación del pasado, menosprecio por la cultura de los otros y total incapacidad para entender el funcionamiento de sociedades distintas.

Cualquier estado conquistador engendra una ideología justificando y sacralizando su actuación, lo que denomino Leyenda apologética y legitimadora (? Lal).

Canallada

Uso y abuso de canes, mastines en concreto, como fieras bélicas, verdugos y torturadores fue peculiaridad dantesca y aberrante de la conquista o agresión castellana a las Indias. Cfr. Rafael Sánchez Ferlosio, Esas Yndias equivocadas y malditas, Barcelona, 1994, Destino, 70-75.

Capitalismo

Sistema social basado, en esencia, en convertir a la gente en productores de excedentes y consumidores de sopotocientos bártulos totalmente prescindibles. Es característica primordial del mismo el colosal abismo entre aquello de lo que alardea y la realidad: se jacta de libertad y jamás, en el pasado, hubo una época tan despótica y alienada; presume de igualdad y es enorme y sin cesar creciente la desproporción entre quienes acumulan riquezas y poder y desvalidos y desamparados; presume de fraternidad y ha erigido un mundo basado en el egoísmo, la mezquindad y la insolidaridad; se llena la boca mentando el progreso y se retrocede en todos los terrenos; se propasa hablando de paz y la violencia domina las relaciones entre la gente o los estados y señorea los medios de comunicación de masas; se vanagloria de seguridad y se ha creado un ámbito cada vez más vulnerable, incapaz de parar el derroche suicida del entorno, inerme ante nuevas enfermedades, inepto para prevenir demoledores temblores financieros.

Cimarrón

Quien escapaba de la pequeña parte de América controlada por los occidentales. En la primera etapa de la agresión predominaron nativos, pero pronto fueron más los africanos negán-

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dose a ser esclavos, también fue notable la huida de mestizos y mulatos, así como la de blancos.

Creación

Gerald Brenan, rechazando la oferta de Oxford para escribir la voz ‘España’ en uno de sus manuales, enfatizó: «No se puede llegar a la verdad escribiendo historia; sólo los novelistas lo consiguen». García Márquez no es por supuesto historiador pero la lectura de sus obras proporciona un útil bagaje que facilitará captar un pasado, una realidad y unos ambientes que a los europeos se nos escapan por habernos divorciado ya en exceso de la vida y la naturaleza. Lo mismo se puede decir de Alejo Carpentier que, lejos del academicismo, brinda claves para comprender y entender el mundo caribeño de finales del siglo 18 o del 19. Para ello no sirve la HO (?), pues es total la discordancia entre ella y pretérito, así como entre HO y la memoria que la gente conserva de lo ocurrido, lo que ayudaría a entender su desprestigio pues es visualizada como uno de los rostros, conocidos, de la represión.

Desde hace tres décadas, desde que me dejé cautivar por América, a raíz de mi primer viaje a Venezuela, no deja de crecer mi perplejidad ante el abismal desencuentro entre realidad y engendro académico: me atrevo a sostener que una considerable cantidad de las publicaciones vendidas como históricas nada tienen que ver con lo ocurrido. Caso emblemático es la mayoría de lo impreso sobre el período llamado de la independencia; en 1963 Chaunu, señalando que en diez años más del 30 % de la producción bibliográfica latinoamericana estaba consagrada a este corto período, añadía: «Cuando una historiografía presenta tal exceso, que ninguna razón documental justifica, el hecho deja de ser pintoresco para convertirse en significativo» («Interprétation de l’indépendan ce de l’Amérique Latine», Bulletin de la Faculté des Lettres de Strassbourg, III [1963], 5-23. Cito por traducción castellana, VV.AA., La independencia de América Latina, Buenos Aires, 1973, Nueva Visión, 11). También es paradigmática buena parte de la obra de americanistas hispánicos; no cesa su perseverancia, digna de mejor causa, intentando justificar agresión y conquista, abusando de los mismos panfletos que se pergeñaron para escamotear, precisamente, homicidio y etnocidio.

Al contrario, también me sorprenden veracidad y utilidad de varias obras de creación; no pretenden pasar por ensayos descriptivos pero dan cantidad de datos sobre el nuevo continente y,

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con pocas pinceladas, nos pueden brindar una imagen de un ámbito y una realidad mágicos, difíciles de aprehender.

Sería prolijo extenderse sobre el tema y, por encima de todo, en absoluto soy persona idónea, pero quiero aludir a algunos casos bien ejemplares. En primer lugar debería recordarse la producción aborigen; de quienes ya estaban allí en 1492; de la inmensa mayoría de naciones autosuficientes, vinculadas a una literatura oral, no quedó ni el menor rastro, sólo algunos especímenes, bien raros, recogidos recientemente por antropólogos o similares. Al contrario, en estados excedentarios fue considerable lo que se conservaba, a través de escrituras distintas, pero o no se quisieron descifrar en el momento de la invasión, habría sido bien fácil o, peor...

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