El medioambiente como narrativa global: definición de problemas medioambientales y retos para las políticas públicas

AutorMercedes Pardo Buendía
CargoProfesora Titular de Sociología de la Universidad Carlos III de Madrid. Presidenta del Comité Español de Investigación en el Cambio Medioambiental Global
Páginas7-22

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En sus inicios, la definición de problemas medioambientales era bien diferente según se realizara por los países económicamente desarrollados o por aquellos empobrecidos o en vías de desarrollo. En los primeros, las inquietudes ambientales se centraban casi exclusivamente en el deterioro inmediato producido por el desarrollo en sí mismo, poniendo énfasis en los aspectos de la contaminación1. En los segundos, sin embargo, los principales problemas eran precisamente los derivados del subdesarrollo: deficiencias higiénicas y sanitarias, falta de infraestructuras –tales como abastecimiento y saneamiento de aguas–, escasez de viviendas y escuelas, destrucción o mala explotación de los recursos naturales, entre otros. En la actualidad, el concepto de medio ambiente es cada vez más amplio, ligándose incluso a la jerarquía de valores de los individuos y las sociedades, siendo por tanto algo variable histórica y socialmente. Lo que ya es incuestionable desde el conocido Informe Brundtland (1987) es que el concepto de medio ambiente tiene una relación directa con la calidad de vida de las sociedades, con la limitación de los recursos naturales y con la degradación física del Planeta.

Pero es más, el medio ambiente ha llegado a ser la quintaesencia de una «narrativa» global (Harper 2001): se ha desarrollado una amplia conciencia pública y una base para el cambio social2; se llevan a cabo políticas prác-

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ticamente incuestionadas3 para abordar estos problemas, algunas de ellas marcando tendencia internacional4; es un factor reconocido de competitividad económica5; ha atravesado y cambiado conceptos claves de las sociedades contemporáneas, como, por ejemplo, el de seguridad6; se ha convertido en una esfera privilegiada de intereses y conflictos entre múltiples actores sociales. Es decir, ha llegado a ser un referente simbólico ineludible para virtualmente cualquier esfera relevante de la acción social colectiva.

En ese contexto, este trabajo aborda el análisis de los problemas medioambientales así como los logros y retos para las políticas públicas como la «narrativa global» que ha llegado a ser.

1. La evolución de los problemas medioambientales

Comenzamos por delimitar el concepto de medio ambiente. La Comisión Europea, a efectos de establecer su política medioambiental, define el medio ambiente como el conjunto de elementos cuyas complejas interrelaciones establecen los parámetros, el contorno y las condiciones de vida del individuo y la sociedad, tal como es o como se aprecia que es. Explica que en nuestro hábitat existen elementos diversos, como son el suelo y los minerales, el aire, el agua, los vegetales, los animales, el paisaje, el patrimonio histórico y artístico, las relaciones sociales, las actividades económicas, etc., que están continuamente actuando de forma interrelacionada, conformando como resultado final el escenario y las condiciones de nuestra vida, es decir, el medio ambiente. Pero además añade «tal como es o como se aprecia que es» (el medio ambiente), ya que, en ocasiones por insuficiencia de conocimientos científicos se carecerá de otros elementos de juicio que la simple apreciación, y en otras por la carga de subjetividad que pueden llegar a tener los temas medioambientales, hace que sea tan importante lo que se aprecia o se siente como lo que en realidad es. En definitiva, el medio ambiente no solamente es el entorno natural más o menos salvaje (cada vez menos), sino el medio transformado por los seres humanos en el desarrollo de su actividad económica y social7.

A pesar de ello, en los años sesenta y setenta los problemas medioambientales se presentaban en el debate científico y social como problemas técnicos: la contaminación, el agotamiento de los recursos de la Tierra, la erosión y similares, con escasa consideración a sus aspectos políticos y sociales. En el momento presente, sin embargo, y después de casi cuatro décadas de gestión medioambiental, se hacen balances de los logros y fracasos, y se plantean las perspectivas de futuro en cuanto a los retos a que se enfrentan las políticas medioambientales.

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En primer lugar, actualmente ya se sabe que muchas de las soluciones técnicas de las pasadas décadas meramente transfirieron la contaminación del aire al agua o del agua y el aire al suelo8. Pero ocurre que el medio ambiente es un sistema integrado, no hay lugar «afuera» donde tirar nuestros residuos9. Si simplemente se transfiere la contaminación, probablemente irá a parar al punto de menor regulación legal, que no significa necesariamente que sea el punto de menor riesgo. Se requiere un enfoque más integral y sistémico para protegerlo, que implique una estrategia coordinada para conseguir la máxima reducción posible de los riesgos más graves.

