Momentos de gran exigencia con menor intensidad

AutorAlberto Palomar Olmeda
CargoProfesor titular (Acred) de Derecho Administrativo. Magistrado de lo Contencioso-Administrativo (E.V.) Abogado
Páginas8-9
Revista de Derecho Administrativo
8 #8 · abril 2022
u Editorial
MOMentOS de gRAn exIgencIA cOn MenOR In-
tenSIdAd
Times of high demand with less in-
tensity
Hay dos datos en la realidad actual que real-
mente nos ponen sobre la pista de la exigen-
cia y del nivel de preocupación por el sector
público actual. El primero de ellos es el re-
lativo a los fondos next generation y la cer-
teza que en abril de 2022 nuestro nivel de
ejecución de los citados fondos comunitarios
no supera el 20% de lo preasignado y que,
adicionalmente, nos situamos entre los paí-
ses europeos de menor intensidad y cumpli-
miento.
Somos muchos los que, en algún momento,
hemos llegado a indicar que se trataba del
mayor nivel de exigencia en la gestión con el
menor equipo humano y la menor organiza-
ción. Las Administraciones Públicas, su régi-
men jurídico, su régimen de funcionamiento
y su presencia social está en la sociedad es-
pañola del siglo XXI francamente alicaída. De
un lado, la pésima gestión de personal ha lle-
nado la Administración de personal no per-
manente ahora sometido a la tensión adicio-
nal de luchar por su fijeza. De otro, las políti-
cas presupuestarias han tenido un marcado
carácter de ahorro y, por tanto, no han pro-
cedido a la reposición del personal suficiente
para cubrir los servicios. Las noticias sobre
la necesidad de cerrar –por falta de perso-
nal– oficinas públicas se suceden estos días
en los periódicos que, adicionalmente, em-
piezan a vislumbrar el cambio de actividad
y de prestación que supone el teletrabajo y
que, claramente, tiene un componente de
eficacia, pero también de alejamiento de los
ciudadanos de los servicios públicos.
Lo que demuestra un apunte como el seña-
lado es que, probablemente, nos encontra-
mos en el momento de mayor exigencia de
actividad con una organización diezmada
y, en gran medida, agotada y, desde luego,
desmotivada por el descuido general que los
políticos han tenido de la misma, de su nece-
sidad, de su vinculación con las necesidades
más perentorias de la sociedad y, por tanto,
con la configuración de esta estructura insti-
tucional al servicio de las necesidades socia-
les y del programa político de cada momento.
El problema no es nuevo, desde luego, ni
tiene una responsabilidad única. Se trata de
un problema que viene de lejos y que se ha
traducido en una evidente preterición de la
reforma administrativa en la agenda política.
En 2007 se aprobó, por ejemplo, el Estatuto
del Empleado público y desde entonces has-
ta esta legislatura no se ha conocido ni un
modelo de ley de la Administración General
del estado, sumiendo así, un régimen incom-
pleto en una determinación de aplicación di-
recta e incondicional para el que no estaba
pensado.
Lo que, en la misma línea, podemos señalar
del procedimiento electrónico, de la organi-
zación administrativa o, incluso, del continúo
teje y desteje de la contratación administra-
tiva nos permite decir que el régimen de or-
ganización y funcionamiento de las Adminis-
traciones Públicas ha estado en un segundo
plano de las prioridades políticas.
Sin embargo, el proceso de fondos next ge-
neration supone un reto sin precedentes de
eficacia, efectividad, organización y dispo-

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