Relación público-privado en municipios. Identificación de capacidades institucionales para el crecimiento económico

AutorAdrián Darmohraj
CargoLicenciado en Ciencia Política. Docente e Investigador de la Universidad de San Andrés. Argentina.
Páginas127-172

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I Introducción y problemática

Desde finales de los años 80 la relación entre el Estado y el mercado en casi todo el mundo comenzó a sufrir transformaciones importantes. Con el fin del comunismo, y el surgimiento de nuevos actores y nuevas relaciones de poder en el marco de un sistema capitalista globalizado, se generó un nuevo debate, tanto en los ámbitos académicos como políticos, acerca de cuáles serían los nuevos roles y funciones que el Estado debe asumir para garantizar el funcionamiento del mercado y el desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad.

Según OSBORNE (1994), para tener éxito en el mercado global supercompetitivo actual, las corporaciones necesitarían que los distintos factores de

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producción sean de la mejor calidad posible: los obreros más formados, la investigación más avanzada, el capital más barato y la mejor infraestructura. En consecuencia, esto hace que los diversos roles del gobierno, en tanto educador, formador, financiador de investigación científica, instaurador de reglas y operador de infraestructura, sean hoy mucho más importantes que hace treinta años.

Como señalan algunos, si el espacio local hubiera sido definitivamente aniquilado por el espacio global, únicamente visualizaríamos el territorio como una red donde las líneas serían lo fundamental y los nudos -las ciudades- quedarían vacíos de contenido. Sin embargo, la realidad nos muestra una situación donde el nudo local es un elemento importante; donde tiene sentido plantear el fortalecimiento de sus proyectos e interacciones internas, sin las cuales la presencia en las líneas de la red global carecería de sentido. La doble lógica del territorio obliga a los ámbitos urbanos a moverse en una doble dirección. Por un lado, se hace necesario aceptar la naturaleza relacional del territorio y desarrollar estrategias de conexión y vinculación que les permitan formar parte de la red global. Por otro lado, deben actuar como un actor internamente fortalecido y vertebrado, poniendo en valor sus capitales humanos, sociales y ambientales, que les permitan actuar de forma cohesionada. (Blanco y Gomà, 2003).

Desde esta perspectiva, el rol del Estado (tanto sea nacional provincial o municipal) como prestador directo de servicios y único agente impulsor del desarrollo, no tendría cabida en la realidad actual. No sólo porque ha demostrado ciertas deficiencias en el ejercicio de ese rol, sino porque existen nuevos actores con mayores capacidades operativas y flexibilidad en el campo de los negocios y el mercado. En este sentido, los gobiernos locales no escapan a esta realidad y han sido fuertemente afectados por los cambios relacionados a la incorporación de nuevas tecnologías que cambian con rapidez, y una competencia global intensa asociada a esos cambios.

Por otro lado, si los líderes de negocios pretenden optimizar sus beneficios y encontrar un lugar donde desarrollarse con un mínimo marco de estabilidad, necesitan entender la dirección en la cual trabaja el gobierno local; el marco institucional en el cual son hechas las políticas públicas, y las perspectivas e imperativos que guían a los decisores públicos. Como señala Dunlop (1980), un entrenamiento efectivo para los líderes de negocios debe proveer más entendimiento de las oportunidades, para que los gerentes privados tengan una actitud proactiva en ayudar a la resolución de problemas públicos, de modo tal de hacer coincidir los intereses públicos y aquellos propios de la firma privada.

A su vez, si el gobierno local pretende mejorar las condiciones para el desarrollo de actividades productivas y de negocios para el sector privado, debería manejar información actualizada y conocer las herramientas de gestión y negociación que le permita ubicarse como un actor dinámico eficien-

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te y con capacidad de respuesta a los cambios que presenta el entorno. De esta manera, la interrelación entre lo público y lo privado comienza a concitar cada vez más la atención de gobernantes, empresarios, inversores, consultores y de todos aquellos preocupados por entender las variables que determinan el crecimiento de la economía y el bienestar de una sociedad.

