Mujer y carlismo durante la Segunda República

AutorA.M. Moral Roncal
Páginas89-104

Ver nota 163

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"En los campos españoles

Siempre abundan margaritas

Por algo fueron regados

Con sangre de los carlistas"

1. Una revisión historiográfica

Como contraste con el aparente impulso de los estudios sobre el feminismo católico164o el feminismo laico, la bibliografía disponible actualmente sobre las Margaritas subraya la evidente falta de investigaciones sobre la mujer carlista y/o tradicionalista, así como su participación en la construcción de un modelo feminista

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católico durante esos años. En 1991 apareció un trabajo colectivo -firmado por Florencia Carrionero Salimero, Antonio Fuentes Labrador, Ángeles Sampedro Talabán y María Jesús Velasco Marcos, titulado "La mujer tradicionalista: las Margaritas", dentro de un catálogo colectivo, fruto de una exposición, titulado Las mujeres y la Guerra Civil Española. En el mismo, se analizó en primer lugar la organización de las Margaritas -Sección Femenina de la Comunión Tradicionalista Carlista- a nivel nacional, recurriendo a la normativa y reglamentación publicadas en el Boletín de Orientación Tradicionalista, analizando su génesis y estructura. Seguidamente se presentó un ligero perfil de la actuación de las Margaritas en la época republicana, comentándose, en último lugar, la imagen de la mujer tradicionalista, vertida desde los propios círculos políticos a través de la prensa y otras publicaciones. Este trabajo pionero pretendió realizar -como reconocieron sus autores en el texto- un primer acercamiento al conocimiento de la mujer tradicionalista-carlista; "es, por decirlo, su presentación en sociedad, con el análisis del carácter de este colectivo femenino, los temas que le preocupan y sus manifestaciones"165. Según sus deseos, quedaba abierto el camino para poder integrar este estudio en todo el espectro de la mujer conservadora y compararlo con otras organizaciones como la Sección Femenina de la Falange, lo que permitiría conocer el papel de las Margaritas en el espacio social como factor de adecuación o no al orden establecido por el Nuevo Estado, una vez finalizada la Guerra Civil Española.

Dos años más tarde, Gloria Solé Romeo publicó algunas notas para la historia de las Margaritas de Navarra en la revista Príncipe de Viana, aportando datos locales - en buena parte deudores de tesis doctorales de otros historiadores que citaba- pero sin ahondar demasiado en el tema, como el propio volumen del trabajo demostraba (cinco páginas de texto más fotografías, mapas y fotocopias de prensa tradicionalista)166. Aparentemente más esperanzador -y con un sugestivo título-, bajo la dirección de Antoni Segura Mas, en 1999 se publicaron las actas del V Seminari d´Historia del Carlisme, celebrado en Solsona, entre el 13 y el 14 de mayo de 1998, con el nombre de El carlisme i la dona y el patrocinio de la Fundació Fracesc Ribalta. Sin embargo, 6 de los 14 artículos presentados no aludieron específicamente a la mujer carlista sino a diversos temas relacionados con el tradicionalismo monárquico a lo largo de los dos últimos siglos167. De aquellos que se centraban específicamente en el tema propuesto, sobresalían los análisis biográficos (sobre las hijas de don Javier de Borbón Parma, sobre Laura Pastor -dirigente en la época de la Transición-, Anna María Janer, un análisis sobre las memorias publicadas por la infanta María de las Nieves de Braganza) y las interpretaciones políticas propias de la historiografía neocarlista -si seguimos la nomenclatura defendida por Jordi Canal-. Sobresalieron,

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sin embargo, el acercamiento de José Javier López Antón sobre dos escritoras carlistas -Dolores Balaztena y Vicenta Moguel- y el estudio de Enric Bartrina sobre el papel de la mujer en la recristianización católica del siglo XIX. La principal aportación, en definitiva, de este encuentro de historiadores fue subrayar la necesidad de emprender una reflexión profunda sobre el papel de la mujer en el carlismo.

