Menéndez Pelayo y el «menéndezpelayismo político»

AutorMiguel Ayuso
Cargo del AutorCatedrático de la Facultad de Derecho (ICADE) de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid
Páginas97-118
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CAPÍTULO 4
MENÉNDEZ PELAYO Y EL
«MENÉNDEZPELAYISMO POLÍTICO»
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En la feria de las efemérides no a todo el mundo le va igual.
Hay a quienes se colma de elogios mientras que se orilla a otros
con precauciones casi quirúrgicas. El signo intelectual más que las
modas está en la raíz de tales distingos. Don Marcelino Menéndez
Pelayo fue discutido en vida, aunque por lo general celebrado, y
ahí están sus púrpuras académicas plúrimas, incluso entre parte
de sus adversarios 208. Cuando en 1956 se cumplió el siglo de su
nacimiento, los fastos oficiales fueron más que generosos 209. En
el 2012 del centenario de su muerte fueron en cambio más bien
magros. No todos aquellos, sin embargo, fueron igualmente nu-
tricios; al igual que entre éstos no han faltado los bien sazonados,
incluso picantes 210. Lo que, en todo caso, ha parecido afirmarse
netamente en la última presente coyuntura es el aprecio de parte
de su legado pese a la que se considera hipoteca de sus principios.
208 Cfr. Vicente M, Historia de una amistad, Madrid, Magisterio Español,
1971. Trata de las relaciones entre Pereda, Rubén Darío, Clarín, Valera, Pérez Galdós
y don Marcelino.
209 Puede verse el recuento «El centenario de Menéndez Pelayo en la pren-
sa española», Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos (Madrid), vol. LXII, n. 2, 1956,
pp. 569 y ss.
210 Resulta de interés, en particular, el artículo de Juan G, «Prisionero
de la obra escrita», El País (Madrid), 2 de septiembre de 2012.
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Miguel Ayuso ____________________________________________
Sería algo así como una cierta versión del otro Menéndez Pelayo,
en la que se apuntarían matices de rectificación de sus juicios más
severos (y –se insinúa– más antiguos), aun sin el valor de desdecir-
se de ellos, y que mostrarían una cara más liberal no sólo en el ám-
bito político sino aun en el literario. Con todo, pervive la gravita-
ción de lo que se ha llamado recientemente la «triple maldición»
desde los tiempos de su desaparición 211: el aislamiento intelectual
de España que obstaculizó la proyección y recepción europea de
sus empresas intelectuales, la apropiación de su obra por el nacio-
nal-catolicismo franquista y, finalmente, su mutua incomprensión
con el universo noventayochista 212.
Muchos matices serían precisos para centrar adecuadamente
esos supuestos o reales infortunios. Aquí, sin embargo, nos vamos
a limitar a roturar tan sólo el campo del «menéndezpelayismo po-
lítico» tras ciertas tareas de desbroce del pensamiento y la acción
políticos del polígrafo. Pues –de un lado– radican en él los moti-
vos de los mayores enconos, mientras que del otro su indagación
más refinada nos ofrece otro Menéndez Pelayo, que no es ni el
uno, ni el otro y ni siquiera «ni el uno ni el otro».
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En sus escritos que se califican de juventud se expresó don
Marcelino con una fogosidad que muchos han tomado como ex-
presiva de su adscripción sin fisuras al pensamiento tradicional es-
pañol. En particular, y es difícil no tenerlos en la mente, destacan
el famoso Brindis del Retiro y el Epílogo, que no le va a la zaga, de
la Historia de los heterodoxos españoles. En ambos recoge sobre toda
otra consideración la unidad católica como elemento basal de la
211 Cfr. Christopher D M, «¿Maldito sea el martillo de here-
jes?», Letras Libres (Ciudad de Méjico), n. 163 (2012), pp. 62 y ss.
212 En el capítulo «España, de un 98 a otro», de mi libro Las murallas de la
Ciudad. Temas de pensamiento tradicional hispano, Buenos Aires, Nueva Hispanidad,
2001, he dejado retazos de mi juicio sobre algunos de tales asuntos.

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