Medio ambiente y calidad de vida

AutorMario Burgui Burgui
Cargoe-mail: marioburgui@yahoo.es C/ Crucero Hospital, 5 31300 Villafranca (Navarra)
Páginas294-314

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1. Introducción

En 1987, la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, constituida por las Naciones Unidas, presentó el Informe Brundtland, en el cual se advertía de que la destrucción medioambiental constituía una amenaza para la calidad de vida y la salud humanas. En el informe, titulado «Nuestro futuro común», se especificaba que la degradación de la biosfera, las presiones demográficas, el agotamiento de los recursos y la desaparición de especies podrían comprometer seriamente las condiciones de vida de los seres humanos en las próximas décadas.

Veinte años después, y tras varios tratados internacionales que han supuesto poco más que una declaración de buenas intenciones (algunos de los cuales, como el Protocolo de Kyoto, ni siquiera han sido subscritos hasta la fecha por las naciones más contaminantes), la comunidad internacional sigue dividida a la hora de hacer frente a la crisis ambiental que atraviesa el mundo de nuestros días. Sin embargo, desde el ámbito científico cada vez existe más acuerdo al apuntar al hombre como responsable del aumento desmedido en la temperatura de la Tierra en el último siglo, fundamentalmente a través de la emisión de gases de efecto invernadero. Esta es la principal conclusión que se extrae del cuarto informe de síntesis del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), presentado en Valencia el pasado mes de noviembre, y que sirve de documento de trabajo básico para la Conferecia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de Bali, en la que está previsto que la comunidad internacional comience a preparar un tratado que supla al de Kyoto en 2009.

Los argumentos esgrimidos ya hace más de dos décadas siguen siendo válidos hoy día: la necesidad de conservar la biodiversidad, de mantener los recursos naturales, de conseguir un desarrollo equilibrado que a su vez permita el crecimiento racional de todos los pueblos, la urgencia de cambiar el modo de vida consumista y despilfarrador occidental en aras de preservar nuestro entorno en condiciones adecuadas para la vida... Pero todos ellos han resultado infructuosos para despertar a la 'sociedad del bienestar' de su sueño. No obstante, ahora el discurso parece haber tomado un nuevo rumbo. Recientemente se han publicado algunos informes que han llamado mucho la atención, como el presentado por el gobierno británico, donde se explicita que el cambio climático ocasionará en las próximas décadas una grave recesión económica a nivel mundial si no se toman inmediatamente las medidas para minimizar sus efectos. Los costes de reparar los daños a posteriori, serían mucho mayores que la inversión en medidas preventivas que actualmente estamos en condiciones de adoptar.1 Que la crisis ambiental amenazaba nuestra calidad de Page 295 vida y la de las próximas generaciones ya se había vaticinado antes, pero ahora que se ha expresado también en términos económicos, quizá podamos esperar que el toque de atención sea más duradero y efectivo.

2. Dignidad humana y calidad de vida

La Declaración Universal de los Derechos Humanos (DHU) proclama el derecho de todas las personas a unas condiciones de vida dignas, principalmente mediante los llamados Derechos de Segunda Generación (derecho al empleo, al salario justo, a la vivienda, a la cultura, el derecho a la salud, derecho a una justa distribución de los recursos, el derecho a la educación y el derecho a la seguridad). Posteriormente, los derechos de Tercera Generación tratan de completar la aspiración de salvaguardar la dignidad humana mediante el derecho al medio ambiente, el derecho al patrimonio común de la humanidad, el derecho al desarrollo y el derecho a la paz, que vienen a ser también derechos que garantizan unas condiciones de vida adecuadas para todos los seres humanos.2

Sin embargo, por más que la DHU proclama el derecho de toda persona «a un nivel de vida adecuado que le asegure la salud y el bienestar», el hambre y la miseria siguen siendo la principal lacra de la Humanidad. Y no hace falta ir muy lejos: en España 1 de cada 5 familias viven por debajo del umbral de la pobreza.3 Las organizaciones no gubernamentales de todo el mundo denunciaban en octubre de 2006 el incumplimiento total de las expectativas propuestas por la ONU para reducir la pobreza. En parte, esto se debe a que las ayudas de los países ricos al tercer mundo, lejos de haber aumentado, se han reducido un 25% en los últimos 15 años. En el continente africano, por ejemplo, se invierte cuatro veces más en pagar la deuda externa que en educación. Con este panorama, el mundo subdesarrollado está condenado a seguir siéndolo por mucho tiempo.