La noción de seguridad ambiental también se está reevaluando. Existe una amplia conciencia sobre el hecho de que muchos de los bienes que se producen y de los productos químicos que se necesitan para mantener el sistema de vida moderno, conllevan riesgos para las poblaciones y los ecosistemas biofísicos. La cuestión medioambiental ya no se circunscribe sólo al impacto sobre la flora y la fauna, sino que abarca asuntos como la salud humana. Se requiere entonces calibrar muy bien los beneficios con los riesgos, y ésta puede ser una de las tareas más difíciles de la década próxima (Lash 1996).

También será necesario que aumente el conocimiento público de los problemas medioambientales, de los riesgos y las soluciones. Los problemas con los que hay que tratar en la actualidad no son la «gran chimenea» que interesaba en los años 70. Las actividades individuales en cada hogar, en los productos que se compran y en cómo se escoge el ocio y el tiempo libre afectan a la calidad medioambiental. Se precisa entonces dedicar un esfuerzo importante a la educación e implicación de la población en la resolución de estos problemas (McClenaghan 2000).

Asimismo, la crítica a la centralización10 del control de los problemas medioambientales conduce a un mayor esfuerzo de implicación de los niveles de gobierno autonómico y local. Estos ya están teniendo un papel mayor que nunca11 en la protección medioambiental, aunque se plantea la necesidad de un avance aún mayor. Los desafíos que se presentan de cara al futuro no pueden estar sujetos a enfoques centralizados de «ordeno y mando» como los problemas del pasado. Se reconoce cada vez más la capacidad y responsabilidad de los gobiernos descentralizados y locales en la protección del medio ambiente. Ello asimismo requiere de un mejor apoyo técnico y económico que permita asumir una mayor responsabilidad en la financiación y gestión de las políticas medioambientales.

Otro aspecto importante es la necesidad evidente de una gestión medioambiental de ámbito internacional. Problemas como la lluvia ácida, la disminución de la capa de ozono o el calentamiento atmosférico, son cambios globales muy serios que tienen la potencialidad de afectar a la capacidad de mantener la vida sobre la Tierra tal

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como la conocemos12 (IPCC 2006). Estos problemas no respetan las delimitaciones políticas –los Estados–, por lo que la respuesta no puede ser otra que la cooperación internacional para encontrar soluciones compartidas a problemas compartidos.

Se pone igualmente énfasis en la prevención de los problemas medioambientales en origen, no sólo en su corrección una vez producidos, del punto final13. Se precisa una mejor planificación para prevenir los problemas futuros, para evitar y minimizar costosas operaciones de limpieza posteriores y pérdida de recursos irremplazables. Existe ya una conciencia clara sobre el hecho de que si se toman precauciones hoy, se está haciendo una importante inversión en la seguridad y salubridad del futuro (Brundtland 1987).

Todos esos desafíos (desarrollar enfoques sistémicos de análisis de los problemas; reevaluar la noción de seguridad ambiental; aumentar del conocimiento público de los problemas medioambientales, de los riesgos y de las soluciones; descentralizar la gestión medioambiental y al mismo tiempo garantizar la necesaria coordinación; creación de instrumentos de cooperación internacional; y prevención de los problemas ya desde su origen) son campos importantes para el análisis desde las ciencias sociales que, sin embargo, todavía están poco desarrollados.

El diagnóstico de la situación de los problemas medioambientales concretos es una base ineludible14 para el avance en el desarrollo de las políticas medioambientales. Procedemos, pues, a su caracterización como punto de partida.

1.1. El aire

La contaminación del aire es uno de los riesgos graves en los países industrializados, ya que afecta negativamente a la salud humana y produce daños a los cultivos y los ecosistemas biofísicos. Hasta el momento, las políticas medioambientales han conseguido reducir, por lo general, la contaminación del aire en algunas ciudades de países con capacidad económica para ello; sin embargo, a nivel global se está lejos del éxito en este campo15.

Las causas del problema se sitúan en el uso masivo de automóviles, las calefacciones de carbón, las industrias, las centrales térmicas, las incineradoras de basuras y los aviones, entre las más destacables.

La política hacia los vehículos de motor ha estado dirigida hacia su sustitución por modelos menos contaminantes y el control de sus emisiones de gases tóxicos y otros residuos, más que hacia su reducción por una mejor planificación del transporte colectivo, salvo excepciones16...

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