Apuntes sobre la situación de la Comunidad Gitana en la Sociedad Española. Mitos y realidades que influyen en la criminalizacion de las mujeres gitanas

AutorEquipo Barafií
Páginas163-184

Equipo Barafií1

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1. Introducción

Nuestro proyecto (Proyecto Barafií)2tiene como objetivo analizar la situación de las mujeres gitanas en relación con el sistema penal español. Partimos de un hecho, la enorme representación de mujeres gitanas en las cárceles españolas, y de una afirmación, esta sobrerepresentación indica un importante fracaso social, y requiere tomar en serio importantes iniciativas para transformar esta situación.

Con relación a las mujeres gitanas y los procesos de selección penal, veremos los principales mecanismos que intervienen en los procesos de selección del sistema penal, que, como se ha dicho, produce la sobrerepresentación en las cárceles de los grupos más pobres y excluidos del conjunto de la sociedad. En este capítulo se analizan algunos de los rasgos de la situación de la comunidad gitana en la sociedad española, que pueden influir, en mayor o menor medida, en que la actividad delictiva este presente en ese contexto. La relación entre la comunidad gitana y la cultura dominante, como veremos, está plagada de practicas discriminatorias «cotidianas», de estereotipos negativos, y de impedimentos para hacer valer susPage 164 rasgos culturales, sus formas de economía, etc. Las mismas prácticas discriminatorias, estereotipos e impedimentos, que sitúan a una parte importante de la población gitana en un contexto de pobreza e inseguridad, están presentes en los procesos de critmnalización, a través de los cuales la sociedad castiga con gran dureza a la franja más excluida de la comunidad gitana, por actuaciones a las que, en cierto modo, ha sido empujada.

Antes de nada, queremos constatar la diversidad y heterogeneidad del mundo gitano, pues uno de los problemas que trataremos a continuación es la visión que se suele tener, desde la sociedad paya, de un mundo gitano estereotipado y basado en creencias unificadas y tremendamente planas, que tienen poco que ver con la realidad.

Uno de los estereotipos mas extendidos en la sociedad es la identificación del gitano o la gitana con «el/la criminal». Este mito ha provocado una defensa lógica entre los gitanos y las gitanas, a los cuales, tratar el tema de delito dentro de su comunidad, les provoca bastante inquietud, ya que puede reforzar este poderoso mito. Sin embargo, el delito entre la comunidad gitana existe, igual que existe en la sociedad en su conjunto, y la criminalización y la cárcel, en este momento, están afectando gravemente a un número importante de gitanos y gitanas, en una dinámica que no ofrece alternativas reales y efectivas, ni para la comunidad gitana ni para el resto de la sociedad.

Sin embargo, antes de adentrarnos en la exposición de las circunstancias que influyen, tanto en la criminalización como en la actividad delictiva de una parte de mujeres gitanas, es preciso recalcar que la gran mayoría de las gitanas y los gitanos, al igual que el resto de la población, generalmente respetan las normas de la sociedad3.

Las circunstancias que analizamos a continuación tienen que ver con el hecho de ser pobres, ser gitanas y ser mujeres.Page 165

2. Características y consecuencias de la situación de pobreza que vive gran parte de la población gitana

Actualmente el numero de españoles y españolas gitanos/as puede estar entre 500.000 y 650.000 personas, según datos recientes del Secretariado General Gitano, lo que representa el 1,4% del total de la población española, aunque algunas fuentes lo sitúan hasta en 800.000 personas.

La mayoría de los españoles y españolas gitanos/as viven en una situación de pobreza, y un porcentaje importante en una situación de pobreza grave o extrema (Informe FOESSA.1998). Esta pobreza, en muchos casos relacionada con el chabolismo, los asentamientos segregados y el hacinamiento, es uno de los rasgos que más «inciden en la representación social que tiende a asociar "lo gitano" con los peores rasgos de la marginalidad (drogas, delincuencia)... perjudicando gravísimamente a muchos de ellos y a las familias que, aún estando en niveles de precariedad social nunca han realizado actos delictivos de ningún orden» (ASGG, 1999).

Aunque la Constitución de 1978 marcó un importante hito para el pueblo gitano, al reconocerle el acceso formal a todos los derechos de la ciudadanía y al garantizar su protección frente la discriminación, a la vez coincidió con procesos que han tenido efectos devastadores sobre las formas de economía de la comunidad gitana.