Aunque aquí hay que matizar, puesto que no se pueden confundir las nociones de nivel de vida y calidad de vida. Es más, dentro de ciertos niveles de vida -o supervivencia- que se dan en el Tercer Mundo, no cabe hablar de calidad de vida: es inexistente.4

3. Calidad de vida y medio ambiente

¿Y a qué denominamos 'calidad de vida'? Habitualmente la gente usa esta Page 296 expresión sin saber muy bien de qué está hablando. «Esto es calidad de vida», se dice cuando alguien ha conseguido una ocupación en la que trabaja poco y cobra bien, o si se tienen muchos días de vacaciones, etc. Pero, ¿qué significa formalmente este concepto?, ¿cómo se define? Bien, el término comienza a utilizarse en los años 60, coincidiendo con la creciente preocupación por el deterioro del medio ambiente. El interés por conocer el bienestar humano y las consecuencias de la industrialización provocan la aparición, desde el ámbito de las Ciencias Sociales, de los primeros indicadores sobre la calidad de vida, que en su origen contemplaban fundamentalmente aspectos objetivos, de índole económica y social. Posteriormente, fueron incorporándose otros elementos de carácter subjetivo. Aún actualmente existe un desacuerdo notorio sobre la definición del concepto de calidad de vida y los indicadores que requiere. Autores como Borthwick-Duffy diferenciaban entre tres posibles conceptualizaciones: a) las condiciones de vida de una persona; b) la satisfacción de la persona respecto a tales condiciones; y c) la combinación de las dos anteriores. Felce y Perry añadían una cuarta: la combinación de las anteriores ponderada por la escala de valores, aspiraciones y expectativas personales5.

En este punto se hace patente el problema que plantean los paradigmas de calidad de vida, que incluyen aspectos subjetivos como la satisfacción personal o las aspiraciones, variables que no siempre se ajustan a la lógica y que dependen de muchos factores. Baste un ejemplo para ilustrar esta idea: los países industrializados presentan sociedades plagadas de individuos cada vez más insatisfechos, a pesar de que tienen todo lo que desean para vivir. A esta insatisfacción se unen unas aspiraciones ilimitadas de propiedad, consumo, disfrute, etc. El caso contrario se da en las sociedades que todavía no han perdido completamente su modo de vida tradicional -ante la invasión del modelo occidental-, donde imperan valores sencillos y se presta más atención a las cuestiones esenciales de la existencia humana.

Respecto a los indicadores, podrían dividirse en tres grandes grupos: socioeconómicos, ecológicos y psicológicos.6 Los dos primeros miden variables externas a las personas, mientras que los indicadores psicológicos se basan en las reacciones subjetivas de los individuos, cuya problemática ya ha sido mencionada y que en este artículo no se tratará.

Por otra parte, está el término calidad ambiental, que se relaciona con las condiciones de habitabilidad del mundo respecto al ser humano.7 En esencia, el Page 297 estudio de la calidad ambiental consistiría en comparar los ecosistemas naturales con los alterados por el hombre, midiendo las variables fundamentales del medio biofísico. Sin embargo, este planteamiento tal cual presenta limitaciones en su aplicación al estudio de los espacios no naturales donde habita el hombre -como el urbano, el industrial o el rural-, pues en ellos la calidad ambiental siempre sería baja en comparación con un espacio natural. Por ello, el estudio de la calidad ambiental se ha venido circunscribiendo a las necesidades y exigencias de salud y seguridad de los seres humanos, en las que se han basado los indicadores y rangos de calidad ambiental.8 Por ejemplo, podemos vivir en una ciudad o trabajar en una fábrica donde la calidad ambiental sea relativamente alta, o simplemente aceptable para el ser humano -donde nuestra salud y seguridad no se vean comprometidas-, pero que comparada con un espacio natural fuera muy baja.

En este trabajo se abordará el concepto de calidad de vida en relación con el medio ambiente; estudiando los distintos ámbitos donde el ser humano vive, trabaja y realiza otras actividades, tratando de relacionar las condiciones ambientales de vida del hombre con los aspectos ecológicos, culturales y socioeconómicos.9 Así pues, el trabajo se centra en los factores 'externos' que inciden en la calidad de vida de las personas y no en los factores subjetivos y psicológicos, aunque sin restringirse únicamente al campo de la calidad ambiental. Page 298

4. La calidad de vida en la ciudad

El entorno vital del ser humano es, cada vez más, la ciudad. A comienzos del siglo XXI, la mitad de la población mundial ya vive en centros urbanos. Además, se calcula que en 2010 la población europea que resida en...

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