Navarra: un reino en la Monarquía Española (1512-1829)

AutorFernando de Arvizu
Páginas413-469

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1. Algunas consideraciones introductorias y polémicas

Navarra es uno de los cuatro cuarteles que desde hace siglos conforman el escudo de españa. esta realidad que –se quiera o no se quiera– la historia ha

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acabado por resolver, sigue levantando alegatos apasionados precisamente en contra de esa misma realidad. casi cinco siglos después de la incorporación a la corona de castilla mediante unión principal, esa misma incorporación sigue siendo discutida, analizada y combatida, en una dirección contraria a la realidad que hoy vivimos. si fuese posible desandar la historia, la anexión personal de 1512 por Fernando el católico y la incorporación de 1515 serían declaradas ilegítimas, al tiempo que se pretendería la vuelta a una situación no muy bien definida, pero en todo caso anterior a 1512.

¿Para qué?, ¿para volver a una quimérica navarra independiente? ciertamente no ¿para hacer triunfar ahora al partido agramontés y colocar al Viejo Reyno en la órbita de Francia? sinceramente creo que tampoco, pues la reivindicación de los agramonteses como los auténticos navarros no esconde otra cosa que la estigmatización de los beaumonteses como traidores a su patria y partidarios de castilla. además, si mal estaba navarra en castilla, la reivindicación de nuestros días no va, ciertamente, por su incorporación a Francia. pero sí tiene las vista puesta en su incorporación a esa euzkadi asentada en el panvasquismo, que se ve a sí misma como una nación constituida por una raza –aunque en esto se insiste hoy mucho menos que antes– una lengua –el vascuence o euskera, unificado en el batúa, para acabar con su diversidad dialectal– y un territorio, hoy dividido entre dos naciones extrañas que lo usurpan y oprimen: españa y Francia. esto podrá parecer crudo, pero es la realidad que vemos todos los días. Y en esta realidad, una navarra con trayectoria histórica rectificada tiene el sentido de la piedra clave de todo el arco de la nación vasca.
tal es la razón de que si hace cien años ya existían los escritos alineados con la tradición agramontesa-vasquista –por llamarla de alguna forma– cuyos ejemplos más señeros son las obras de Boissonnade y campión, hoy se incremente la mencionada línea editorial con otros más abundantes y por ello menos conocidos –quizá– pero trasudados de la misma nostalgia agramontesa de los precursores apuntados. si a ello se añade que navarra ha sido moneda de cambio en determinadas negociaciones políticas de indudable trascendencia1, se estará cerca de comprender que la anexión de navarra para unos y la incorporación para otros, siga siendo un tema histórico que a nadie deja neutral.

¿Qué debe hacer, en tal trance, un historiador del derecho que se acerca al problema desde una perspectiva científica? a mi entender, desechar toda aproximación pasional y, por lo tanto, contaminante del resultado de su labor. tratar de presentar las instituciones jurídicas y su evolución como lo que fueron a juicio de quien historia. Y si tal juicio –puede decirse con razón– siempre es subjetivo, lo será porque nadie, en investigación histórica, puede creerse el único depositario de la verdad objetiva, indiscutible, inconcusa. pero no porque, ab initio, el historiador se haya inficionado de prejuicios históricos invali-

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dantes de su labor, al par que deletéreos para la consideración que él mismo merezca ante la comunidad científica.
sentadas estas afirmaciones, a mi modo de ver imprescindibles como explicación de mi estado de ánimo en lo científico, he de decir algo relativo a la metodología. Y en tal ámbito, debo declarar desde el principio que me considero historiador del derecho del pasado como lo entendía el venerado maestro don alfonso García-Gallo, es decir, como cultivador de una ciencia encuadrada dentro de las jurídicas y estudiada con método y perspectiva propias del jurista2. por mi formación tanto directa del magisterio de García-Gallo, como por la de ismael sánchez Bella3, siempre me he sentido más jurista que historiador4, a lo que no ha sido ajeno el peso de la tradición familiar5; por lo tanto, no debe esperarse de estas páginas un relato más o menos pormenorizado, más o menos apasionado, de los hechos históricos que llevaron a navarra a integrarse en lo que conocemos hoy por Monarquía Española en su acepción puramente científica. antes bien, y aunque ello pueda decepcionar al lector, seguiremos paso a paso los problemas jurídicos de la incorporación, para analizar posteriormente las instituciones jurídicas de navarra dentro de la Monarquía española hasta su transformación en provincia foral, hecho acaecido en virtud de la ley paccionada de 18416.

