La ‘memoria histórica’ y la ruptura de la democracia española
El historiador Stanley G. Payne, el más prestigioso de los hispanistas extranjeros, visitante asiduo de España desde finales de los años 50, elogia la Transición del régimen franquista a la democracia como uno de los momentos más brillantes de la historia española. Sin embargo, lamenta que la izquierda haya convertido la guerra civil en argumento político para las elecciones; y condena las leyes de memoria histórica, que podrían censurar sus libros, igual que hizo el franquismo. Por ello, considera que oponerse a las leyes de “memoria histórica” constituye “un deber moral”.
Historian Stanley G. Payne, the most prestigious of the foreign Hispanists, a visitor to Spain since the late 1950s, praises the transition from Franco’s regime to democracy as one of the most brilliant moments in Spanish history. However, he regrets that the Left has turned the civil war into a political argument for the elections from the 1990’s; and condemns the laws of historical memory, which could censor his books, just as the Franco regime did. For this reason, he considers that opposing the laws of “historical memory” is “a moral duty”.
El siglo XX en España fue época de grandes fracasos y pruebas, pero concluyó con el triunfo cívico más notable de toda su Historia Contemporánea: la Transición democrática de 1976-1982. Sin embargo, es típico del país que en los primeros años del siglo nuevo, voces estridentes de las izquierdas emitan críticas categóricas denunciando las insuficiencias del nuevo orden democrático e insistiendo en la necesidad de una “Segunda Transición”.
La Transición de 1976 no fue perfecta, porque no lo es nada en la vida humana, pero es también típico de las izquierdas españolas que la critiquen no por sus errores, sino por sus aciertos. La crítica principal es que no entregó todo el poder íntegramente a las izquierdas para instaurar otro régimen de exclusivismo izquierdista y de venganza, como en la desastrosa Segunda República.
La Transición democrática triunfó precisamente porque no fue eso, sino porque constituyó la primera transición basada en el consenso y la democracia y no en el exclusivismo partidista. Las izquierdas la denuncian ahora porque aprobó una amnistía general y no les ha permitido perseguir a los que consideran sus enemigos, ignorando que en 1977 la demanda número uno de todas estas mismas izquierdas era precisamente eso: una amnistía general para todos.
En 1977, la demanda número uno de todas estas mismas izquierdas era una amnistía general para todos los españoles
La Transición democrática en España constituyó un acontecimiento único en la historia política comparada y contemporánea. La democratización de una dictadura firmemente establecida e institucionalizada por muchos años, llevado a cabo —según las leyes e instituciones de esa misma dictadura— sin ninguna violencia ni por el gobierno ni por las principales fuerzas políticas, no había tenido lugar antes en ninguna otra parte del mundo, y fue la herramienta utilizada por casi todos los países que participaron en la tercera gran ola de democratización en el mundo del siglo XX. Constituyó sin la menor duda un gran logro cívico, a pesar de sus insuficiencias con respecto a las autonomías y varios otros problemas. Y cambió la imagen de España en el mundo.
Hasta se logró civilizar al Partido Socialista por primera vez en su larga historia, convirtiéndole en un movimiento socialdemocrático. Luego, los socialistas gobernaron por una larga etapa —demasiado larga (1982-1996)—, hasta caer en la peor corrupción económica en la historia moderna de España y una notable recesión económica. El siguiente gobierno de centro-derecha de José María Aznar (1996-2004), proveyó la mayor administración de toda la época contemporánea en España, con una impresionante gestión de la economía, reformas administrativas, la única mejora en la educación del último cuarto de siglo y una política exterior más vigorosa.
La Transición democrática constituyó un acontecimiento único y cambió la imagen de España en el mundo
Las paradojas abundan en la historia de España, aun más que en la historia de otros países, y paradójica es la situación del país en 2018. Los polos principales de la paradoja actual son que España tiene un record admirable de recuperación económica y un ritmo de expansión económica mayor que en la gran mayoría de sus vecinos de Occidente, pero está sufriendo una crisis política que casi no tiene arreglo, crisis política que puede ser crisis constitucional.
En la última década se ha producido una biblioteca entera de obras de “arbitrismo” en forma de libros y artículos que analizan, a veces con acierto y profundidad, los problemas principales del país, desde la “partidocracia” a la patología del catalanismo radical, pasando por muchos otros problemas que requieren reforma; como el sistema judicial y la selección e independencia de los jueces y tribunales, cambios en la ley electoral y la educación...
Para continuar leyendo
Solicita tu prueba