Algunos mitos de la custodia compartida

AutorDiego Becerril
Páginas73-92

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El presente trabajo tiene como objetivo principal aclarar algunas concepciones que existen en la sociedad sobre la custodia compartida. Es habitual que se oigan y se repitan frases e ideas, que por su persistencia pasan a formar parte del imaginario social, aun cuando nadie las haya comprobado realmente o no se haya pensado detenidamente en lo que significan. Quiero desarrollar aquí una reflexión sobre tres de estas ideas asociadas a la custodia compartida para comprobar su vigencia, o no, y la realidad que puede haber detrás de ellas. Por supuesto, algunas personas compartirán la idea de inicio y otras no, pero precisamente si la reflexión origina debate se habrá cumplido otro de los grandes objetivos latentes de este escrito: despertar el interés y cuestionar muchos aspectos sociales que se atribuyen al "sentido común".

En concreto, he elegido, por razones de espacio, los mitos más persistentes a lo largo de los años y que mayor eco han tenido tanto en los medios de comunicación como en el "sentido común". Se abordará, en primer lugar, la idea de que las pautas y repartos de roles en el matrimonio están muy desigualados y que, hasta que no se comparta por igual en el matrimonio, no se debe pensar en términos de custodia compartida.

Como segundo mito se analizará la preconcepción y prejuicios sobre el concepto de preferencia de la custodia compartida y, especialmente, la derivación de que regular y hacer preferente este tipo de custodia sería imponerla. Por último, dedico el trabajo a verificar si, como dicen ciertos sectores, la custodia compartida la solicitan padres que son maltratadores o quienes quieren dejar de pagar pensiones a sus hijos.

1. Cuando los padres cuiden los hijos en el matrimonio, habrá custodia compartida

Uno de los principales argumentos de los sectores contrarios a la custodia compartida es que los padres no dedican tiempo a sus hijos en el matrimonio ni

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son corresponsables con su cuidado y que, sin embargo, cuando llega la ruptura demandan una custodia compartida.

De entrada, hay que destacar la doble vara de medir que este argumento representa, donde la situación previa a la ruptura matrimonial se utiliza en función de cierto interés. Así por ejemplo, que la mujer cuide en mayor medida a los hijos en el matrimonio le supone un crédito que pone en valor en el divorcio. Cómo ella es quien ha cuidado más a los hijos en pareja, debe ser quien más lo tenga y custodie tras la ruptura. Ahora bien, las situaciones de pareja y matrimoniales son pactos o contratos con muchas dimensiones y condicionantes y, desde luego, con unos contextos personales y familiares distintos a los que luego aparecerán tras la ruptura. Si el varón ha estado menos tiempo con sus hijos, quizás se deba a su mayor dedicación a la actividad laboral fuera del hogar, por ejemplo, o a un reparto de roles guiado por habilidades y posibilidades, no siempre determinadas por género. Sin embargo, en el divorcio, el trabajo fuera del hogar será un aspecto que se valore para repartir pensiones y equilibrar dimensiones económicas, no un crédito para quien lo ha realizado.

En todo caso, en la dimensión afectiva y relacional con los hijos, el padre partiría con un hándicap al no haber dedicado tanto tiempo a sus hijos. Esto es una cuestión vital cuando, en varias leyes autonómicas se introduce como criterio para determinar la guarda y custodia del menor. Las legislación de Cataluña, Comunidad Valenciana y País Vasco hacen mención expresa, como criterio a considerar en las custodias, al tiempo que cada progenitor dedicó a la atención (crianza y educación) de sus hijos menores antes de la ruptura y las tareas que efectivamente ejercía. Por el contrario, Aragón y Navarra no incluyen ese criterio, ni tampoco se menciona expresamente entre los criterios que el anteproyecto de ley de 2013 contemplaba.

Por el contrario, en la dimensión instrumental, sobre todo económica, el varón no recibe la misma lógica: si el varón es quien más ha trabajado y ganado en el mundo laboral debe ser el que más reciba una vez llegada la ruptura, puesto que para ello es el quien más tiempo ha dedicado a trabajar. Como se habrá adivinado, este argumento no es admisible en ningún caso, aun cuando la lógica que subyace es la misma, de a mayor tiempo mayor consideración tras la ruptura. La economía es una dimensión más igualitaria tras el divorcio, incluso en muchas ocasiones la mujer queda con el mayor bien, la vivienda, siendo el varón quien la abandona.

Y dado que es de "sentido común" que la mujer quede con los hijos, porque los ha cuidado más en el matrimonio, los mecanismos de igualdad están enfocados a favorecer su incorporación al mercado laboral. La mujer que ha dedicado su tiempo en el cuidado del hogar y los hijos debe ser impulsada y empoderada para que obtenga un puesto de trabajo adecuado y digno dentro de la sociedad (sin por

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supuesto abandonar su rol de cuidadora). Esta actitud machista, pues repite el rol tradicional de la mujer como responsable única de la crianza, es poco criticada por el movimiento feminista, que más bien cree que quedar con los hijos es un derecho ganado por la mujer.

