Movilización política y proceso democratizador durante la Segunda República en Albacete

AutorM. Requena Gallego
Páginas13-30

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Albacete era una provincia eminentemente agraria con una incipiente industrialización y comercialización en las iniciales décadas del siglo XX. Con una sociedad escasamente movilizada en lo político y social, controlada por los partidos monárquicos y los caciques. El gobierno favorecía la apatía electoral lo que le permitió lograr una contundente victoria al conseguir todos los puestos durante la Restauración en las elecciones a Cortes, al Senado y a la Diputación Provincial. Durante el final de la Restauración y, posteriormente, en 1930 se aprecian indicios de movilización que darán paso al gran cambio sucedió tras la proclamación de la II República en que se observa una militancia política y laboral sin precedentes y avances significativos hacia la democratización. Hay que cuestionar la idea que nos han transmitido de que la sociedad albacetense ha permanecido arcaica y caciquil durante más de sesenta años, y de repente, cuando llega la II República se moderniza y democratiza1.

Ni la sociedad albacetense permaneció totalmente estática durante la Restauración y la Dictadura de Miguel Primo de Rivera, ni funcionó la democracia en todos los ámbitos políticos durante la II República, ya que hubo avances democráticos junto a destacadas continuidades en lo concerniente a las elecciones a Cortes de 1931 y en lo que respecta a los ayuntamientos y retrocesos en lo que respecta al nombramiento de las diputados provinciales, alejadas del sistema electoral.

Los gobiernos monárquicos durante la Restauración confeccionaron una cómoda mayoría en la provincia de Albacete con la ayuda de las fuerzas dinásticas (liberales y conservadores) y la colaboración de destacados caciques como la familia de los Ochando, Martínez Acacio o el marqués de la Calzada. Les benefició la debilidad de los republicanos y socialistas albaceteños, logrando aquellos una gran victoria en todas las instituciones. En las elecciones a Cortes, ganaba el partido que las realizaba con una diferencia de 4 diputados a favor y uno para la oposición, durante todo el periodo, menos en las de 1876, 1879, 1881 y 1884, en que fueron 5 a 0, y en las de 1891, 1919 y 1923 en que la victoria fue ajustada al lograr un resultado de 3 a 2. Únicamente, los republicanos y los socialistas lograron representación en algunos ayuntamientos a partir de 1900.

La apatía política comienza a diluirse a finales de la Restauración y logra un importante empuje en 1930, tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera. Año en

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que se registró un incremento de la militancia republicana y socialista, así como una importante movilización realizaron una gran campaña propagandística por los pueblos, inauguraron diversas sedes y publicando dos semanarios2.

1. Movilización política durante la Segunda República

Se registró un cambio de actitud en el gobierno republicano respecto al de la monarquía durante la Restauración. Ésta había propiciado la apatía política y social del ciudadano para lograr confeccionarse una cómoda mayoría en las Cortes y la tranquilidad social y laboral. Sin embargo, el gobierno republicano provisional puso todos los medios para que el ciudadano se incorporase y participase en la vida política y laboral. Como consecuencia de ello asistimos a un importante aumento de militancia en los partidos y la conversión de éstos en partidos de masas. Asistimos a "una resurrección de la sociedad civil", propiciada por las fortísimas expectativas que provocó el cambio de régimen y las esperanzas creadas entre los ciudadanos. Ello supuso una ruptura en el funcionamiento de los partidos respecto a los de la Restauración. Se produjeron estos cambios.

  1. Hubo un gran crecimiento de militantes lo que nos indica una progresiva movilidad política. El ciudadano que había mostrado cierta apatía se moviliza tras la proclamación de la República, ingresando en un partido, lo cual origina la proliferación de varias tendencias. Se pasó del bipartidismo de la Restauración al pluripartidismo. La provincia de Albacete que tenía 2.500 militantes a comienzos de 1931aumentó a 18.500 de 19333, o sea, durante estos tres años su militancia se habían multiplicado por siete. Posteriormente descendió, para recuperarse en la primavera de 1936. Encontramos sedes en los 86 pueblos y, en las grandes localidades, tres o cuatro organizaciones. Hay una gran diversidad de partidos que cubre una amplia pluralidad política, aunque en algunas localidades con escaso arraigo. Unos 2.000 pertenecían a la derecha, trece mil eran republicanos, 2.890 socialistas y dos centenares comunistas4.

