La necesaria reforma del sistema fiscal

AutorJosé Luis Rey Pérez
Páginas307-313

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Para mantener la viabilidad del Estado de bienestar en España es imprescindible abordar una reforma integral del sistema financiero público que tenga como objetivos en primer lugar, dar cumplimiento al mandato constitucional del principio de capacidad económica, esto es, gravar la riqueza allí donde ésta se encuentra; en segundo lugar, incrementar la progresividad de nuestro sistema fiscal que con las reformas tributarias aprobadas en los últimos años, especialmente en el trienio 2011-2013, es más regresivo; y en tercer lugar, potenciar su sostenibilidad a lo largo del tiempo. Esto conlleva tener en cuenta que el nivel de redistribución de un sistema de bienestar no se encuentra únicamente en el sistema de transferencias, sino en la adecuada combinación de éste con el sistema impositivo. De hecho, la reducción de la desigualdad, después de los impuestos, es muy baja si la comparamos con otros países de la UE. Quizá precisamente por ello, en un sector de la doctrina, de corte liberal, se ha extendido la idea de que los impuestos tienen una escasa capacidad redistributiva y que por ello la mejor política económica que puede seguirse es su reducción, lo que permitirá disponer de más dinero en la economía privada de las familias, incrementar el consumo y así generar dinamismo en la economía. Sin embargo, esto no es del todo así. Que nuestro sistema fiscal no tenga el efecto redistributivo que debería tener, no se debe a que éste sea imposible de alcanzar, sino más bien al hecho de que probablemente se encuentra mal diseñado. Existen en la literatura académica económica estudios que demuestran la capacidad redistributiva de los impuestos logrando incrementos en la igualdad si estos son los suficientemente progresivos y responden a un buen diseño9. De hecho puede decirse que de la adecuada combinación de las dos vertientes de la actividad financiera pública, la del ingreso y la del gasto, conseguiremos un sistema redistributivo. Así, tendríamos varios modelos (que aquí funcionan al modo de tipos ideales) posibles:

- Sistema fiscal altamente progresivo con un sistema de transferencias y programas sociales muy focalizado. Sin duda este modelo sería

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el más redistributivo de todos y podría lograr una reducción significativa de los niveles de desigualdad. Pero como ya se ha indicado antes y en este volumen en reiteradas ocasiones, un modelo así genera poca aceptación popular ya que aquellos que son gravados fiscalmente más duramente perciben que sus impuestos sirven para el mantenimiento de programas de las personas necesitadas sin ellos recibir nada a cambio por el esfuerzo fiscal que vienen realizando. Esto debilita el apoyo a las estructuras de bienestar y puede generar fenómenos de evasión fiscal.

- Sistema fiscal con poca progresividad pero con un sistema de transferencias y programas muy focalizado. Presenta un carácter redistributivo intermedio. La percepción negativa sobre los impuestos sería similar al caso anterior, solo que aquí la percepción de un mayor esfuerzo a aquellos que tienen más se debilitaría. Tendría efectos estigmatizadores y también parece que su viabilidad a medio plazo podría tener problemas.

- Sistema fiscal altamente progresivo con transferencias universales: tiene un menor efecto redistribuidor que el primero, pero entre sus ventajas puede señalarse que todo el mundo percibe a cambio del esfuerzo fiscal unas prestaciones o servicios, lo que consigue un mayor apoyo popular al mantenimiento de las instituciones de bienestar.

El IRPF es, junto con el IVA, el principal impuesto que sirve para financiar las instituciones de bienestar. Las reformas que se han llevado a...

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