En memoria de Don Jorge Carreras Llansana

AutorTeresa Armenta Deu
CargoCatedrática de Derecho Procesal, UdG
Páginas17-22

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Jorge Carreras Llansana dejó una extensa nómina de discípulos. Se cuentan entre ellos muchos profesores universitarios de diferentes generaciones, juristas con muy diversas responsabilidades y, también, personas que aprendieron de él valores y virtudes que enriquecen a cualquier ser humano, en modo sin duda superior que el conocimiento de las leyes y los resortes ocultos del Derecho que transmitía de manera magistral.

La revista Justicia me ha encargado la redacción de este apunte biográfi co de Don Jorge reparando en mi condición postrera entre sus discípulos directos, entendiendo por tales aquellos a los que enseñó en las aulas y dirigió luego personalmente su tesis doctoral. Este título no me permite dar cuenta de los inicios y la primera etapa de la vida académica de Don Jorge, pero me habilita cumplidamente para dar testimonio de quien siendo entonces un maestro universitario, un jurista de primerísima línea con una cabeza preclara, era al mismo tiempo, una persona de desbor-dante humanidad, entrañablemente cercana, y en el que, quienes como estudiantes y doctorandos estábamos más próximos a él, encontrábamos siempre la confi anza, el apoyo, el consejo de un padre, en una relación que me propongo clarifi car a continuación.

Lo conocíamos por vez primera en nuestra condición de estudiantes de licenciatura. En el Aula Magna don Jorge deslumbraba. La tan injus-

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tamente denostada –sin duda por quienes carecen de las dotes docentes necesarias– «lección magistral» tenía en él un intérprete supremo. Don Jorge se entregaba a un monólogo vivo en el que, moviéndose de un lado a otro del estrado, alternaba sorprendentes consideraciones históricas, interrogaciones que se hacia sobre cuestiones jurídicas de gran calado, las soluciones de la legislación y la jurisprudencia, la crítica a esas soluciones. No había margen para el tedio. Se le seguía con un interés que no decaía en momento alguno y, a las pocas clases, se percibían en el profesor unas convicciones firmes en temas fundamentales como los que atañen a la dignidad de la persona, a la libertad, que daban sentido al sistema jurídico que presentaba de manera magistral.

Ya como becarios o ayudantes en su cátedra, sobre todo durante la elaboración de la tesis doctoral, la relación era radicalmente distinta: de hogareña me atrevo a calificarla. Y es que Don Jorge nos abría con toda naturalidad las puertas de su casa para integrarnos de algún modo en su numerosa familia: tenía hijas e hijos para todas nuestras edades que, además, eran compañeros de Facultad y muy buenos...

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