Contrastando esto, si el varón como padre quiere, tras la ruptura, incrementar el cuidado y contacto con los hijos no existe ninguna ayuda para ello, más bien de forma opuesta se piensa en que tienen un interés oculto o engañoso tras sus intenciones, por lo que en vez de ayudar hay más bien que dudar de los padres que quieran y pidan custodia compartida. Ya se analizara la concepción de estos padres en el tercer mito.

Es comprensible que esta desigualdad de trato, que tiene su plasmación concreta en el ámbito jurídico y administrativo, despierte movimientos sociales en lucha por la igualdad real y efectiva y la consideración del padre en las mismas condiciones de la madre.

Pero yendo más allá, y aún admitiendo que el tiempo de cuidado de los hijos es determinante en la custodia tras el divorcio. ¿Qué diferencia real hay en tiempos?¿Es cierto que el padre cuida mucho menos de sus hijos?¿Se refleja esta diferencia y es similar a los resultados obtenidos en custodias?

Para resolver estas cuestiones existen varias fuentes de información, entre las que se encuentran las encuestas de empleo del tiempo realizadas por el INE. Se tienen disponibles dos oleadas, las pertenecientes a los años 2002-2003 y 2009-2010. En estas encuetas se obtiene información sobre la dimensión del trabajo no remunerado realizado en los hogares.

La Tabla 1 recoge una primera aproximación de actividades y tiempos medios diarios dedicados. La mayor parte del tiempo medio se emplea en el trabajo remunerado, seguido de los estudios y del dedicado a los medios de comunicación. Ahora bien, las diferencias por sexo y su evolución temporal son muy diferentes.

De esta forma, las mujeres dedican al hogar y la familia el doble de tiempo respecto a los varones, la diferencia es de 2 horas y media diarias más las mujeres. Esta diferencia ha disminuido entre las dos encuestas, pues los varones han aumentado su dedicación al hogar y familia, 24 minutos, mientras las mujeres han descendido 16 minutos. El resultado es que la diferencia a favor de la mujer pasa a ser de 2 horas diarias.

En relación a esto, el trabajo remunerado es una actividad que ocupa más al varón, hora y media más diaria que en el caso de las mujeres, si bien la evolución ha recortado las diferencias a algo más de una hora en 2009-2010.

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Tabla 1: Duración media diaria dedicada a la actividad por sexo y año

[VER PDF ADJUNTO]

Fuente: Encuesta de Empleo del Tiempo. INE. Elaboración propia

Del resto de actividades las diferencias según sexo son muy leves, no superando los 10-15 minutos, si bien merece la pena destacar el descenso que en ambos se registra en el tiempo dedicado a vida social y diversión.

En definitiva, con las dos principales dimensiones de hogar y familia junto a trabajo remunerado, puede concluirse que el varón se ha ido implicando más en el hogar y la familia, mientras que la mujer va disminuyendo su tiempo. Todo ello aún cuando el varón sigue siendo quien más tiempo dedica al trabajo remunerado, si bien su descenso en el tiempo empleado fuera es prácticamente el tiempo que ha dedicado más al hogar y familia. La mujer por su parte, aún disminuyendo el tiempo dedicado a hogar y familia ha acortado, asimismo, el tiempo dedicado a trabajo remunerado.

Para comprender mejor las actividades realizadas, la Tabla 2 desgrana las acciones que se engloban dentro del apartado "Hogar y familia".

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Tabla 2: Duración media diaria dedicada a Hogar y Familia por sexo y año

[VER PDF ADJUNTO]

Fuente: Encuesta de Empleo del Tiempo. INE. Elaboración propia

Es patente que en el empleo del tiempo, dentro del hogar, hay un reparto de roles, donde los varones tiene mayor presencia en el cuidado de jardinería, animales, construcción y reparación, gestiones del hogar; las mujeres dedican mayor tiempo a las actividades culinarias, el mantenimiento del hogar, la confección y cuidado de la ropa y el cuidado de los niños. En las ayudas a miembros adultos del hogar y compras y servicios hay, prácticamente, unos mismos tiempos.

Con estos datos, la diferencia de 2 horas más de empleo de tiempo de la mujer frente al varón en el hogar y familia, se desglosa, casi en una hora más en mayor dedicación a las actividades culinarias, seguida de 36 minutos en cuidado de los hijos y las mayores diferencias en cuidado de ropa y mantenimiento del hogar. Es obvio, por tanto que la mujer dedica mucho más tiempo al hogar y la familia, pero la diferencia mayor no es en el cuidado de los niños.

En concreto, en el cuidado de lo niños la diferencia...

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