Mirabilia': España a debate: ética, corrupción y conciencia social

AutorFrancisco Lledó Yagüe/Óscar Monje Balmaseda
CargoSocio Fundador de IURE LICET ABOGADOS/Socio Fundador de IURE LICET ABOGADOS
Páginas14-18

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España está viviendo en los últimos tiempos una etapa de desconfianza social, ante los criticables acontecimientos de corrupción y “degeneración ética” que contamina la política española.

Se habla con razón de una urgente necesidad de regeneración, porque como explicaba Ortega y Gasset una sociedad desmoralizada es aquella que le falta el ánimo, el tono vital necesario para enfrentarse con gallardía a los retos que se presentan…

El ciudadano como Diógenes con el “candil”, ya no sabe si confiar en la búsqueda de un hombre justo… esa desconfianza, justificada (la generalización sería injusta) hacia la “res pública” viene motivada por esa nula sensibilidad de gestores de la clase política (insisto, generalizar sería injusto) que anteponen su interés personal al social, siguiendo las consignas del “despotismo ilustrado” (algunos ni lo localizarían históricamente…). Todo por el pueblo, pero sin el pueblo.

Es cierto que el ciudadano en una democracia como la que vivimos, y a pesar de todos los avatares, desconfianzas y crisis de valores, no debe desconfiar que a pesar de todoes el mejor sistema, en donde el ciudadano disfruta de unos insoslayables derechos fundamentales, que no sólo se le reconocen formalmente, sino también sustancial y de forma material. Así en el art. 23.1 CE reconoce el derecho de los ciudadanos a conocer los asuntos públicos, también el art. 103 CE establece que la administración “sirva con objetividad” los intereses generales. Y también el art. 105 CE nos describe el “derecho a la información”. Derecho de los ciudadanos a conocer la gestión pública.

Estas digresiones nos recuerdan las reflexiones de ARISTOTELES en el libro tercero de la política (del Estado y del ciudadano teoría de los gobiernos y de la soberanía). Cuando concluye que ¡Solo es plenamente ciudadano el que tiene participación en los poderes públicos!La verdad es que son palabras, que parecen de un contenido y aplicación intemporal, fácilmente traspolables al entorno actual.Máxime, cuando se afirma que en “las demo-cracias en las que la ley gobierna, no hay demagogos, éstos aparecen donde la ley ha perdido su soberanía...” “Los demagogos para sustituir la soberanía de los derechos populares a la de las leyes, someten todos los negocios al pueblo porque su propio poder no puede menos que sacar provecho de la soberanía del pueblo de quien ellos soberanamente disponen…

En fin, trasladando estas reflexiones al momento actual, nuestra política española nos lleva a la necesaria conclusión que la administración no tiene que ser “opaca”. Hay que deslindar como explicaba la profesora MANGAS MARTÍN (en un excelente artículoescrito hace varios años, y que no ha perdido vigencia ¿Es sostenible este Estado?) las funciones de naturaleza pública o de imperio (iure imperii) que deben ser desempeñadas de forma imparcial (judicatura, cuerpos de inspección, Diplomacia, etc) del resto de ámbitos que requieren “competencia profesional-actividades iure gestionis” como las sanitarias, docentes, etc. Y así las administraciones públicas deben ser transparentes y rendir cuentas a los ciudadanos día a día… Evitar dispendios, y un ejercicio honesto de “racionalización” que evite que las

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distintas Administraciones, ofrezcan los mismos servicios a los ciudadanos. No olvidemos que el coste del Estado, las CCAA, y Ayuntamientos supera los 300.000 millones de euros al año…

Es por ello, que a pesar del descreimiento generalizado en todos los ámbitos...

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