En el nivel local de gobierno, este tipo de interacción podría constituir una salida posible, a situaciones de estancamiento y fuerte vulnerabilidad para el crecimiento económico que poseen muchos municipios pequeños en vía de desarrollo. En la actualidad, muchas localidades son estremecidas por fuerzas importantes del ambiente externo, sobre las cuales no tienen control. Cada vez más empiezan a sentir el impacto de la revolución de la tecnología y la comunicación, que permite a las empresas ubicarse en lugares con costos menores o con condiciones de trabajo más atractivas.

Cuando una ciudad pierde su atractivo se desatan fuerzas que empeoran la situación. Por ejemplo, cuando una compañía o industria importante asentada en una ciudad desaparece debido al mal manejo del negocio, o a una infra-estructura desgastada de la comunidad, muchas veces disminuyen las ganancias en los negocios y los empleos; los precios de los inmuebles bajan y la infra-estructura se deteriora. Esto comúnmente acelera la emigración de residentes y negocios, lo que ocasiona una importante disminución del turismo, en el caso que lo posea. La falta de empleo conduce a mayores necesidades sociales y la imagen de la ciudad se deteriora. En estos casos los gobiernos suelen aumentar los impuestos para mantener la infraestructura sobre la base de contribuyentes cada vez más restringida, mientras que los impuestos elevados sólo aceleran el éxodo de recursos.

A este tipo de situaciones problemáticas, debemos agregar el hecho de que una gran parte de las decisiones de gestión están reguladas por normativas que excede a las competencias municipales. Dependiendo de la legislación de cada provincia o región, hay municipios que no tienen atribución directa sobre la regulación de determinados servicios públicos, el cobro de impuestos a la producción, el trabajo y la propiedad; la diagramación del recorrido del transporte público, la fijación de tarifas diferenciales de luz, agua, gas, teléfono, entre otras limitaciones. Esta situación reduce fuertemente el margen de maniobra de la gestión de los intendentes a la hora de promover su ciudad.

Hasta el momento no se ha constituido un enfoque de análisis que identifique y sistematice las estrategias y herramientas de políticas públicas que agilicen la relación público privado en el ámbito local y, por ende, la consecución de negocios que posibiliten el crecimiento económico Aún no se ha desarrollado una mirada equilibrada, desde el punto de vista teórico y práctico, entre la exploración de ámbitos de negocios que contemplen el rol del gobierno local y su modelo de acción; y un enfoque que analice el accionar privado como un aliado estratégico en la formulación e implementación de políticas promotoras de negocios en el nivel local. Es decir, una mirada que

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investigue la perspectiva privada de negocios y a su vez la visión política y pública, ambas en permanente interacción y con vistas a la promoción del crecimiento económico local.

En el caso de los municipios, (más que en ámbitos nacionales o regionales), la proximidad física e interacción inmediata entre actores públicos y privados vuelve necesaria la complementariedad, dándole a este vínculo una relevancia y un potencial considerable para crear alternativas de inversión y crecimiento económico locales. Esto nos conduce a pensar que los gobiernos locales podrían manejar información acerca de quién desearía vivir y trabajar en su ciudad; bajo qué condiciones y con qué expectativas, de modo de poder ofrecer al sector privado un espacio territorial propicio para vivir, invertir y crecer.

Según KOTLER (1994), algunas ciudades no logran anticipar los cambios y simplemente resisten los efectos negativos de dichos cambios. Van a la deriva hasta que son sacudidas por crisis importantes que las hacen perder empresas, residentes y turistas. Sólo entonces, y en el mejor de los casos, los funcionarios públicos y directivos de empresas interesados se apresuran a formar comisiones encargadas de salvar a su localidad.

En la actualidad pocos gobiernos locales pueden articular una visión estratégica de lo que proponen ser en los próximos diez o veinte años. Todos desean industrias prósperas, elevar los ingresos reales y trabajos de más calidad, pero no logran implementar un plan de acción3.

No todos los municipios de un país o región se encuentran en las mismas condiciones. La...

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