Memoria, violencia y progreso: rostros ocultos de un país

AutorAlberto Verón Ospina
Páginas57-70

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En recuerdo de la madre Maritze Trigos y toda la gente de Trujillo, Valle, así como del poeta-periodista inmolado, Orlando Sierra, víctima de los violentos de Colombia

Lo difuso

Lo difuso es un adjetivo que designa fenómenos poco claros, inexactos, difíciles de asir pero que además se han dilatado en el espacio y en el tiempo, pues se han expandido a lo largo y ancho de la geografía. El problema de la violencia en Colombia resulta un asunto difuso1lo cual no es óbice para luchar con esta dificultad y pensarla desde un concepto como la memoria.

Una violencia difusa como la colombiana ofrece multiplicidad de territorios que pasan de la guerra en las zonas rurales al «terrorismo urbano». Es una violencia de la que resulta difícil tomar distancia en la medida en que muchos colombianos han padecido el crimen de alguien cercano, lo han agenciado, o han tenido complicidad con éste. No es una violencia clausurada en el pasado, sino que sus razones y motivaciones están vivas así como sus protagonistas. Es una violencia difusa también, en cuanto no es una sino varias violencias debido a que sus actores se arman de motivaciones distintas.

No es lo mismo pensar la violencia como tradicionalmente se la ha abordado: desde la economía, la sociología o la política, que hacerlo bajo una perspectiva como la memoria la cual resulta ser una mirada sumamente reciente. La diferencia fundamental con otros enfoques es que la última no tiene pretensiones totales y universales, ni aspira todavía a ser catalogada como una ciencia social.

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El giro subjetivo de la memoria

La memoria es un discurso moral, una manera de comprender las injusticias que se han realizado en el pasado. La mirada de la memoria abre archivos y aspira a que las ofensas sobre las víctimas del pasado puedan repararse. Metodológicamente la memoria parte del reconocimiento de la singularidad presente en cada daño causado. De allí que esa singularidad pueda encontrarse no en las generalizaciones propias de un argumento con pretensiones universalistas sino en la almendra concreta y particular que habita en expresiones individuales como son el relato autobiográfico, la crónica periodística, la historia de vida.

El tránsito de una perspectiva explicativa de la violencia en Colombia a través de las ciencias sociales2y la filosofía3hasta llegar a una perspectiva de memoria moral y política4resulta un tránsito novedoso no siendo muchos los trabajos al respecto. La temática de la violencia ha sido abordada desde enfoques disciplinares como economía, historia y política: Orlando Fals Borda, Germán Guzmán Campos, Camilo Torres, La violencia en Colombia, Bogotá, Universidad Nacional (1962), Malcolm Deas (1997), David Bushell (2003).

Buena parte del siglo XX ha consistido en la carrera por expulsar al sujeto y por ende a la subjetividad del discurso de las ciencias sociales. Del historicismo al estructuralismo, lo contundente de los hechos o la continuidad de las estructuras favorecieron un ambiente en el que un testimonio no tendría mucho que decir en términos de comprensión social comparándolo con el documento de archivo elaborado desde la lógica del vencedor. Parecería que un regreso del sujeto al conocimiento ha sido realizado bajo la forma solemne de la voz de la víctima y gracias a su testimonio.

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Después que el humanismo quedara destrozado, y que la verdad que éste portaba fuera transformada en «juego de lenguaje» por las corrientes analíticas, el regreso del sujeto ha sido como una víctima, como superviviente, como vida sufriente y destrozada de un siglo donde a la par con el crecimiento exponencial de la técnica también la capacidad de matar se ha multiplicado. El giro subjetivo5es también un giro hacia la «res sangrante» de quien sufre.

El aporte de Maurice Halbwachs

Maurice Halbwachs6(1877-1945) es el fundador de lo que se conoce como la sociología de la memoria. Su importancia es la de un pensador de la talla de Max Weber y de Emilio Durkheim. Maurice Halbwachs propone el deber de memoria en medio de un contexto signado «por la destrucción de la tradición a nombre de las fuerzas del progreso que trae la modernidad de la guerra y la violencia».7Lo que describe Halbwachs en los marcos sociales de la memoria es la aparición de los grupos colectivos olvidados y excluidos. Esos grupos son quienes levantan su voz con la aspiración a ser reconocidos por la historia. De allí que Halbwachs describa un espacio metodológico que denomina marcos sociales de la memoria construido por el lenguaje y donde ocupan lugar central los recuerdos, la familia, la experiencia religiosa y las clases sociales. Gracias a Halbwachs posteriores investigadores del tema como Reyes Mate8podrán distinguir dos formas de apropiarse del pasado: la historia y la memoria. Estas dos maneras de encapsulamiento del tiempo describirán el itinerario de una historia construida con los procesos de grandes estructuras propias de la historia, frente a los pequeños elementos particulares de la memoria.