En parte por la profunda discriminación laboral que les cierra el acceso a muchos trabajos, y en parte, por ciertos rasgos culturales y históricos, los gitanos y las gitanas se han dedicado a ciertos oficios concretos, con más o menos suerte. En el siglo pasado sus servicios como herreros y artesanos rurales, el «chalaneo» y el comercio ambulante, fueron bastante apreciados y algunos autores hablan de ese momento histórico como de cierta «edad de oro», respecto a los oficios gitanos.

Sin embargo la decadencia de la economía rural y de las formas de producción artesanal, frente a la creciente industrialización, ha sido una constante a largo de este siglo, aún más acelerada en la segunda mitad. A partir de finales de los 70, la crisis económica hizo estragos en dos de los oficios más importantes para los gitanos: la recogida de chatarra y la venta ambulante. Comienza una mayor competencia con los sectores más precarios de la sociedad paya, y con un creciente numero de inmigrantes, y cada vez más personas compiten por recursos y mercados cada vez más escasos. La creciente utilización de inmigrantes, a menudo indo-Page 166 cumentados, en los trabajos de baja cualificación, particularmente en la construcción, el trabajo agrícola o, en el caso de las mujeres, el trabajo de limpieza, representa otra amenaza a sus posibilidades económicas.

Otro factor importante, que ha influido en la exclusión laboral y en la precarización de la comunidad gitana, ha sido la creciente formalización de la economía, con un mayor control por parte del Estado, a través del sistema fiscal y de la regularización de la actividad económica. Hace relativamente pocos años, un porcentaje importante de españoles y españolas trabajaban en lo que hoy se llamaría economía informal, con escasa o nula regularización. En los últimos años se ha dado un importante proceso de formalización de muchas áreas de la economía.

Sin embargo, la capacidad de muchas gitanas y gitanos de regularizar sus actividades de venta ambulante y «chatarreo» ha sido más difícil, debido, por un lado, a que son actividades que reportan pocas ganancias y los costes de regularización son demasiado elevados. Por otra parte, debido al escaso prestigio social de este tipo de actividades, su regulación no ha sido impulsada desde la Administración. Además, existe cierta desconfianza y falta de experiencia en las relaciones con la Administración, lo que ha hecho que posibles procesos de regularización no hayan sido aprovechados por muchos gitanos y gitanas.

Estas dificultades de formalización económica, con las que se han topado muchos gitanos y gitanas, han supuesto, por una parte, unos mayores obstáculos para ganarse la vida, y por otra, una creciente dinámica de ilegalizacion de su actividad económica. Es importante recalcar que este proceso está dentro un contexto de profunda discriminación laboral hacia la comunidad gitana, limitando muchísimo sus posibilidades de acceder a otros trabajos y áreas de la actividad económica.

Este proceso coincide con una fuerte inmigración a las ciudades, un éxodo traumático para una población cuya cultura, formas de vida y economía, mayoritariamente estuvieron vinculadas al medio rural, pero de modo muy distinto a la población paya inmigrante, que en el campo eran pequeños campesinos o proletarios agrícolas. La mejora en el acceso a una vivienda tenía el efecto de exigir fuentes de ingresos más regulares, algo difícil dentro de los trabajos de la venta ambulante, la chatarra o el temporerismo.

La política de la Administración, en muchas de las grandes urbes, se tradujo en potenciar barrios gitanos donde se juntaba a centenares de personas, con diferentes trayectorias y procedencias. Este tipo de procesos, analizados en profundidad por Teresa San Román (1991), choca-Page 167ron bastante con la dinámica propia de vivir en pequeños núcleos de familia extensa. Los resultados de esta agrupación fueron nefastos en muchos casos, haciendo que se aumentara la competitividad económica por recursos y mercados escasos, y se debilitaran los cauces tradicionales de la mediación de conflictos intra e ínter grupales. En este contexto nació el fenómeno de caciquismo y se perdió capacidad para ejercer mecanismos de sanción y control social informal sobre actividades que la propia comunidad reprobaba.

Este último factor es aún más importante, ya que, para muchos gitanos y gitanas, la ley paya no servía para poder resolver sus conflictos, por dos razones fundamentales, por un lado, existía una falta de interés patente, por parte del Estado en entrometerse en asuntos «entre gitanos» y, por otro, la experiencia vital de muchos gitanos y gitanas, era la de ser sistemáticamente víctimas de la ley paya y en absoluto protegidos por ella, tal y como se expondrá más adelante.

Así, en la década de los 80', encontramos una situación de barrios, cuando no «guetos», de población mayoritariamente gitana cada vez más «al margen» de las posibilidades económicas, excluida...

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