Mónica Orduña Prada presentó "La mujer en las publicaciones carlistas: de la Segunda República a la Guerra Civil", en el encuentro científico Del periódico a la sociedad de la información, celebrado en Logroño, cuyas actas fueron publicadas en 2002. De forma tangencialmente breve, la autora procuró analizar el papel que personificó la condición femenina en las publicaciones de corte carlista/tradicionalista, fiel reflejo de la esencia de su ideario, al tiempo que realzaba la importancia de los boletines, periódicos, semanarios y folletos carlistas en la transmisión de la ideología legitimista168. En este sentido, cabe destacar que la historiografía -tanto española como extranjera- ha mostrado mayor interés por analizar la Sección Femenina de la Falange, la Mujer Azul, y la condición femenina durante el Franquismo, reduciendo al mínimo la investigación por las Margaritas169. No existe tampoco ninguna biografía de mujeres carlistas como la activista política María Rosa Urraca Pastor; la escritora Dolores Gortázar Serantes; la vizcondesa de San Enrique; Dolores Chicharro; la condesa de Rodezno; las oradoras Casilda Ampuero, Concha Díez Conde, María Dolores Lamamié de Clairac y Ángeles de Janer, o las tradicionalistas Matilde Fernández de Henestrosa y María Zamanillo, entre muchas otras. No existe un análisis pormenorizado de su participación en la reconstrucción política del carlismo durante los años republicanos ni de su papel en la red de prensa organizada por la Comunión, que llegó a alcanzar una importante cifra de revistas, semanarios y diarios. En definitiva, falta una investigación profunda sobre el papel de la mujer en el momento histórico en que se logró convertir al carlismo en un movimiento político territorialmente de alcance nacional. En esta comunicación intentaremos caminar hacia este objetivo.

2. La Movilización de la mujer carlista en el primer bienio republicano

Antes de la llegada de la Segunda República, constaban escasas asociaciones de mujeres carlistas, siendo sintomático que en Navarra tan sólo existieran tres antes

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de las elecciones municipales del 14 de abril170. Sin embargo, comenzó a producirse un aumento tanto del número de círculos tradicionalistas como de agrupaciones femeninas carlistas a partir de entonces, debido a varias causas.

En primer lugar, la necesidad de hacer frente a la política religiosa de la coalición republicana-socialista -calificada como anticatólica y antirreligiosa por la mayor parte de las fuerzas políticas de derechas- favoreció la vitalidad de la asociaciones existentes y el nacimiento de otras muchas nuevas, al llamar a las católicas a la defensa de sus creencias. Muchas de ella aceptaron ese envite y los tiempos ayudaron a su mayor participación en la esfera pública. Llamamientos como el realizado por Dolores de Gortázar, escritora tradicionalista, en un artículo publicado en El Siglo Futuro el 26 de noviembre de 1931:

"En estos momentos amargos, dolorosos, de descatolización en España, llamo al corazón esforzado, intrépido, elevadísimo de todas la mujeres cristianas, para que, unidas en un solo pensar, respetando las leyes que sean justas, las que no vulneren nuestros sagrados derechos, las que no atropellen nuestros sentires religiosos, para defender y reivindicar lo que en justicia nos pertenece y pedir la concesión de la libertad que disfrutan los que no militan en el campo católico. (...) Queremos libertad para que nuestros hijos se eduquen en escuelas conforme a nuestros sentires, sin oponernos a que funcionen todas las escuelas laicas que el Estado quiera costear. Pedimos el goce absoluto de la libertad en nuestras familias (...); el libre ejercicio en lo religioso; en suma, lo que es recto, bueno, progresista y regenerador, porque las mujeres católicas no somos ni retrógradas ni obscurantistas.171"

Cabe subrayar que fueron mujeres carlistas las que animaron a otras a participar en la vida pública, en defensa de la Religión y la Patria, sin que por ello - como intentaron dejar claro en sus alocuciones- se mermaran su condición femenina y su labor como esposa y madre de familia, manteniendo asimismo todo el respeto a las autoridades canónicas y estatales172. Ideas que no resultaban novedosas pues durante el primer tercio del siglo XX se había construido y divulgado un modelo social de la mujer española basado en la trilogía Dios, Patria y Hogar173. Por eso, en un primer momento, estas mujeres se centraron en labores religiosas y benéfico-sociales, ya que la esfera política había de estar reservada a las autoridades carlistas superiores y

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masculinas174. Sin embargo, conforme fueron pasando los meses y la tensión política fue aumentando ante la polémica religiosa y la elaboración de la Constitución republicana, poco a poco, comenzaron las carlistas a rozar la esfera política. María Rosa Urraca Pastor, en una conferencia en el Centro Tradicionalista Montañés, se dirigió a las asistentes señalándoles que había llegado el momento de "descender de las gradas del templo y salir a la lucha política"175. Comenzaron así a aparecer líderes femeninas capacitadas para la lucha, revelándose en poco tiempo sumamente activas.

Los numerosos mítines en ciudades, pueblos y aldeas que comenzaron a organizarse, a partir de 1932, funcionaron como un acicate para la fundación posterior tanto de asociaciones femeninas tradicionalista como de círculos carlistas. En Navarra, el rápido desarrollo de las Margaritas176-como así se denominaron las activistas legitimistas- se debió, en buena parte, a las activas propagandistas de Pamplona: Dolores Balaztena, Carmen Villanueva, Clinia Cabañas, Josefa Alegría, Isabel Balaztena, Ascensión Cano, Rosa Erice y las presidentas de las asociaciones locales. En el País Vasco y Valencia actuó Pilar Careaga, y Rosa Urraca Pastor por casi toda España. A veces se organizaban...

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