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Por lo tanto, tras un análisis de la conquista e incorporación del reino de navarra a la corona de castilla, pasaremos a estudiar a navarra como frontera de la Monarquía, para centrarnos luego en el elemento humano e institucional de la relación de navarra con aquélla, para acabar tratando algunos de los problemas más interesantes acaecidos entre navarra y la Monarquía entre el siglo xvi y el cambio de status del reino en el siglo xix.

2. El reino de Navarra en la corona de castilla
2. 1 Reflexión crítica sobre la bibliografía

Desde la clásica obra de prosper Boisonnade, dedicada a la conquista, hasta nuestros días o casi, no ha dejado de aparecer bibliografía de valor desigual que siempre adolece de un cierto apasionamiento cuando menos y de una toma de postura previa cuando más, que obligan al historiador a una paciente –y nada fácil– labor de eliminar la hojarasca de las opiniones viscerales del trigo de los datos asépticos. en este breve apartado se quieren hacer algunas consideraciones que van precisamente en esa dirección.
la mencionada obra7 marcó en su día un hito importante por la ingente bibliografía y documentación manejadas. sin embargo, y hay que decirlo clara-mente para advertir al lector, la traducción de la misma (1981) que circula en nuestros días, ha sufrido tal proceso de manipulación que la hace inservible para un trabajo científico, dada su poca semejanza con la obra original en fran-cés8. sigo en esto la opinión de huici. Quizá por tal razón el Gobierno de navarra, por medio de la institución príncipe de Viana, encargó otra traducción para una edición fiable, aparecida en 20059.

Dentro del mismo apasionamiento, pero justamente en el bando contrario debe situarse la conocida aportación de Víctor pradera10, en la que legitima absolutamente la conquista11 y estudia con gran minuciosidad el problema de la

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datación de las bulas de Julio ii, que ha sido la base para negar su autenticidad. de todas formas, el momento de gestación de esta obra –la segunda década del pasado siglo– influyó decisivamente en ella, ya que se concibe como un alegato frente a las tesis mantenidas por los nacionalistas vascos12.

En 1993 ve la luz el documentadísimo trabajo de huici Goñi sobre la conquista de navarra13. con absoluta ausencia de prejuicios, la autora examina una serie de tópicos, que van desde la presencia francesa en navarra, las facciones y los gobernantes, hasta la pequeñez del reino, su economía, las bulas y la actitud del rey Fernando. en alguna ocasión14 lo he definido como un libro inquietante, pues se aparta de la historiografía oficial, tanto la que intenta justificar la conquista como la que trata de hacer lo contrario. es, por lo tanto, una obra no sólo valiente sino muy fiable por la gran cantidad de información en que se apoya. desde una perspectiva de síntesis, luis suárez ha dedicado al problema una monografía muy útil por la gran cantidad de datos que proporciona15. remontándose muy atrás en el tiempo, a mediados del siglo xiv, va examinando las tensiones intranavarras y las apetencias externas que sobre este reino se van forjando a finales de la Baja edad Media, hasta que estallan en el conflicto que provoca la intervención papal y la legitimación de la conquista, al menos sobre el papel16 .

Por su parte, el prof. alfredo Floristán ha abordado en un importante trabajo el gobierno de navarra desde su incorporación hasta 1808. debe utilizarse tanto por la labor personal del autor como por la documentación que aporta la cual, por decirlo llanamente, habla por sí sola17.

Desde un ámbito más local y en una perspectiva netamente agramontesa, cabe reseñar algún opúsculo circunstancial, aparecido con ocasión del 475 aniversario de lo que se llama abiertamente conquista18. Más entidad tiene la

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reciente obra de pedro esarte sobre navarra entre 1512 y 153019. ha de destacarse que el autor no es historiador de profesión sino de vocación, profundamente sentida y por lo tanto digna de todo respeto dado el trabajo extra que le supone su cultivo. eso hace pasar por alto algunas deficiencias de sistemática o de detalle en el aparato crítico que serían indisculpables en el...

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