    Esta cantidad representaba un altísimo nivel de militancia con una media de 46 por cada mil habitantes. Nos encontramos ante una movilidad política ya que se trata de una provincia que hace unos años se caracterizaba como una sociedad apática.

  2. Un cambio en las fuerzas políticas en beneficio del centro y la izquierda, debido al trasiego de dinásticos y caciques al republicanismo. Se produjo un cambio en el caciquismo clásico ya que se pasó del patronazgo caciquil de la Restauración al patronazgo de partido durante la República. Con ello, el caciquismo iniciaba una

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    nueva fase de su metamorfosis, incrustándose en los partidos de derechas y en los republicanos (no sólo en los moderados sino también, aunque menos, en los de izquierdas)5. El cacique ingresó en los partidos republicanos arrastrando consigo a sus "amigos políticos" y, en ocasiones, logró controlarlo como sucedió con los radicales en Albacete. Algunos de estos caciques jugaron un alto personalismo dentro del partido y fue destacado el papel jugado a la hora a atraer los votos por el importante patronazgo que habían jugado ellos o su familia en la etapa anterior. En la derecha encontramos a exconservador Pedro Acacio Sandoval, que heredó el cacicazgo de su tío Martínez Acacio. Entre los republicanos radicales estaban los liberales Edmundo Alfaro, Román Ochando y entre los republicanos conservadores el maurista Juan Martínez Ortiz.

    Se desintegraron los partidos dinásticos y la derecha tuvo que improvisar nuevas organizaciones cuya debilidad fue patente hasta después de 1934. Por el contrario, los republicanos tuvieron un crecimiento excepcional y, en menor medida, los socialistas. Ambas fuerzas con escasa representación durante la Restauración Los primeros consiguieron beneficiarse de la entrada de gran cantidad de dinásticos y caciques, lo que les permitió crear comités en todos los pueblos y diversificarse en varias tendencias. Alcanzó la cifra de unos 13.000 militantes. El aumento de los socialistas también fue destacado, contando con el apoyo de la UGT y la Federación Española de Trabajadores de la Tierra6.

  3. Algunos de estos partidos comenzaban a parecerse a las organizaciones de masas, aunque predominaba un cierto personalismo. Disponían de militancia que, en alguno de ellos, pagaba sus cuotas, sedes en la mayoría de pueblos, celebraban sus asambleas provinciales cada dos o tres años donde se elegían a sus representantes y se acordaban las líneas del partido, etc.

2. El proceso de democratización

El gobierno republicano manifestó, desde el primer momento, su compromiso de asentar los principios democráticos en el país, en respuesta a la

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manipulación y corrupción que había vivido España durante la Restauración. Todos sus dirigentes trataron, en los primeros días, de darle un aspecto democrático a la proclamación de la República repitiendo en sus discursos que el nuevo régimen "lo había traído las urnas", cuando en realidad había sido consecuencia de la indecisión del gobierno monárquico y de la presión popular7. El proceso democratizador tuvo avances y retrocesos durante este período.

Los diversos gabinetes republicanos pusieron empeño en democratizar España y lo consiguieron, aunque con lentitud, en las sucesivas elecciones. Las de junio de 1931 llamadas de "transición", con más rasgos de la Restauración que democratizadores, dará paso a mejoras democratizadoras en las de 1933 y 19368. Sin embargo, en otros aspectos observamos un continuismo respecto a la Restauración y la Dictadura de Primo de Rivera. En lo referente a la Restauración podemos indicar que se mantuvo el cunerismo entre las candidaturas, la mediación del gobierno en las elecciones o la destitución masiva de ayuntamientos. A esto hay que añadir un rasgo de retroceso en el proceso democratizador y es que el nombramiento de las diputaciones provinciales. Estas se siguieron realizando como en la etapa de la Dictadura de Primo de Rivera, las designaba el Gobernador civil. Con ello, se evitaba la realización de elecciones.

2.1. Avances democráticos en las elecciones durante la II República

Los gobiernos republicanos introdujeron reformas electorales para lograr unas elecciones democráticas donde se reflejase la voluntad popular e impulsaron a los ciudadanos a ingresar en los partidos y a ir a las urnas. Pero, en la práctica, era muy difícil implantar de golpe la democracia entre la clase política y los electores. En ambos colectivos perduraron, durante la II República, algunos hábitos antidemocráticos utilizados durante la Restauración. El comportamiento democrático requiere tiempo para implantarse. La realidad albacetense nos muestra que el proceso democratizador fue lento y oscilante. Escaso en las elecciones de 1931, en ascenso en las de 1933 y...

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