Cuando Halbwachs habla de un marco social de la memoria se está refiriendo a un cuadro donde se representa una condición espacial y temporal relacionada con el pasado de un grupo social. Para este grupo, recordar es un acto a través del cual un colectivo sitúa en un tiempo y un espacio pasado un evento que tiene para él un significado en el presente. Estos cuadros de la memoria en el caso colombiano tienen motivos9como: la toma del Palacio de Justicia,10el genocidio de la Unión Patriótica,11las masacres,12los desaparecidos y los secuestrados.13

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Todorov y la memoria

De la capacidad de memoria se realizan distintos usos. Unos usos tienen por propósito recuperar el pasado, mientras otros aspiran a hacer de éste un instrumento. Lo único común entre ambos usos es que reconocen en el pasado vida, movimiento, capacidad de interpelar al presente. Para Todorov,14la memoria con la cual se recupera el pasado puede comportarse de forma literal o de manera ejemplar. En el caso del uso literal, ese pasado al que se remonta la memoria no se puede superar de ninguna manera, pues el presente termina sometido al pasado. En la perspectiva del uso ejemplar, el pasado es evocado con el propósito de comprender el presente. Y es que desentrañar el pasado favorece aprove-char las lecciones de las injusticias sufridas para luchar contra las que se producen en la actualidad.15Por esto, la memoria ejemplar puede llamarse también «justicia».

La memoria que tuvo papel destacado en el mundo pre-moderno fue reemplazada en el campo de la ciencia por la observación y por la experiencia. La modernidad se toma en serio los informes, los cuales se incorporan junto a las cifras en un discurso científico y empírico. Las sociedades occidentales no tienen o carecen de consideración hacia la memoria. El mundo actual no se sirve del pasado para una legitimación de sus acciones, por esto, un cambio en la sociedad implica también un cambio en el papel que la memoria tiene.

El discurso de la Ilustración terminó privilegiando una razón consensuada producida entre sujetos con una alta competencia educativa y atravesados por la cultura occi-dental. A esa razón, la perspectiva de la memoria responderá evidenciando lo reducido del ámbito de quienes pueden participar de esos razonamientos consensuados.16Quedan fuera del círculo de consensos ilustrados los pueblos orales, las culturas no-universitarias, los más desposeídos, grupos que difícilmente caben como sujetos dignos de crédito social o económico, y que resultan ser precisamente quienes forman el grueso de las víctimas en una nación como Colombia.

Todorov se hace una pregunta de por sí fundamental: ¿existe un recurso para distinguir entre los buenos y los malos usos de la memoria17Un criterio tradicional consiste en sopesar el bien o el mal que hayan producido los actos que se proponen recordar. Acontecimientos como la invasión de América y África que desembocan en la servidumbre del indígena y la esclavitud del negro, son memorias ejemplares, las cuales no se imponen sobre el presente, pero sí continúan ofreciendo, debido a su naturaleza excepcional y trágica, la posibilidad de iluminar desde el pasado, así como la urgencia de acordarse, y de testimoniar.18

La memoria de los vencidos

La Memoria Passionis19es la que más se adapta a la experiencia de la violencia en Colombia. El término equivale a Memoria del sufrimiento y en su origen propone el dolor como una manera de conocimiento. Reyes Mate plantea que la memoria no consiste en

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recordar el pasado en cuanto pasado, sino en reivindicar esa historia passionis, como parte de la realidad. Esto quiere decir que una parte de la realidad presente son aquellas esperanzas, ideas y sujetos que fueron excluidos cruelmente de la realidad.

Una perspectiva de la memoria nos propone rescatar lo concreto y lo particular ligado al sufrimiento. En Occidente, el conocimiento ha estado ligado a quien ejerce el poder a través de la palabra; tradición logocéntrica denunciada por Derrida. Mientras, lo que propone la memoria es una teoría del conocimiento desde quien ha estado en silencio y quien sufre; convirtiendo a la víctima en un sujeto que, debido a su experiencia de sufrimiento, tiene algo importante que enunciar.

La violencia que funda

Las palabras violencia y memoria parecen buscarse con una vocación de representar la catástrofe; algo así como nombrar lo innombrable, como hacer un...

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